El trabajo de los ojos
Mercedes Halfon
Entropía
Uno (mi comentario)
El trabajo de los ojos es un libro precioso. Se muere Balzaretti, el oculista, y su legado es la narración de Mercedes. La autora reflexiona, a partir de su historia clínica, sobre la experiencia de la observación y lo hace con lucidez y elegancia. Como si pusiera en pausa el devenir de las cosas, Halfon despliega una extraordinaria capacidad para ver todo detenidamente y así, de alguna manera, su escritura nos genera una nueva conciencia sobre lo que implica mirar.
Dos (la selección)
En toda casa hay cosas que se pierden para siempre. Estuvieron con nosotros y después no. Lápices negros, una media, hebillas del pelo, encendedores, paraguas, llaves. A veces creo que la vista es una bien de ese tipo. Algo que existe de forma irrefutable, muchos lo poseen, pero hay un punto oscuro, un precipicio rocoso desde donde car a un fondo de pantano inaccesible.
Tres
No todos reciben de la misma manera los rayos lumínicos y eso hace que la construcción de las imágenes también varíe. Hasta en visiones normales hay diferencias entre lo que cada uno ve. La pupila puede cerrarse o abrirse por el miedo, la ira o la atracción. En la última instancia, la subjetividad y el punto de vista tienen un principio fisiológicos antes que psíquico. La subjetividad pareciera ser objetiva.
Cuatro
Hoy a la tarde, mientras volvía del trabajo caminando algo cabizbaja por avenida San Juan, escuché la discusión de una pareja: “No te quiero ver más”, le decía ella mientras paraba un taxi. No pude evitar espiarlos. Atardecía y los faroles recién prendidos los bañaban con una luz dorada. Él le contestó: “¿No ves que…?” y un argumento inaudible para mí, pero que revelaba que para él la imposibilidad de ver era algo así como la supresión del entendimiento. O la locura, directamente.
Cinco
Todo lo cercano se aleja, escribió Goethe en un poema.
Seis
El estrabismo es distinto porque los ojos pueden ver, pero están extraviados, no saben hacia dónde dirigirse. La escritura sería una forma de orientación posible, un mapa, una suerte de prótesis que conecta el interior con el exterior.
Siete
La enfermedad que define mi disminución visual y que rige mi estrabismo es el astigmatismo. Podría definirse como un problema de enfoque. Por alguna razón ese sustantivo tan importante para mí es muy utilizado en el lenguaje coloquial. Permanentemente escucho frases como “probá con otro enfoque” o “lo que me gustó fue el enfoque que tuve”. Me molesta un poco. Se da por sentado que es posible elegir un enfoque u otro para lo que sea que se haya decidido hacer. Pero el enfoque es el que nos elige a nosotros. Lo que hacemos, lo que nos gusta, las personas a las que vamos a amar son el resultado de nuestra única posible forma de enfocar.
Santiago Porter nació en Buenos Aires en 1971. Su obra, exhibida en muestras individuales y colectivas en la Argentina y en el exterior, forma parte de numerosas colecciones, tanto públicas como privadas. Recibió la beca Guggenheim (2002), la beca Antorchas (2002) y la Beca Nacional del Fondo Nacional de las Artes (2010). Obtuvo el premio Petrobras-Buenos Aires Photo (2008) y en 2011 fue seleccionado para participar del Programa de Artistas de la Universidad Di Tella. Es autor de los libros Piezas (2003), La ausencia (2007) y Bruma (2017). Es profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés y en la Licenciatura de Fotografía de la Universidad Nacional de San Martín. Vive y trabaja en Buenos Aires.
En SIETE PÁRRAFOS, grandes lectores eligen un libro de no ficción, seleccionan seis párrafos, y escriben un breve comentario que encabeza la selección. Todos los martes podés recibir la newsletter, editada por Flor Ure, con los libros de la semana y novedades del mundo editorial.