Muchos podrán preguntarse por qué centrar la atención en las elecciones en Estados Unidos (EE.UU.) y no en las de otros países. Desde el punto de vista del cambio climático, hay un motivo: EE.UU. es el segundo país —por detrás de China— más emisor de gases de efecto invernadero (GEIs), contribuyentes al cambio climático.
Según el World Resources Institute, EE.UU. emite el 12,8% de las emisiones globales, con la electricidad y el transporte como los principales sectores contribuyentes.
De este modo, lo que el segundo país más emisor haga o deje de hacer frente al cambio climático no sólo impactará en su territorio, sino en todo el mundo. Aun cuando el resto de los países hagan las cosas correctamente ante el cambio climático, si no se cuenta con la acción ambiciosa de los grandes emisores, no se podrá marcar una real diferencia. Como expresó el secretario General de Naciones Unidas, "sin el compromiso de los grandes emisores, todos los otros esfuerzos no serán suficientes".
Cuatro años de Donald Trump
¿Qué hizo el representante republicano en materia climática durante su mandato de gobierno? En verdad, cumplió con lo que dijo en campaña que iba a hacer, y por lo cual la gente lo votó: tomar la decisión de sacar a EE.UU. del Acuerdo de París.
Además de eso, WRI enumera algunas formas en las que la administración actual está dañando el clima: ignora datos científicos sobre los riesgos del cambio climático, desmantela el plan de energía limpia, bloquea la normativa para eliminar las bombillas de luz ineficientes, y revierte reglas que limitaban la contaminación por metano de la infraestructura de petróleo y gas.
Muchas de esas acciones las hizo a través de los representantes que eligió. Por ejemplo, Scott Pruitt y Andrew Wheeler condujeron la Agencia de Protección Ambiental (EPA): ambos son lobistas de la industria de los combustibles fósiles.
Este análisis del New York Times lleva un registro de la cantidad de políticas ambientales que, en materia de contaminación del aire y emisiones, perforación y extracción de combustibles fósiles, infraestructura y planeamiento, la administración de Washington ha desmantelado. Al momento de escribir esta nota, se completó el desmantelamiento de 72 y hay otras 27 en proceso. En total, serán 99.
En el segmento sobre cambio climático del último debate, Trump elogió su mandato porque el país tuvo una reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Sí es cierto que EE.UU. tuvo una reducción de emisiones de CO2 el año pasado, pero: de aquellas procedentes de energía, y no producto de políticas nacionales o de salirse del Acuerdo de París, sino por movimientos del mercado (bajó el precio del gas natural, subió la generación de energía por esta fuente y bajó la del carbón).
Para su reelección 2020 no hay propuestas concretas, sino que la mayoría de las acciones aquí nombradas aparecen dentro de las promesas cumplidas en energía y ambiente.
El Acuerdo de París y la otra fecha clave: 4 de noviembre
Estados Unidos aún no se fue del Acuerdo de París. A pesar de que ello ha sido erróneamente difundido en dos ocasiones en medios de comunicación y de que el propio Trump cree, conforme expuso en los debates, que ya se fue.
La realidad es que, gane quien gane el 3 de noviembre, la salida formal de EE.UU. del Acuerdo de París en cambio climático se hará efectiva un día después, el 4 de noviembre. Esta coincidencia se produce porque, conforme el artículo 28 del acuerdo climático, los países podían iniciar su proceso de retirada a tres años de la entrada en vigor del acuerdo, que fue el 4 de noviembre de 2016. La salida se haría efectiva un año después de ese inicio de trámite.
A mediados de 2017, Trump anunció que sacaría a EE.UU. del Acuerdo y esa fue la primera vez que muchos medios dieron por efectiva la salida. El 4 de noviembre del año pasado, EE.UU. inició el trámite formal de retirada, que dura un año. Esa fue la segunda vez de la difusión errónea.
Si Trump gana, salvo que cambie de parecer, estará satisfecho con una de "sus promesas cumplidas" y EE.UU. se mantendrá fuera del acuerdo durante los cuatro años de su presidencia.
Si Joe Biden gana, y cumple su promesa de campaña de regresar al país al Acuerdo, se iniciaría el proceso de reingreso. A partir de que Biden asuma la presidencia en enero de 2021, tendría que presentar la documentación pertinente ante la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático. A los 30 días de esa fecha de esa presentación, EE.UU. volvería al Acuerdo de París.
Las propuestas de Joe Biden
"El plan para una revolución energética limpia y justicia ambiental" es el nombre que enmarca las propuestas del candidato demócrata. Algunas de ellas: lograr una transición a 100% de energía limpia y llegar a 0 emisiones netas a más tardar en 2050, hacer frente al abuso de poder de los contaminadores que dañan a las comunidades más vulnerables, construir mejor resiliencia para adaptación.
En el último debate presidencial, Biden resaltó fomentar autos eléctricos y eficiencia en edificaciones, alcanzar la neutralidad en carbono, reingresar al Acuerdo de París y generar nuevos empleos a través de la promoción de energías renovables.
Uno de los puntos críticos de sus propuestas, y sobre el cual Trump lo presionó en el debate, es su postura respecto del fracking (o fractura hidraúlica, metodología alternativa para la extracción y explotación de hidrocarburos no convencionales). Biden afirmó que no prohibirá el fracking y enfatizó en el gas natural como un hidrocarburo necesario para la transición energética.
Para ello cabe considerar la preponderancia que el gas natural aún tiene en EE.UU. como principal fuente de electricidad y que el fracking es una actividad fundamental en algunos de los estados claves para la votación, como Pensilvania.
Esto no fue bien recibido por el ambientalismo estadounidense y habrá que ver cómo en la práctica se compatibiliza con otra de sus promesas de campaña: eliminar los subsidios a los combustibles fósiles.
Entre las observaciones críticas al futuro del país, algunos enfatizan en los desafíos económicos que significará la descarbonización de la economía o que el plan de Biden no es lo suficiente ambicioso como la propuesta del Green New Deal. Aún con esas posturas críticas, el basarse en la ciencia climática es la principal fortaleza del candidato democrática.