El voluntariado en la tercera edad se asocia a mejores habilidades cognitivas, específicamente una mejor función ejecutiva y mejor memoria episódica. Este es el resultado de una investigación presentada en julio en el Congreso Internacional de la Asociación de Alzheimer en Ámsterdam, Países Bajos, la reunión más grande a nivel mundial de investigadores enfocados en el Alzheimer y otros tipos de demencia.
Según los investigadores, trabajar con fines benéficos o altruistas ofrecen a los adultos mayores un medio para estar más activos físicamente, aumentar la interacción social y proporcionar una estimulación cognitiva que puede proteger el cerebro. Estas actividades pueden variar entre el apoyo de organizaciones educativas, religiosas, médicas u otro tipo de entidades benéficas.
Yi Lor, doctorando de Epidemiología en la Universidad de California Davis (EE. UU.), junto a Rachel Whitmer de la misma institución, examinaron una población diversa a nivel étnico y racial de adultos de 74 años promedio, a través de dos estudios diferentes. El primero fue Kaiser Healthy Aging and Diverse Life Experiences (KHANDLE) Study y el segundo Study of Healthy Aging in African Americans (STAR).
El 43 % de los participantes había sido voluntario en el último año. Los investigadores descubrieron que esto se asociaba a un mejor puntaje inicial en las pruebas de función ejecutiva, las habilidades cognitivas autodirigidas internamente al servicio de una meta y de memoria episódica verbal, es decir, el recuerdo de momentos, lugares, emociones y detalles de contexto de episodios de la vida que se pueden evocar de forma muy nítida.
Asimismo, los que eran voluntarios varias veces por semana tenían los niveles más altos de función ejecutiva. Si bien durante el tiempo de seguimiento (un año y tres meses aproximadamente) se asoció el voluntariado con una tendencia a un menor deterioro cognitivo, no se alcanzó una significación estadística. Lor afirmó: “Nuestros próximos pasos son examinar si el voluntariado protege contra el deterioro cognitivo, y cómo la salud física y mental puede afectar esta relación”.
Donna McCullough, jefa de misión y operaciones de campo de la Asociación de Alzheimer, organización global dedicada a la atención, el apoyo y la investigación de la enfermedad, dijo: “Los voluntarios son los pilares de todas las comunidades e imprescindibles para el éxito y el impacto de muchas organizaciones, entre ellas la nuestra”.
Según la Alzheimer’s Association en Argentina esta dolencia es la quinta causa principal de muertes y afecta a más de 300 mil argentinos. Si bien existen maneras de hacer frente a la enfermedad con terapias y tratamientos farmacológicos, la implementación de sistemas de apoyo y el uso de intervenciones conductuales no farmacológicas pueden mejorar la calidad de vida de las personas con demencia y sus proveedores de cuidados y familiares. Algunas de las opciones son:
- El tratamiento de afecciones médicas coexistentes.
- La coordinación de cuidados entre profesionales de atención médica.
- La participación en actividades que pueden mejorar el estado de ánimo.
- Intervenciones conductuales (para ayudar con cambios comunes, como agresión, problemas de sueño y agitación).
- Educación sobre la enfermedad.
- Creación de un equipo de cuidadores para brindar apoyo.