El médico Miguel Pedrola se entusiasma con una idea que, de cumplirse, sería un hito: “Si en 2030 se logra terminar con la epidemia de Sida , será la primera vez en la historia de la humanidad que una epidemia habrá comenzado y finalizado en una generación”. También podría ser, aunque no lo diga, una marca indeleble en su vida profesional, dedicada desde sus comienzos a la prevención del VIH, y también a la detección y tratamiento de las personas que viven con el virus de inmunodeficiencia humana.
Pedrola esboza un resumen de una historia que puede cambiar para siempre en las próximas décadas: “En 1981 se conocen los primeros casos de la enfermedad, luego se descubre el virus de VIH y en el 2030 es probable que se logre su erradicación. Esto será un paso importante para observar el avance que tuvo la ciencia”. ¿Cuáles son pilares para pensar así? El test de VIH ya es sencillo de hacer. Mientras que las personas diagnosticadas y en tratamiento no transmiten el virus.
Sin embargo, ese recorrido no es tan sencillo: “El problema es que no existe un acompañamiento político. Y esto se ve en la actualidad con la falta de entrega de algunos medicamentos antirretrovirales en tiempo y forma”.
El médico, oriundo de la localidad santafesina de Venado Tuerto, es actualmente director científico de AHF Argentina (AIDS Healthcare Foundation por su sigla en inglés), una organización internacional que trabaja en prevención y respuesta integral al VIH y Sida, y que está instalada en nuestro país.
Su vinculación con el HIV, comenzó hace casi tres décadas. Pedrola recuerda su derrotero por las aulas de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario y su residencia en un hospital de Granadero Baigorria. Allí, producto del indescifrable laberinto del destino, Pedrola comenzó a sumergirse en el mundo de una enfermedad de la que pocos querían hablar. En aquellos días, el Sida era sinónimo de drogas y promiscuidad; era un submundo desconocido en el que nadie osaba asomarse, o lo hacía con muchos temores. Pero Pedrola aceptó las cartas que le salieron en la partida y en poco tiempo comenzó a ser “el residente joven que atiende a personas con SIDA”. Así, con muchas menos certezas sobre VIH que en el presente, transitó sus primeros años de ambo médico y estetoscopio colgado al cuello.
“El test de VIH debe ser parte de la salud pública”, asevera Pedrola y explica: “Hoy se sabe que la persona que está en tratamiento efectivo no transmite el virus. Sin embargo, para llegar con los medicamentos, es necesario conocer el diagnóstico”, dice y luego detalla: “Una dificultad para la entrega de medicamentos antirretrovirales surgió en la Argentina con el traspaso de la Secretaría de Salud a la órbita del Ministerio de Acción Social: esta decisión implicó que se cambió una política de salud pública por otra asistencialista”, agrega.
Lograr que el test sea más accesible
“La puerta siempre es el análisis”, insiste Pedrola y se explica: “Hay que lograr que sea lo más accesible posible. Es necesario romper todas las barreras para llegar al diagnóstico precoz”.
El estigma y la discriminación, por ejemplo, hacen que hoy no se llegue a la meta internacional de que el 90% de las personas que viven con VIH en la Argentina lo sepan.
Las cifras de la Dirección de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual de la Secretaría de Salud estiman que 129 mil personas viven con VIH en la Argentina, de las cuales el 80% conoce su diagnóstico, mientras que el resto nunca se testeó. Por año, se notifican oficialmente 5.800 casos. Y la mayoría de las infecciones se producen por relaciones sexuales sin protección.
“Sin embargo, para 2020, de acuerdo con las metas fijadas por la Organización Mundial de la Salud, deberíamos llegar a conocer el diagnóstico de 90% de las personas infectadas, y luego lograr el acceso al sistema de salud, con un tratamiento adecuado, que no sólo son las pastillas, sino también cuestiones estructurales que lo sostengan. Sabemos que los test y los medicamentos, en general, están disponibles. Pero lo más difícil es que la gente concurra a hacerse los análisis”.
En todas las provincias de la Argentina se puede acceder a la prueba de forma gratuita en cualquier hospital o centro de salud públicos, con asesoramiento previo y posterior del personal de salud. No es requisito presentar documento de identidad u orden médica.
Un récord guinness para difundir la importancia de hacerse el test
La idea surgió por la intención de llegar a la mayor cantidad de personas. Con ese objetivo, en Rosario, provincia de Santa Fe, en 2012 se logró certificar el récord, vigente hasta hoy, por la mayor cantidad de test realizados en una ciudad: se hicieron 3.733 pruebas en 8 horas. Con el paso del tiempo, AHF Argentina ya realizó más de 100 mil análisis de VIH en todo el país.
Con ese logro, Pedrola recorrió hacia el sur los 134 kilómetros que separan Rosario con Venado Tuerto. En su ciudad natal también logró números que invitan a ilusionarse: con una estrategia sanitaria bastada en el diagnóstico temprano, redujo de 0,95 por ciento en 2013 a 0,27 por ciento en 2017 los casos de VIH.
Con su frase motivadora “Cuidate - Testeate- Tratate”, AHF Argentina convoca además, una vez por año, a La Noche de los Testeos, que comienza al anochecer de un sábado de febrero, y consiste en la instalación de puestos donde se realizan pruebas gratuitas, seguras y confidenciales de VIH. Además, se ofrece información y se reparten preservativos.
“A veces cuesta entender que solo una gota de sangre puede definir el diagnóstico de VIH, para comenzar luego el tratamiento”, dice el médico Pedrola. Con el test rápido el resultado se puede obtener en menos de 20 minutos. Un dato para tener en cuenta es el período ventana, de tres a cuatro semanas, que es el lapso que transcurre desde que el virus ingresa al cuerpo hasta que se produce la cantidad de anticuerpos necesaria para que las pruebas puedan detectarlos.
“Cuando instalamos un puesto para realizar testeos se llena de gente y cuando le preguntamos a cada persona por qué nunca se había hecho la prueba, responden en general que porque nunca se lo pidieron”, explica el director científico de AHF Argentina. “La mayoría no tiene presente el tema. Si el profesional de la salud no se lo ofrece, nadie lo pide. Pero sin embargo, existe gente que sí está interesada en conocer si tiene o no el virus. Por eso es importante que en algún momento se encuentren con una carpa donde se testea. El sistema de salud de alguna manera instala el tabú del VIH”.
¿Quiénes deben realizarse el análisis?
Toda persona que en los últimos 40 años tuvo relaciones sexuales debería testearse. La única manera de saber si una persona tiene el virus es realizándose la prueba. A partir de allí, se puede definir el cuidado de la salud de la persona, y de sus allegados.
El virus se adquiere en su mayoría por relaciones sexuales sin preservativo con una persona que no sabe que está infectada, y al desconocerlo tiene su carga viral alta. Tener el diagnóstico permite a los pacientes acceder al tratamiento.
Las cifras que más preocupan en la Argentina
Hoy tenemos en el país 6000 nuevas infecciones por año, y entre mil 500 a 2000 muertes anuales. Es mucho. Y casi el 5% de transmisión materno-fetal, cuando debería no ser superior al 2,5%.
Esto quiere decir que todos los años pueden llegar a haber hasta 2000 personas que mueren por VIH porque llegan tarde a un diagnóstico y no hay mucho para hacer. Y cuando hay 6000 nuevos infectados es porque no estamos medicando bien.
El gobierno se escuda en que como el gobierno es federal, no puede hacer mucho dentro de las provincias y las provincias, por su parte, dicen que las compras de medicamentos las centraliza la Nación.
La meta que desvela a Pedrola, mientras recorre incansablemente varios países por año como representante de AHF, es lograr que la mayor cantidad de personas posible acceda a la prueba de VIH. Un ejemplo de su actividad en ese sentido es la tarea desplegada en su ciudad natal, Venado Tuerto.
“La acción se basó en la promoción gratuita de pruebas rápidas, el asesoramiento a las personas en diferentes servicios de salud y la implementación de servicios amigables para las poblaciones clave”, relata el médico. “En este último grupo, se promocionó el uso del preservativo, el tratamiento de infecciones de transmisión sexual, el seguimiento clínico y de laboratorio para las personas con resultados reactivos para el VIH y así como el inicio temprano del tratamiento antirretroviral”.
“Testearse es indispensable para conocer de qué lado estás, y si el análisis da positivo, podés tratarte y tener una vida sexual plena”, afirma Pedrola.