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¡Buenos días! Hoy queremos hablarte de un fenómeno hermoso pero que tiene muy poca repercusión: el de personas de entre 16 y 24 años que, en pleno tiempo de descanso, visitan otras comunidades para ayudar a otras personas.
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Las personas mayores suelen tener, históricamente, una mirada más bien desesperanzada de la juventud: pareciera que la mente humana suele convencerse de que todo tiempo pasado fue mejor (aunque la ciencia haya demostrado otra cosa). Pero el mundo joven —el de la vanguardia y las nuevas ideas, que no elaboró prejuicios porque crece con la simpleza de los niños— nos muestra una faceta hermosa de la que hoy queremos hablarte.
En cada verano —en un tiempo merecido de vacaciones, de diversión, de estar relajados— hay una parte de la población que, con el calor de estas tierras decide tomar su tiempo sin clases para encontrarse con los más necesitados. Son jóvenes de 16 a 24 años; son quienes conforman los grupos misioneros. Son admirables porque si bien su misión surge de una iniciativa espiritual, rápidamente perciben necesidades que van más allá de lo espiritual, y las abordan.
Esta juventud, poco visible tal vez, tiene que ver principalmente con la Iglesia Católica pero también con iglesias evangélicas y de todos los credos. En Argentina, al menos 10.000 chicas y chicas llevan adelante lo que llaman “misión”, que es nada más ni nada menos que compartir la alegría de la fe que viven con otras personas. Aunque no suele ser noticia, el fenómeno tiene varias décadas. En realidad, podríamos decir que tiene 2.000 años en la fe cristiana, más de cinco milenios en la judía.
Este encuentro con los más postergados es maravilloso. El cristianismo señala que ese Cristo en el que creen sus seguidores está en el que sufre, en el que tiene una enfermedad, una necesidad, en el que tiene un dolor. Esta mirada de la fe tan humana hace que decenas y cientos y miles de hijos e hijas nuestras, la mayoría en edad universitaria, vayan a encontrarse con wichis, pilagás o mapuches, o personas que viven alrededor de grandes ciudades, o de localidades rurales con muchas carencias.
Y esto enriquece a todos: encontrarse siempre es bueno, incluso para esos que van. Es un encuentro fabuloso, aun fuera de la fe. Porque quien parte a ayudar, motivado por sus creencias, se encuentra con quienes profesan otras religiones o ninguna. Y allí todos crecen mutuamente.
La experiencia dura dos, tres semanas. Tal vez un mes. Para algunos significa un cambio de vida: eligen dedicar sus siguientes años a la tarea de ayudar a los más postergados.
A la juventud a veces se tilda como “sin rumbo”. Sin embargo, miles de jóvenes van a encontrarse con otros a partir de su fe. O con la excusa de su fe. Celebramos estas almas sensibles a espiritualidad porque es una espiritualidad encarnada: una que además de ser espíritu se acerca al dolor y la necesidad. A veces construyendo viviendas, o haciendo pozos de agua potable, o para ayudar a la nutrición de la comunidad a la que van. El encuentro entre la fe y la necesidad, generado por nuestra juventud, es real y a la vez tan poco visible que hay que destacarlo. Y celebrarlo.
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Tres preguntas a Jazmín Marchiolo [Por David Flier]. Jazmín tiene 21 años y estudia Abogacía en la Universidad de Buenos Aires. En 2018 se unió al grupo misionero de la parroquia Nuestra Señora de La Paz, con la cual realizó tareas solidarias entre el verano de ese año y del siguiente. Actualmente coordina un nuevo grupo que se abrió en la capilla, con el cual se preparan para ayudar en el barrio San Martín, en Virreyes.
—¿Qué te motivó a anotarte como voluntaria para ayudar a otras comunidades?
—No sé si hubo algo puntual, fue más por curiosidad, quería conocer distintas comunidades, ver cómo se llevan con sus vecinos, cómo viven la fe, cómo se adaptan a las circunstancias en las que viven, ya que lamentablemente la mayoría de los barrios en los que se misiona no cuentan con agua potable, o luz. A la edad en la que fui era chica, por lo cual, tampoco tenía mucha idea de lo que iba hacer y mucho menos sentía que iba a ayudar a alguien. Fui completamente entregada a adaptarme y aprender algo de cada persona a la que le toquemos la puerta.
—¿Y qué aprendiste o qué te sorprendió de hacer este trabajo?
—Lo que más me sorprendió de esta labor fue la gente que hay en cada uno de esos barrios. Gente humilde, pero con el corazón enorme dispuestos a darte todo por más que se queden sin nada. Hay comunidades muy lindas, quizás no muy grandes, que se ayudan y se apoyan entre ellos. Si alguno estaba mal de salud o le faltaba algo, tenía a 10 personas atrás intentando ayudarlo. También el sentido de pertenencia: quizás pasaba una persona caminado mientras charlábamos en la puerta, y el vecino con el que estábamos se sabía el nombre y la historia. Son determinados actos o acciones que no vi en mi barrio o que suceda con mis vecinos. Siento que allá, en esos barrios más humildes, abunda el ayudar y la empatía, y acá, barrios con otros recursos, abunda más el egoísmo.
—¿Qué virtud creés que aporta la juventud a la hora de realizar acciones solidarias? ¿Qué le falta a la juventud a la hora de hacer este tipo de tareas?
—Los jóvenes aportan mucha alegría, positividad, ganas, motivación, diversión y escucha. Son ocurrentes y se divierten con el otro, pero también prestan su oído. Además, siento que atraen a los jóvenes y niños de las comunidades a las que se visita. Siempre que vi un joven misionando tenía como mínimo tres chicos alrededor. Sin embargo, creo que a la juventud le falta mirar al otro como un par, ya que se los suele con lástima o tristeza, pero creo que la mirada más pura y la escucha más pura surge cuando se lo mira, como dije antes, como un par, como un hermano. Creo que siempre hay que tener empatía, y actuar desde el corazón, no solo cuando sabemos que el otro la pasó mal o está atravesando una situación difícil.
Un mensaje de
Pan American Energy busca ser un promotor activo en el desarrollo de las comunidades en las que opera. Por ello, lleva a cabo acciones de triple impacto para crear valor económico, social y ambiental a través de la articulación público-privada. Su trabajo en Sustentabilidad se basa en cuatro ejes estratégicos: educación y cultura, salud y deporte, desarrollo local y ambiente. En el último año, con sus 140 programas, la compañía alcanzó a más de 400.000 personas.
Conocé más en pan-energy.com/sustentabilidad
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Ayer fue el Día Mundial del Hábitat. Y de eso trata nuestra campaña de este mes. Durante todo octubre trabamos en alianza con TECHO para impulsar acciones que promuevan el acceso a hábitats más justos: es decir, con viviendas, infraestructura y entornos adecuados para todas las personas.
Quizás muchos de nosotros naturalizamos vivir en un espacio donde podemos estar cómodos, con agua caliente o aislamiento térmico. Con servicios como el gas o la electricidad. Pero esta no es la realidad de unas cinco millones de personas que viven en villas y asentamientos en nuestro país.
Ya sea con un poquito de tu tiempo o de tus recursos económicos, o bien de tus redes, podés colaborar a mejorar esta realidad. Y es muy OXÍGENO esto de mirar a quienes están en una situación desfavorable y tender una mano. Enterate más detalles acá.
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Este sábado es el Día del Estudiante Solidario. Este día se conmemora a los estudiantes y la docente del colegio ECOS que perdieron la vida en un siniestro vial. Este grupo regresaba de una actividad solidaria en la Escuela N° 375 de El Paraisal, en la provincia de Chaco.
A partir de ese hecho, familiares y amigos de las víctimas se organizaron para exigir que la Seguridad Vial sea política de Estado y reafirmar que se trata de tragedias evitables. Así nació la organización Conduciendo a Conciencia.
Cada año, este grupo realiza en el Día del Estudiante Solidario un concierto para, con música mediante, reflexionar sobre el cuidado de la vida y la solidaridad.
Este año, el recital será en el Teatro Ópera, de la ciudad de Buenos Aires, con la presencia de músicos como León Gieco, Emmanuel Horvilleur, Lula Bertoldi y Benito Cerati. Las entradas se pueden adquirir en el mismo teatro en el e sitio de Ticketek.
Con la compra de la entrada colaborás para multiplicar los packs de Desayunos, Almuerzos y Meriendas que los voluntarios de Conduciendo a Conciencia preparan y entregan personalmente en comunidades que los necesitan y esperan.
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La semana pasada el INDEC dio a conocer las cifras de la pobreza y la indigencia del primer semestre del año. Más allá de los números, queremos recordar una cosa de la que hablamos hace casi ya dos años: estas cifras no son solo cifras, son personas.
Detrás de los números que dicen, por ejemplo, que hay 16,8 millones de personas en situación de pobreza están las historias de vida, de seres humanos que sufren cada día esta realidad. Y corremos el peligro de hablar mucho de estadísticas, pero luego pasarles con indiferencia por al lado a quienes representan dichas cifras. Levantemos la cabeza y recordemos que esos índices hablan de otros miembros de nuestra comunidad.
Queremos escuchar tus sensaciones, ideas, experiencias y sugerencias, para construir cada edición de OXÍGENO entre todos. Escribinos a [email protected].
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David