Ella miente
Margarita Stolbizer y Silvina Martínez
Margen Izquierdo
Uno (mi comentario)
En tiempos en los que la dirigencia política argentina arrastra un desprestigio considerable, resulta notable que una porción de ella coseche adhesiones fuertes e inesperadas en las librerías que, en algunos casos, resulta un fenómeno de ventas, de seguro pasajero. Basta ver números de la última Feria del Libro para comprobarlo: José Luis Espert, Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof, Martín Lousteau y Javier Milei fueron protagonistas de las veladas más convocantes de la exposición anual de la industria editorial. Otro botón de muestra es la circulación arrolladora que tuvo Sinceramente, el libro de la ex presidenta que distribuyó más de 320 mil ejemplares en menos de un bimestre, fenómeno comparable al que despertó el comienzo de la saga Harry Potter. ¿No fue magia?
No es a esta ola que se quieran subir la ex diputada y ex radical Margarita Stolbizer y la abogada Silvina Martínez, autoras de un lanzamiento no apto para convencidos. Ella miente es el inequívoco título aparecido bajo el sello Margen Izquierdo, que lleva un subtítulo menos sugerente: "CFK y los 2.000 millones de dólares. La respuesta más aguda, reveladora y detallada al nuevo relato engañoso de la ex presidenta". Stolbizer y Martín no pretenden dialogar con las ideas políticas de CFK sino continuar la saga del libro "Yo acuso. En busca de la verdad y la justicia", que se publicó en 2016 también por Margen Izquierdo.
Tras cinco años de investigación entregan un texto con un tono más propio del intrincado lenguaje jurídico –de hecho es parte de lo ya denunciado- que apabulla con detalles de expedientes aún en trámite y sin sentencia firme. Se abordan cuestiones que no están bien explicadas o probadas, pero a las que se corona con frases lapidarias. Las autoras aclaran no tener “animosidad ni intencionalidad política” y se presentan como fiscales de una mega causa que, valga la reiteración, aún no arrojó condenas definitivas y si muchas sospechas de irregularidades o direccionamientos producto de un Poder Judicial agrietado y con exponentes vidriosos. La segunda mitad de las páginas de Ella Miente es de anexos con -a modo de prontuario- quién es quién en la ruta del dinero K y autos de procesamiento de distintas causas que terminan por configurar un libro no apto para convencidos: los antikirchneristas encontrarán más de la llamada corrupción K, los del otro lado de la grieta, más pruebas de lo que consideran una persecución.
Dos (la selección)
Sinceramente, el libro, es una nueva imposición del relato K con formato editorial. En sus páginas Cristina se victimiza y habla del "terrorismo judicial", pretendiendo hacer descargos que nunca hizo en las oportunidades en que fue convocada a sede judicial, aun sabiendo que la instancia de la citación a indagatoria es justamente la oportunidad de ejercitar el derecho de defensa. Vuelve a usar la descalificación como herramienta, que despliega contra quienes la acusan, la cuestionan, la denuncian o la investigan. Y tergiversa los hechos volviendo a entremezclar cuestiones del ámbito privado o de su vida personal con aquellas que hacen a las funciones públicas.
Tres
Ni la sumatoria de investigaciones periodísticas, ni las múltiples causas judiciales. Tampoco la enorme cantidad de pruebas aportadas en esas causas. Y por supuesto, mucho menos, las propias declaraciones juradas de los mismos involucrados. Nada de todo eso ha servido hasta ahora para que pueda dimensionarse con precisión la fortuna de la familia Kirchner. Ninguna cifra parece suficiente para dimensionarla. Cuáles son sus bienes y a cuánto asciende el valor patrimonial sigue siendo un misterio. Ni qué hablar de lo que podría constituir una fortuna incalculable en dinero «físico». Nunca fueron claras las cuentas sobre el patrimonio que había constituido el acervo hereditario del padre fallecido. Mucho menos lo fueron las que terminaron asumiendo su viuda e hijos.
Cuatro
Ya está probado en diferentes causas judiciales que Cristina fue, luego de la muerte de Néstor, la jefa real en el manejo (de varias diversas composiciones) de sociedades comerciales, asociaciones ilícitas que tuvieron como primer objeto continuar con la apropiación de dineros públicos a través de la adjudicación de obras públicas al amigo Lázaro Báez, su familia y empresas, así como también a otros, relacionados con distintas adjudicaciones estatales, y liderar al mismo tiempo un entramado de relaciones delictivas que han quedado al desnudo con la causa de Los cuadernos de la corrupción K (también denominada «de los arrepentidos»), mediante el pago de coimas y dádivas de una importante cantidad de empresarios que se avinieron a formar parte de ese club de contratistas que alimentaron la voracidad K.
Cinco
Los Kirchner utilizaron varios testaferros para ocultarse y adquirir bienes, así como para llevar adelante numerosos emprendimientos comerciales. Titulares de diversos rubros, como empresas contratistas de obra pública, compañías dueñas de importantes medios de comunicación y hasta la máquina de digitalizar archivos del Estado son solo algunos de los ejemplos de negocios en los cuales se bifurcó el poder de la familia que gobernó la Argentina durante doce años. No fueron los únicos negocios. Hemos detectado personas, emprendimientos, bienes y cuentas que quedan dentro de ese laberinto de relaciones societarias de apariencia. Pero sin duda existen muchas más. Una rápida y eficaz acción de la Justicia y de otros organismos de control hubiera permitido mucho antes de ahora detectar y desbaratar esas organizaciones, pero está claro que la impunidad del poder ha sido la cobertura necesaria para que pudieran poner en marcha y utilizar durante tanto tiempo toda esta maquinaria.
Seis
Pese a los esfuerzos, especialmente de Cristina Fernández, para intentar convencer sobre la calidad de bien habido de su patrimonio, diciendo sin vergüenza que «nunca llegamos pobres a ningún cargo público», lo que jamás podrá explicar será el incremento exponencial de riqueza que (los Kirchner) obtuvieron durante el ejercicio de sus respectivos mandatos como las máximas autoridades del Gobierno nacional. Ello no implica dar crédito a las pretensiones de legalidad que exhibieron para justificar el capital con el que arribaron. De ello podrían abrirse otras especulaciones, tanto jurídicas como morales, respecto de la ética exhibida en el ejercicio profesional. Pero no será ese el motivo de esta investigación. Por lo tanto, no vamos a ahondar hacia atrás.
Siete
Para poder analizar integralmente lo que pasa con ella (o con ellos si tomamos también a los demás integrantes y piezas del sistema de corrupción vigente en los doce años de gobierno kirchnerista), también hay que mirar con cuidado el rol de algunos miembros del Poder Judicial, que siempre se acomodan según los tiempos electorales y la lectura de las encuestas. Las causas avanzan o se detienen según los avatares del mapa político que les debería ser absolutamente ajeno.
Diego Igal es periodista, docente e incipiente hacedor de libros.
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