El racismo o la creencia de ser superior - RED/ACCIÓN

El racismo o la creencia de ser superior

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La polémica con los insultos racistas al jugador del Real Madrid Vinicius Jr. durante un partido de fútbol, cuando un aficionado del equipo contrario, el Valencia CF, le llamó “mono” a gritos, sigue dando que hablar.

El racismo o la creencia de ser superior

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El racismo es un concepto complejo que puede resumirse como “no aceptar la diferencia”, bien en el ámbito del pensamiento, en el ámbito de las actitudes o en ambos. Así, el racismo podría categorizarse en tres dimensiones: ideología, opiniones y actitudes, y conductas o prácticas.

Por otra parte, los planteamientos que puede manifestar el racismo pueden analizarse tanto desde perspectivas individuales como grupales.

En este último caso, además, se puede estudiar el comportamiento interno dentro del grupo o la relación del grupo con la sociedad. Es especialmente aplicable a nuestro actual contexto la llamada teoría del conflicto, que explica la hostilidad y los prejuicios hacia extranjeros y minorías étnicas debido a la competencia (real o percibida) por recursos escasos y socialmente valorados, ya sean bienes materiales (empleo, acceso a prestaciones sociales…) o no materiales, como el poder.

Qué es racismo

Una clasificación muy interesante de las diferentes formas de racismo es la realizada por Gerard Kleinpenning y L. Hagendoorn. Estos autores consideran diversos factores desde el punto de vista racial: diferencias, superioridad, amenaza, derechos, ajuste, segregación, distancia y visión de la sociedad ideal.

En función de estos factores establecen cinco grupos de actitudes que desembocan en formas de racismo. Clasificadas de mayor a menor tolerancia, son las siguientes:

1) No racismo

2) Racismo aversivo

3) Racismo etnocéntrico

4) Racismo simbólico

5) Racismo biológico

Las diferencias de capacidad se aprenden para los no racistas, los aversivos y los etnocentristas. En cambio, para los racismos simbólicos y biológicos, son innatas. Para los no racistas y los aversivos, no hay razas superiores. Para los etnocentristas y simbólicos, existe la superioridad cultural del propio grupo. Los racistas biológicos opinan que hay superioridad biológica. Los no racistas y opinan que el otro grupo enriquece. Para los aversivos, el contacto es amenazante, un problema social. Para los etnocentristas y simbólicos, el grupo entraña una amenaza cultural; es un problema social. Y para los biológicos, el otro grupo amenaza degenerar nuestra raza. Para no racistas y aversivos, debe existir igualdad de derechos. Los etnocentristas consideran que no hay derecho a igualdad y deben someterse. El racismo simbólico opina que tienen derecho de ser iguales pero no más de lo merecido. Los racistas biológicos no les otorgan ningún derecho. El otro grupo es libre de vivir su propia cultura para no racistas o racistas aversivos. Para los etnocentristas, deben ajustarse a la cultura de nuestro grupo. Los racistas simbólicos creen que pueden vivir como quieran pero dentro de áreas limitadas, mientras que los racistas biológicos consideran que deben ser excluidos totalmente. Los no racistas rechazan la segregación física. Los aversivos defienden la distancia hacia el otro, mientras que los etnocentristas y simbólicos consideran que debe haber separación cultural entre grupos. Los racistas biológicos defienden la segregación física. Para los aversivos y etnocentristas no debe haber distancia entre grupos, pero para los simbólicos y biológicos debería existir mucha. Los no racistas consideran que la sociedad ideal es plural. Los aversivos, etnocentristas y simbólicos creen que la cultura de nuestro grupo debe dominar y ser aceptada por los otros grupos. Los racistas biológicos abogan por la homogeneidad, una sociedad de raza pura.
Clasificación de las formas de racismo y sus características. Agulló et al. (2004) (Fuente: Kleinpenning y Hagendoorn (1993); Grossi (1999)

Como se deduce de lo descrito, el racismo viene a ser una interpretación ideológica que confiere a cierta raza o grupo étnico una posición de poder por encima de otros, sobre la base de atributos físicos o culturales, así como de recursos económicos. El racismo implica relaciones jerárquicas en las que la raza “superior” ejerce el dominio y el control sobre las demás.

Qué es xenofobia

La cuestión de la xenofobia incorpora matices respecto al racismo, pues se refiere a las actitudes, los prejuicios y las conductas que rechazan, excluyen y, a menudo, denigran a las personas fundadas en la percepción de que se trata de forasteros o de extranjeros ajenos a la comunidad, a la sociedad o a la identidad nacional.

En muchos casos es difícil distinguir el racismo de la xenofobia como motivaciones conductuales, ya que las diferencias en las características físicas se suelen presuponer para discriminar al “otro” de la identidad común.

Sin embargo, las manifestaciones de xenofobia podrían ir dirigidas contra personas con idénticas características físicas, incluso con afinidad de parentesco, cuando estas llegan, regresan o emigran de Estados o zonas que los nacionales consideran foráneas. Esto es, la xenofobia tiene que ver con el estereotipo y el prejuicio más que con la ideología.

Es más, en el caso concreto español resulta relevante pararse a considerar si determinadas actitudes hostiles hacia los inmigrantes no estarían sobreestimando actitudes pretendidamente racistas y minimizando entonces la xenofobia.

Así, la propia procedencia de los inmigrantes internacionales implica que, en muchos casos, pertenezcan a una etnia diferente a la nuestra. Sin embargo, muy posiblemente no sea ese rasgo el que origine prejuicios o actitudes negativas hacia ellos, sino simple y llanamente la percepción de los supuestos efectos perjudiciales que produciría la inmigración en los intereses económicos y laborales de la población autóctona.

Sería, pues, más acertado referirnos a la xenofobia en lugar de al racismo.

La violencia del deporte

Vinicius es una persona de raza negra, pero es a la vez un privilegiado dentro de la sociedad, luego no “molesta” a “españoles de pura cepa” ni en los centros de salud, ni en el colegio, ni en las colas del paro.

Estaríamos hablando aquí de otro fenómeno, que es la violencia multitudinaria en el deporte. Esto es, conductas de carácter arbitrario y prepotente, destructor y pseudojusticiero, influenciadas por la excitación del momento y por la sensación de impunidad que surge de la masa. La violencia puede ser física o psíquica.

Evidentemente, factores no excluyentes como el racismo o la xenofobia, la adhesión a grupos radicales, el consumo de alcohol y drogas o la influencia de los medios de comunicación potencian este tipo de comportamientos.

El recurso al color de la piel es una salida fácil en un ambiente enfervorecido, pero también es cierto que igual de fácil es decir “hijo de puta” sin que ello suponga una conducta despectiva hacia la madre del mencionado.

Opino, pues, que debería darse al episodio la importancia que se merece desde el punto de vista del racismo. No hay que olvidar, por supuesto, las firmísimas sanciones que deberían existir para este tipo de conductas grupales, ni la necesaria pedagogía social que es necesario llevar a cabo para alejar a la sociedad de las verdaderas actitudes discriminatorias hacia los diferentes. Pero esto es tema de otro artículo.

Mercedes Fernández, Senior researcher, Universidad Pontificia Comillas

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.