La filantropía no ha tenido la mejor prensa más por desconocimiento que por su naturaleza. Es lógico que en un mundo de cambios también se replantee la interacción entre el mundo de la producción, en constante cambio de paradigma tecnológico y la globalización como un hecho incontrastable.
Por eso el Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE), una asociación civil conformada por fundaciones y empresas (47 en total) comprometidas con el desarrollo sostenible se replanteó su misión para adecuarla a los desafíos de los tiempos que corren.
“A lo largo de estos años pusimos a disposición de la sociedad un sinnúmero de publicaciones, brindamos a nuestros socios diferentes espacios de aprendizaje e intercambio de experiencias, conformamos grupos de afinidad y realizamos encuentros y seminarios de gran representatividad en el sector”, expresa su director ejecutivo, Javier García Moritán.
En la última jornada anual de la institución “Una nueva economía para el bien común”, en lugar de solemnes ponencias, el maestro Ángel Mahler ofreció a los asistentes en la cúpula del CCK una muestra cabal de lo que significa la sinergia del esfuerzo individual bajo una idea común con un ejercicio simple pero contundente. Primero tocaban en solitario sus instrumentos los concertistas del quinteto de cuerdas y luego bajo la batuta del director, aunaban esas melodías y conseguían el objetivo de convertirlas en una potente pieza musical. El mensaje es claro: la idea rectora ayuda a coordinar el esfuerzo mancomunado de todos, el bien común supera en sostenibilidad y en efectos sobre toda la comunidad que las “utilidades” individuales.
María Julia Díaz Ardaya (Gerente de Sustentabilidad del grupo Telecom) explicó que el GDFE llevó adelante una propuesta en la que reconoce cómo la agenda de la Inversión Social Privada y la sustentabilidad lograron instalarse con fuerza en nuestro país. “Sin embargo, hoy es necesario lograr mayor escala y velocidad, frente a los desafíos sociales que enfrentamos como colectivo”, señaló Díaz Ardaya, en la apertura.
En la Jornada, por ejemplo, la invitación fue la de “repensar el rol de las instituciones en la sociedad” proyectando que el Estado, las empresas y la sociedad civil están interpeladas para indagar cómo contribuyen al bien público. El austríaco Christian Felber, líder de la Economía del Bien Común; la canadiense Joey Adler, con su visión unificadora de la filantropía y los negocios y el local Rubén Pesci, fundador del Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales, fueron los oradores.
Díaz Ardaya agrega un interrogante sobre el rol de integrar el bien público en el día a día de una institución. ¿Es de la persona que se ocupa del capítulo Ética y Compliance? ¿De quién tiene a cargo la RSE? ¿O es una tarea transversal, de todos en la organización? Y propuso la asunción de una integridad con mayúsculas y sin excusas, para que el sector privado pueda hacer su verdadera contribución.
Como proponía Adler, “aliviar el estrés” de sus equipos de trabajo en la empresa es una forma de despertar el potencial humano de cada una de las personas que la rodean. El objetivo es el de optimizar el impacto ético, social y ambiental, a través del desarrollo de modelos comercial y financieramente viables. Y también poder integrar cadenas de valor globales con foco en el impacto social positivo y la tecnología, y procesos productivos virtuosos pensados desde la sustentabilidad. Sin sustentabilidad, no hay responsabilidad social que trascienda, el impacto sólo es en el corto plazo y se puede volver hasta contraproducente.
El propósito del GDF es el de avanzar en la idea de los negocios inclusivos, no como una categorización sino como algo integral que se oriente al bien común. Una mirada en la que integralidad de los abordajes y lo sistémica, sea la norma. Este enfoque implica buscar socios para generar programas innovadores como facilitadores, no como ejecutores clásicos. Además, ya que existen demandas sociales que no son abordados por nadie, ¿por qué no lideramos estas iniciativas?
El GDFE seguirá trabajando en las tres dimensiones destacadas: el diagnóstico sobre la realidad sobre la que se desea intervenir, la capacidad de transformación de las instituciones cuando identifican el bien público como su fin esencial y la manera en que las personas, formadas y acompañadas, pueden impulsar las transformaciones necesarias. En particular, a través de tres programas prioritarios para 2019:
- Articulación de políticas públicas para el desarrollo. Trabajo en ciudades (Sunchales, Lules, Rincón de los Sauces y Comodoro Rivadavia) invitados por socios que aterrizan allí para abordar un tema. No sólo para generar una mesa de negociación sino para plataforma de políticas públicas. Una forma de democracia más extendida para hacer surgir iniciativas financiadas por los socios.
- Bregar por un marco regulatorio para que se promuevan mejores conductas empresariales. Reportes para “economía del bien común” para poder obtener esos “beneficios”, con la metodología elaborada por Michael Fellner
- Empoderamiento de agentes de cambio. Porqué no generar un espacio para empoderarse, impregnar estas ideas y fortalecerse como gestores de cambio.