La adolescencia suele ser una de las mejores etapas de la vida. Siempre estamos haciendo cosas y conociendo gente, aunque a la vez suele ser una época en la que nos sentimos incomprendidos.
La ciencia lleva unos años tratando averiguar por qué el comportamiento de los adolescentes resulta a veces tan complicado. Y para ello, los ratones adolescentes son un buen punto de partida.
La rueda del ratón
Seguro que más de una vez habrá visto a un ratón girar sin parar su rueda dentro de su jaula. Quizá también jaulas con casas de madera, platos giratorios, laberintos… En definitiva, un pequeño parque de atracciones para ratones. Pero ¿para qué necesita un ratón todo eso? ¿Para “divertirse”?
En realidad, es algo más que diversión. Todo forma parte del llamado enriquecimiento ambiental, una práctica utilizada en jaulas de ratones y en zoológicos que supone una mejora del hábitat del animal a varios niveles.
En primer lugar, los animales acostumbran a vivir en grupo, lo que casi siempre resulta mejor para ellos. En segundo lugar, se incluyen ruedas, platos giratorios, etc. que sirven para que practiquen un poco de ejercicio físico.
Por último, suelen ponerse también objetos que hacen “pensar” al animal, que le estimulan cognitivamente, como laberintos o juguetes. De esta forma, los roedores “liberan” estrés, se mantienen activos y viven mejor.
Ambiente y adolescentes
En los últimos años, la neurociencia ha utilizado el enriquecimiento ambiental en animales como forma de modular diversas conductas. ¿Y esto para qué? Pues para, entre otras cosas, conocer cómo el enriquecimiento ambiental (o la falta de él) puede ayudar a reducir o aumentar conductas problemáticas en adolescentes. En este sentido, una de las áreas que se han estudiado han sido las adicciones.
Las estadísticas indican que la adolescencia es la etapa de la vida con más riesgo de comenzar a tomar drogas. Además, sabemos que una de las formas de consumo más comunes es el consumo en atracón. Este patrón de consumo implica tomar mucha cantidad de droga (por ejemplo, alcohol) durante un período muy corto de tiempo (alrededor de dos horas).
Ejemplos de estos consumos serían los famosos botellones (o botellonas), fiestas, conciertos… Y si se repiten a lo largo del tiempo, aumentan el riesgo de desarrollar una adicción.
Ambiente y adicciones
Pero no todo el mundo que consume alguna droga se vuelve adicto. Varios estudios con ratones criados en ambientes enriquecidos han intentado averiguar por qué. Y se visto que, por ejemplo, los ratones beben menos alcohol si durante su adolescencia han crecido con ruedas, en grupo y con juguetes. Lo mismo se ha encontrado para otras drogas como la cocaína. En comparación, los ratones criados en condiciones “normales” consumen mucha más cantidad de droga.
Además, otros factores de riesgo para las adicciones, como la ansiedad o la compulsividad, también se reducen en ratones si se han criado en el “parque de atracciones ratonil”. Pero, ¿qué pasa cuando esto no es posible? Los estudios buscan también fármacos que puedan imitar los beneficios del enriquecimiento ambiental. Son los llamados enviromimetics..
Amigos, ejercicio, mente activa y novedad
El ambiente que nos rodea durante la adolescencia es muy importante. Igual que le ocurre a los ratones, para nosotros es importante vivir en grupo y tener amigos. Además, hacer un poco de ejercicio nos ayuda en muchos aspectos. Por ejemplo, mejora nuestra capacidad para aprender. Mantenernos activos mentalmente también es imprescindible durante toda la vida. Todo ello nos ayuda con la ansiedad, el estrés o las conductas compulsivas.
En adolescentes es importante también la llamada búsqueda de la novedad. Es decir, querer vivir experiencias nuevas aunque no siempre se calcule bien el riesgo. Si vivimos en un ambiente enriquecido, no necesitamos tanta acción y evaluamos mejor los riesgos. En definitiva, disminuye la tentación de probar drogas porque tenemos en cuenta las posibles consecuencias.
Crecimiento en lugar de oscuridad
Todos podemos ayudar a los adolescentes a vivir mejor. Se puede conseguir que sea un tiempo de oportunidades y crecimiento en lugar de una época oscura.
Los planes de ocio alternativo reducen el riesgo de consumir sustancias adictivas. Ejemplo de ello serían las fiestas sin alcohol, que derriban el mito de que si no se bebe no hay diversión. Las campañas de concienciación de adicciones ayudan a evaluar mejor los riesgos de tomar drogas. Además, tener una buena relación con la familia y crear un círculo de amigos ayuda mucho. Lo mismo que disponer de espacios públicos que animen a practicar deporte, o ejercitar la mente leyendo, dibujando, haciendo un puzle o estudiando. En definitiva, mantenerse activos a todos los niveles y contar con una buena red de apoyo social.
En cierto modo, los adolescentes humanos también pueden tener su propio “parque de atracciones”. Uno que les ayude a regular mejor su conducta. Uno que les ayude a tomar mejores decisiones y a evaluar mejor los riesgos. Uno que, además, les sirva para toda la vida. Uno que, como la rueda para el ratón, les haga ser más felices.
Elisa Rodríguez Ortega, Profesor Contratado Doctor, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.