Es la capitana del equipo de fútbol femenino del club Padre Carlos Mugica, de la Villa 31, en la ciudad de Buenos Aires. Motiva a sus vecinas para que se pongan la camiseta y desoye los insultos.
Con el número 12 en la camiseta roja, Romina Villalba juega, mete y provoca desde el fondo de la cancha. Eligió ese número con el que se identifica la tribuna de Boca (el club que ella ama), pero su posición en la defensa responde según el esquema clásico al número 2. En la cancha, Villalba es una defensora con carácter, pero afuera es un poco tímida y por eso le costó llevar la cinta de capitana del equipo de fútbol femenino del club Padre Carlos Mugica, de la Villa 31.
“No quería tener esa responsabilidad, pero la profe me la dio porque yo era la que convocaba a las chicas a jugar y la que la apoyaba a ella para arrancar con el equipo”, dice.
Villalba era la que buscaba a sus vecinas en la villa por más que no pudieran ir a jugar porque tenían que cuidar a sus hijos, estudiar en un secundario acelerado nocturno o trabajar. Ella las convencía y les decía que si iban al menos una vez por semana, ya estaba bien. “Sin darme cuenta, fui haciendo muchas cosas para que todas juguemos”, dice. Tiene 19 años; su cinta de capitana es negra, con una “C” blanca.
Esta futbolista también trabaja haciendo tareas administrativas en el Hogar de Cristo (como el club Padre Carlos Mugica, éste se liga con la capilla de Cristo Obrero que fundó el propio Mugica) y estudia con una beca la carrera de Profesorado de Educación Inicial en la Universidad Católica. Su madre y algunos de sus hermanos viven en la villa, pero no desde hace mucho tiempo: son inmigrantes paraguayos llegados en 2013. Villalba nació en Villa Haye, un suburbio semi-rural cerca de Asunción, y allí fue donde comenzó a patear la pelota.
“Sufría mucho la exclusión por ser mujer”, dice. Tenía 12 años cuando vino a vivir a Buenos Aires, a una casa con una sola habitación, una cocina, una sala, un baño y pequeño. La discriminación sexista continuó. “Hay mucho machismo en el barrio: por jugar al fútbol me decían cosas y me las siguen diciendo”, sigue. “Es muy difícil que los pibes te dejen jugar en la canchita de ellos: nos tiraban la pelota arriba de una casa y nos gritaban ‘¡Andate a cocinar!’”.
Por eso, cuando Villalba se enteró de que en el club había clases de fútbol femenino los martes y los jueves, dejó los partidos mixtos para siempre y logró llevar más chicas para armar un nuevo equipo. Ahora el club Padre Carlos Mugica compite con 5 jugadoras en la liga FEFI (Federación Escuela de Fútbol Infantil) de fútbol de salón junto a otros 17 equipos. Pero las condiciones de vida de sus goleadoras siguen sin ser ideales y en el primer partido de esta temporada, el equipo no pudo presentarse porque ese día no había suficientes chicas para jugar.
No importa: a la capitana nada la desanima a la hora de ponerse sus botines negros con detalles verdes. “Cuando juego, siento una desconexión de todo lo que me rodea”, dice. “Y ahora ya sé que en la cancha hay que guiar al equipo. Si bien la profe está afuera, no es lo mismo. Adentro se siente la tensión”.
Nombre: Romina Belén Villalba Vera
Edad: 19 años
Profesión: Futbolista y estudiante de Profesorado de Educación Inicial
Sector en el que trabaja: Deporte
Lugar de Nacimiento: Villa Haye, Asunción, Paraguay
Lugar en el que desarrolla su actividad: Ciudad de Buenos Aires
1. ¿Cuál es tu motor interior, qué te inspira a hacer lo que hacés?
Sentirme en un espacio mío, poder desconectarme de todo.
2. ¿Qué te hace feliz?
Subir a una montaña y quedarme ahí. Lo hice en San Juan. Sentí paz. De chica soñaba con eso y poder hacerlo me hizo muy feliz.
3. ¿Qué cosa no te deja dormir?
Si me pasa algo malo en el día, me quedo pensando en eso. La angustia me saca el sueño. Hace poco, tuvimos un conflicto entre compañeras en el trabajo y eso me angustió.
4. ¿Qué te gustaría cambiar del mundo?
¡Uf! ¿Tenés tiempo para que te diga todo? tantas cosas… En general, que haya más igualdad para todos. No me gusta el hecho de que no se le puede pedir ayuda a nadie, de que sea tan difícil. Creo que lo que se puede hacer es luchar para lograrlo. Para eso, tenés que juntarte con alguien que tenga el mismo pensamiento que vos.
5. Cuándo eras chica, ¿qué querías ser de grande?
Quería ser doctora porque jugaba mucho con eso. Después fui teniendo contacto con niños y quise ser pediatra. Cuando fui a orientación vocacional, me salió que ser médica no era para mí porque en realidad me encanta el deporte.