En agosto de este año, Netflix estrenó El Reino, una producción argentina que presenta la historia de un pastor evangélico candidato a vicepresidente de la Nación, que se encuentra ante la situación de pelear por la presidencia, después de que su compañero de fórmula fuera asesinado. La serie despertó interés por la temática en un momento de plena carrera hacia las elecciones legislativas.
En nuestro país, los grupos evangélicos crecen exponencialmente. En solo once años, pasaron de ser un 9% de la población a más del 15%. Estos son datos del CONICET, que realizó una encuesta nacional en el 2008 y, luego, otra en 2019. Otro número que va en aumento corresponde a las personas sin religión, que pasaron de representar alrededor de un 11% a casi un 19%. En este sentido, los sin-religión crecen a un ritmo mayor, mientras que los evangélicos vienen creciendo de manera más gradual.
La contracara de esta situación es la disminución de la población autodenominada católica, que pasó de ser alrededor del 75% a ser del 63%. En 1947, el 93% de las personas en Argentina decían ser católicas. Esto no es un fenómeno particular del país, sino que tiene lugar en todas las naciones en las que hubo tradicionalmente una hegemonía del catolicismo.
Fortunato Mallimaci —doctor en sociología, profesor plenario en la UBA e investigador superior del CONICET— es quien llevó adelante el estudio mencionado. En sus palabras: “El mundo evangélico, en la encuesta que hicimos en CONICET en 2008 y ahora a fines de 2019, es un mundo que crece, un mundo diverso, un mundo de grandes iglesias, pero sobre todo de pequeños templos diseminados en todo el país, mucha presencia de sectores populares y a nivel regional; lo vemos más en grandes ciudades y la Patagonia. ¿Cómo podemos evaluar este crecimiento? Son en su enorme mayoría, casi el 100%, provenientes del mundo católico. Por eso, ese mundo católico en 2008 era un 76%, hoy son un 62%. Es decir, hay una migración o transferencia del cristianismo católico al cristianismo evangélico”.
Por su parte, Pablo Semán —sociólogo, antropólogo y profesor de la Universidad Nacional de San Martín— señala: “En términos de clase, diría que domina la conversión de gente proveniente de sectores populares. En términos geográficos, crecen más en regiones conurbadas de las grandes metrópolis de Argentina. Eso se debe a su agilidad organizativa: cada creyente puede ser pastor, lo que contrasta con la torpeza organizativa del catolicismo, que cada vez que tiene que designar un sacerdote, tiene que hacer un circuito, que va desde el barrio que pide una capilla adicional, al nuncio, del nuncio al Vaticano, de vuelta, y además no hay tantas vocaciones sacerdotales en el mundo, por lo cual el catolicismo siempre tiene escasez de recursos humanos, y esos recursos humanos suelen llegar tarde, y son extranjeros a los barrios, mientras que los pentecostales son locales en los barrios”.
También agrega: “En las zonas donde hay barrios nuevos, emergen pastores nuevos y una red de iglesias evangélicas que antecede a la llegada de los católicos. Es una situación muy diferente a la que había hace 50, 60 o 70 años, cuando los católicos estaban desde antes”.
Estas estadísticas varían según la región. Mientras que en el Noreste y Noroeste argentino la caída en la cantidad de devotos católicos tiene como correlato un crecimiento en la cantidad de evangélicos, en Cuyo, Centro, Patagonia y en el Área Metropolitana de Buenos Aires este retroceso se reemplaza con un aumento en las personas sin creencia religiosa.
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Los evangélicos y su nivel educativo
Respecto al nivel educativo, el estudio de CONICET señala que las corrientes evangélicas son más populares en grupos de menor nivel educativo. Son más de un 26% de los que no tienen estudios y más del 21% de los que cursaron el primario. Los grupos sin religión, en cambio, son mayoría entre los de mayor nivel educativo, siendo un 27% de los que tienen estudios universitarios. El estudio indica que hay una tendencia creciente en la población a considerar que el Estado y la religión deberían ser dos entes separados.
“En cuanto a nivel educativo, tienen las mismas características que tiene su propio sector social, e insisto en que predominantemente está en los sectores populares. Pero últimamente hay más conversiones en las clases medias, que tiene que ver, en parte, con la vocación de los evangélicos de crecer en estos sectores sociales, y también con que hay un conjunto de pastores que ha venido creciendo socialmente, han ascendido socialmente, entonces, tienen otros territorios de implantación”, explica Semán.
¿Quiénes son los evangélicos?
Se denomina evangélicos a grupos vinculados con la Reforma Protestante. Allí entran: protestantes, bautistas, metodistas, menonitas y pentecostales. Esa rama, la de los pentecostales, es la que más creció en el siglo XXI en todo el mundo.
Los pentecostales creen en la actualidad en los dones del Espíritu Santo. El grupo reivindica los hechos semejantes a los del Pentecostés narrados en el Nuevo Testamento. Para los pentecostales, el Espíritu Santo se manifiesta en el cuerpo como una presencia, hace a las personas hablar lenguas, profetizar, curar enfermedades, mejorar las relaciones intrafamiliares y también favorece el éxito personal en exámenes, negocios y la vida cotidiana. Al basarse en estas creencias, se diferencia de las otras ramas cristianas.
En esta misma línea, Semán retoma sobre el crecimiento de las iglesias pentecostales: “En el mundo y en América Latina, este crecimiento está más allá de las crisis económicas, políticas. Y eso en general se pierde de vista, porque lo que se hace es partir del hecho de que una conversión al pentecostalismo solo podría suceder por algo terrible como una crisis”.
“Yo creo que el crecimiento de los evangélicos y pentecostales en Argentina, específicamente en los últimos años, se explica por las mismas razones por las que se explica en general el crecimiento del pentecostalismo. Hay un círculo virtuoso entre un elemento de la teología que autoriza a cada creyente a transformarse y a ser un sacerdote que predique y evangelice, y otro elemento de la teología que es la actualidad de los dones del Espíritu Santo”, explica Semán.
Y agrega: "Entre un crecimiento descentralizado por un lado, un estímulo a la acción en el campo religioso, y una idea que sintoniza y puede sintonizar todo el tiempo con expectativas de la gente, ese es el secreto central del cerramiento del pentecostalismo. Luego puede haber otras razones, como la crisis económica y política, o también, que el catolicismo en general deja de lado las expresiones que entiende como demasiado místicas, enfáticas e irracionales, y el pentecostalismo para nada las deja afuera. Entonces, crece a expensas de los que el catolicismo deja de lado y eso quiere decir que el pentecostalismo crece en general sobre una población que ha sido católica y que retiene en su inserción en el mundo evangélico muchas de las características de la sensibilidad católica, aunque no el culto a los santos y la virgen María”.
Un dato muy importante es que no corresponde hablar de evangelistas o evangelismo —lo cual es un error muy común—, sino de evangélicos o de grupos evangélicos. Esto da cuenta de la gran pluralidad que existe entre evangélicos y la horizontalidad.
Aunque muchos hemos visto estas iglesias en grandes avenidas, conocidas como Iglesia Universal del Reino de Dios, la mayor parte de ellas son locales y más pequeñas, de perfil más bajo. La Iglesia Universal del Reino de Dios es en parte resistida por otras iglesias evangélicas dentro del país.
Semán explica cómo es la Iglesia Universal Reino de Dios: “Es una iglesia pentecostal que tiene una teología y un modo de organización muy particular, tanto que la mayor parte de las iglesias evangélicas pentecostales siente distancia y diferencia respecto de la Universal del Reino de Dios. Primero, tiene un modo de organización centralizado y rígido, a prueba de fracturas. Es parecida al catolicismo porque los pastores rotan, no son del territorio sino de la iglesia y hay una forma de culto que siempre es parecida en todas las iglesias, con un almanaque centralizado. En segundo lugar, en ciertos elementos de la interpretación del milagro, la presencia de imágenes, es muy distante de los usos habituales del pentecostalismo y la doctrina más general evangélica. Es una iglesia que hasta cierto punto busca crecer no solo a costa del catolicismo sino también de otras iglesias evangélicas. Y, más bien en Brasil, la Iglesia Universal tiene un proyecto político muy fuerte y una especie de finalidad política sistemática. Cosa que pocas iglesias evangélicas tienen.
Los evangélicos en Brasil
En Brasil, los evangélicos constituyeron una fuerza importante de respaldo al bolsonarismo y tienen cada vez una mayor presencia en el Estado. En ese país, los evangélicos ya son la primera minoría religiosa. Se estima que el 30% de la población es evangélica.
“En el caso de Brasil es necesario distinguir la presencia demográfica de la presencia política. La demográfica es relativamente parecida a la de Perú, que es menor que en Centroamérica, pero es políticamente más fuerte que en cualquiera de esos otros casos, y eso tiene que ver con características específicas de un electorado muy fluido y que permite la elección de agencias extrapolíticas como lo es la religión evangélica, También se explica por el sistema de elección parlamentario que permite con pocos votos elegir diputados y formar bancadas; y por el sistema de funcionamiento del parlamento, que permite con una bancada relativamente pequeña obtener grandes ventajas”, explica Semán.
“Entonces, lo que termina sucediendo es que, por estas situaciones del sistema político y electoral, algunos grupos evangélicos han logrado construir una superestructura política que es mucho más fuerte que la que nunca, en ningún caso, han construido los evangélicos en ningún país de América Latina, pese a haber un mayor porcentaje de evangélicos en estos países”, agrega finalmente el especialista.
Las diferencias entre la Iglesia Católica y las evangélicas
Sebastián Carnival, politólogo y miembro de la iglesia evangélica Catedral de la Fe, dice: “Con respecto a la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas, podemos encontrar tres características que las hacen muy diferentes. Quizás, la primera es que los evangélicos no tienen papa, son una estructura muy horizontal. En la Argentina, funcionan a través de asociaciones de iglesias. Esto de ser horizontal hace que pueda crecer rápidamente. Cualquier garaje, cocina o patio de una casa puede convertirse en un espacio de oración, un lugar de lectura bíblica. En segundo lugar, la iglesia evangélica no cree en imágenes —como estampitas— santos y no le rezan a la virgen. Creen en la virgen, pero no le rezan. Tiene que ver con la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero hace más de 500 años. Y, en tercer lugar, el acceso directo a través de la oración a Dios, sin intermediarios. A través del Espíritu Santo, la persona puede comunicarse directamente con Dios”.
Un eje que diferencia a ambas iglesias tiene que ver con la creencia en los milagros. Mientras la Iglesia Católica impone más condiciones a la hora de reconocer la existencia de un milagro como tal, los evangélicos creen en la existencia de milagros en la cotidianeidad.
“Los milagros son manifestaciones del poder de Dios que no tienen explicación racional. Los evangélicos creen que el evangelio es poder de Dios. Muchas veces hay personas que están sufriendo, puede ser por una enfermedad, temor, o un problema de difícil solución. Los evangélicos creen que Dios oye la oración y se desata un poder sobrenatural en la Tierra. Cualquiera puede orar y pedir a Dios”, indica Carnival.
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¿En qué consiste la cotidianeidad del creyente evangélico? “El evangélico es una persona común y corriente que desarrolla una profunda vida espiritual. En cualquier momento está conectado con Dios. Es una fe simple, pero profunda. La Biblia habla de que el reino de los cielos venga a la Tierra. El evangélico desarrolla esa palabra en el mundo cotidiano. Cuando sube al bondi, cuando se toma el tren, es una mujer u hombre que cree que Dios está presente donde se desenvuelven. En el almacén, la clínica, el hogar, la ferretería. El evangélico se conecta con Dios a través de cuatro maneras: la Biblia, la oración, la música y cuando se reúne en la iglesia con hermanos en la fe; o en cualquier lugar, en cualquier espacio, no es imprescindible que sea en la iglesia”, dice el politólogo y creyente.
Por otra parte, Carnival cuenta que “para ser pastor se debe estudiar como cualquier profesión, se debe tener una carta de recomendación de su pastor, formarse y capacitarse. Lo que puede llegar a suceder es que a muchos evangélicos que predican la palabra de Dios también se les puede llamar pastor y eso genera confusión. La denominación a la que yo pertenezco, la Unión de las Asambleas de Dios, tiene aproximadamente hay más de 3.000 ministros religiosos en la Argentina”, explica Carnival.
Y agrega: “En el país, el 60% de los pastores y pastoras tienen otro trabajo. Esto fue investigado en la primera encuesta nacional de pastores, a través de una investigación del CONICET. Pueden ser electricistas, mecánicos, médicos o cualquier otra profesión”.
Esto se relaciona con cómo se financian las iglesias evangélicas. “En nuestro país, el 80% de las iglesias no supera los 300 miembros, por lo que los pastores y pastoras deben desarrollar otra actividad para sobrevivir. Todas las iglesias evangélicas se sustentan a través de las ofrendas o diezmos, que son voluntarios. Las iglesias evangélicas hacen una rendición de cuentas tanto a su congregación y a sus asociaciones como a las autoridades financieras, llámese AFIP o Inspección General de Justicia”, aclara Carnival.
Por otro lado, Mallimaci, habla de la importancia de no mirar con desconfianza el hecho de que las iglesias evangélicas, tal como otras iglesias, necesitan de financiamiento. “Hay personas que ponen el diezmo, como se le pidió al mundo católico en la Argentina, y nadie da el diezmo, aunque en otros países sí lo hacen. Hay empresas o empresarios que ponen dinero, celebridades que ponen dinero, artistas que ponen dinero, y me parece que hay que tener una mirada más amplia y no estigmatizar a los que se dedican a recaudar fondos. Que hay experiencias concretas y pastores concretos, sí, pero es la ínfima minoría”.
Los evangélicos en la política
Así como la proporción evangélica de la población va en aumento, la presencia de evangélicos en la política o interesados en participar de la política también está creciendo. Un ejemplo de esto es el partido Una Nueva Oportunidad, o UNO, el primer partido evangélico del país, que se creó en febrero de este año en la ciudad de Rosario y que está a cargo del pastor y diputado provincial de Santa Fe, Walter Ghione. Él es uno de los seis diputados y diputadas de creencia evangélica que integran la legislatura santafesina. Para estas legislativas, UNO se alió a Juntos por el Cambio.
Los miembros de UNO tienen presencia en 14 provincias. La mayoría de ellos son parte de congregaciones que integran la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina, o ACIERA, la asociación más grande del país, que nuclea a más de 15.000 iglesias.
¿Cuál es la agenda política de los grupos evangélicos? Una de las batallas más importantes la conocíamos todos y tiene que ver con su postura en contra de la legalización del aborto. Además, los evangélicos tienden a estar en contra de un progresismo en términos de diversidad de género.
Según la encuesta del CONICET que mencionábamos con anterioridad, el 43% de los evangélicos está de acuerdo con que se prohíba el aborto en toda situación, aún en casos de violación o riesgo de vida de la madre. El 67% de los seguidores considera que el matrimonio entre el varón y la mujer es el único modelo posible, y más del 37% cree que la mujer debe permanecer en su hogar para el cuidado de los hijos.
“Yo agregaría el hecho de que hoy por hoy, la mayor parte de las conquistas legales que implicaba esa agenda ya están realizadas. Por lo que a los evangélicos solo les queda la posibilidad de oponerse a esa agenda, con lo cual el combate es diferente cuando esa agenda tenía cuentas pendientes y los evangélicos se oponían”, aclara Semán.
¿Existe el voto evangélico?
Semán explica que en Argentina no corresponde hablar del voto evangélico, “sino del voto de los ciudadanos de confesión y práctica evangélica. Porque no está comprobado hasta ahora que hayan votado unificadamente o que algún grupo evangélico haya logrado movilizar privilegiadamente un porcentaje de los 3 millones de evangélicos en condiciones de votar. Hoy por hoy, los ciudadanos de confesión evangélica votan más o menos como su grupo social y de acuerdo a las tensiones políticas del momento. Entonces, los sectores populares han votado mayormente al peronismo, y en las clases medias, un poco más tensionadas por la agenda de género y por el antiperonismo, han votado más, diría, a la actual oposición”.
“Finalmente —agrega el sociólogo— diría que el desarrollo de esa agenda hizo que varios evangélicos buscaran alternativas que respeten sus posiciones en cuanto a la agenda de género, diversidad e interrupción voluntaria del embarazo. Pero en realidad es que no encontraron una representación que respetase eso y, al mismo tiempo, los contuviera políticamente.
Por un lado, Mallimaci explica: “Cuando digo que van al mundo de la política es como van la mayoría de los católicos y los sin religión. Ahí, los evangélicos votan como la mayoría de los argentinos, mostrando el poder que siguen teniendo los partidos políticos en Argentina. Es decir, no hay un voto evangélico. Sí empieza a haber pastores, no comunidades religiosas, que intentan acercarse. Se acercan al peronismo, a la coalición del PRO y los radicales, a experiencias más particulares al nivel de las provincias, y hace años que vienen intentando tener un partido evangélico. Cómo puede pesar o cuánto puede pesar esto hoy no lo sabemos porque las experiencias que se basan diciendo ‘somos evangélicos y vamos a la política’ van a ser pocas, ya que la sociedad argentina es bastante secularizada y no va a aceptar que se la introduzca en esas divisiones religiosas”.
Al mismo tiempo, Carnival dice: “La iglesia no tiene interés por la política. Creo que es importante diferenciar a la iglesia evangélica de lo que es la participación política. Como en toda comunidad, existen evangélicos que tienen vocación política y que se preparan y forman para participar en la vida pública. Así como crecen demográficamente y están presentes en la salud y el deporte, también es de esperar que participen de la vida pública de este país”.
En esto contexto, vale preguntarse qué cambios traería un mayor involucramiento de grupos evangélicos en la política argentina.
“Yo lo que veo como importante y beneficioso es que en la Argentina haya un diálogo entre distintos grupos políticos y distintos grupos evangélicos, y que los grupos evangélicos afirmen y renueven e intensifiquen sus perspectivas democráticas. Me interesaría que los partido democráticos y progresistas entendieran que el mundo popular tiene un porcentaje altísimo de evangélicos, que eso no va ceder, sino que va a crecer más y tienen que preguntarse qué es lo que van a hacer junto con los evangélicos en función de una agenda nacional, democrática y popular”, dice Semán.
“Ojo, hablamos del mundo partidario cuando hablamos de política. Hay otra forma de hacer política, lo hemos visto durante la pandemia, en el mundo judío, islámico, evangélico, católico, muy presente en el tema del involucramiento de la sanidad, del acompañamiento terapéutico, los comedores. Hay angustias que tiene la sociedad que no son canalizadas por el Estado ni por otras organizaciones partidarias, y ahí ese mundo religioso tiene una larga experiencia y memoria de acompañar a las víctimas”, explica Mallimaci.
Además, sostiene: “Hay que hablar de pluralismos. Hay que hablar de catolicismos, de judaísmos, de peronismos, de radicalismos, es decir hay una multiplicidad de diversas maneras de manifestarse y hay que tener cuidado siempre con estigmatizar o naturalizar una manera como si fuese para el conjunto”.
El doctor en Sociología concluye: “Es importante que cada vez más personas, sean religiosas o no, se interesen en la política partidaria, se interesen en discutir y reflexionar sobre los grandes problemas de nuestra sociedad. Una vez que comprendamos esto, veremos, como vimos ayer con el catolicismo, hoy con el evangelismo y el judaísmo, una manera de interpretar, tener presente en las sociedades, cada vez más múltiples y heterogéneas”.
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