—¿Qué está mirando la gente en España y en Europa más allá de la pandemia?
—Sin lugar a dudas, el cambio climático es un tema que preocupa. Se siente en la calle, al menos en Madrid, cuando hay alerta por las altas temperaturas o sube el nivel de toxicidad del aire. También la gente está muy pendiente del avance del populismo, de los aspectos autoritarios de algunos gobiernos. Y sin dudas, también los problemas relacionados con la inmigración. No siempre es en ese orden, porque eso depende de cada sociedad y de la proximidad con el problema, pero estos son los fantasmas a los que se les presta más atención. Hermanan y ponen en evidencia la fragilidad del ser humano. La idea del ser humano frágil ha sido tratada por varios filósofos en Europa aún antes de la pandemia. Las enfermedades derivadas del cambio climático (la dermatitis o las dolencias pulmonares, por ejemplo) o la escasez y el hambre, ponen en evidencia que no todo está resuelto en la Europa moderna. Hay marginalidad, asimetrías y muchas rupturas en el tejido social.
—¿Qué soluciones se están buscando a estos problemas?
—Boris Johnson, por ejemplo, hizo que se viera que Inglaterra no es Londres, y que en la periferia hay sentimientos o ideas arraigadas que no son tan amigables para el turismo o para la imagen que una sociedad como la inglesa busca dar en el exterior. En Francia, los conflictos de convivencia entre cristianos y musulmanes se están evidenciando en gran cantidad de películas, como Un buen maestro, o una versión de Los miserables, por ejemplo. Yo pienso que es clave la educación para que los jóvenes no compren el discurso del odio y del resentimiento. La educación busca integrar: en las aulas vemos diversidad de género, étnica, religiosa, y esa convivencia genera las condiciones para una sociedad mejor.
—¿Qué leen los que leen literatura en Europa? ¿Y filosofía o política?
—Es una pregunta que me hago a diario. Eso me da mucha curiosidad. Así como en el siglo XIX era el imperio del realismo con la novela decimonónica, y en el XX tuvimos vanguardias y experimentación, hoy en el siglo XXI estamos en la hegemonía de la autoficción, de la novela sin ficción o lo que se llama las narrativas del yo: el sujeto está en primer plano, con primera voz narrativa, tenemos las crónicas latinoamericanas con grandes cronistas, autobiografías, etc. En simultáneo, la novela negra sigue teniendo gran penetración a nivel editorial y popular. En filosofía y ciencia política, no sé si se lee tanto: hay muchos podcasts y tiradas chicas de libros. Hay textos muy fundamentales, como el último de Daniel Innerarity, que ayuda a entender la pandemia y se enfoca en la idea de la humildad. O Adela Cortina, que piensa en la cordialidad, o Fernando Savater que habla sobre el amor. Todos conceptos curiosos, pero que te hablan de la sensibilidad de la época.
Para acceder a la entrevista completa a Laura Ventura, podés hacer click acá.
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Esta entrevista fue publicada originalmente en Comms, la newsletter sobre comunicación institucional y corporativa que escribe Juan Iramain. Podés suscribirte en este link.
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