En la previa del inicio de la campaña de vacunación para prevenir el COVID-19, el gobierno nacional anunció en su web oficial que Argentina iba a “recibir al principio una cantidad limitada de vacunas, que luego crecerá durante la primera mitad de 2021. Por eso, al inicio del plan de vacunación, algunos grupos tendrán prioridad sobre otros de acuerdo con la exposición a la enfermedad, por las funciones estratégicas que tengan o por los riesgos que presenten”.
Unos meses antes, una resolución del Ministerio de Salud nacional había establecido los grupos de riesgo en el contexto de la pandemia. Entre ellos figuraban quienes tienen certificado único de discapacidad (CUD) y también otras personas con patologías o condiciones (como la fibrosis quística o haber pasado por un trasplante) también englobadas en la población de personas con discapacidad. Se estima que alrededor del 10% de la población argentina tiene alguna discapacidad (aunque solo 1.378.983 tienen CUD).
Las respuestas a tus preguntas sobre las vacunas
Pese a estar dentro de la población de riesgo, las personas con discapacidad no fueron incorporadas, al menos no explícitamente, en ninguno de los siete grupos que el Gobierno señaló a la hora de enumerar prioridades para vacunar (empezando por trabajadores de la Salud).
Si bien distintas agrupaciones de personas con discapacidad habían señalado la importancia de ser vacunadas, fue el escándalo conocido como vacunatorio VIP lo que hizo recrudecer el pedido de tener prioridad para recibir la inmunización.
Los motivos por los que personas con discapacidad piden ser priorizadas en la vacunación
1.Comorbilidades y más letalidad
Un informe de la Agencia Nacional de Discapacidad con información recabada hasta el 23 de septiembre corrobora que la discapacidad va asociada a una tasa de mortalidad más elevada: de los casos confirmados que tenían CUD, habían fallecido un 7%, contra un 2,2% de los casos sin CUD. Una letalidad más de tres veces mayor.
Por su parte, la Alianza Internacional de Discapacidad (IDA, por sus siglas en inglés), destaca que “la mayoría de las personas que han fallecido a causa del COVID-19 han sido personas con discapacidad”, y que “las personas con discapacidad intelectual han tenido hasta seis veces más probabilidad de morir que otras personas”. Además, “algunas personas con discapacidad también tienen mayor riesgo de desarrollar graves problemas de salud como consecuencia del COVID-19”. La IDA también señala que no solo en Argentina las personas con discapacidad se sienten ignoradas.
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Uno de los factores que podría explicar la mayor tasa de letalidad es la existencia de comorbilidades: trastornos asociados a la enfermedad o discapacidad de base. En ocasiones, estas comorbilidades se asocian a factores que aumentan el riesgo en caso de contraer coronavirus: problemas cardiovasculares, respiratorios o hepáticos, obesidad o diabetes tipo 2, por citar algunos.
Qué responder si alguien dice... se ve que esa persona padece alguna discapacidad
Cuando preguntamos en distintos grupos de Facebook de personas con discapacidad sobre por qué consideran que debieran ser priorizadas en la vacunación, muchas respuestas estuvieron ligadas a los factores de riesgo.
“Tengo parálisis cerebral, por hipoxia. En mi caso existe dificultad para toser y expectorar”, explica Laura Mateos Oliva.
“Las personas con síndrome de Down tienen complicaciones de corazón y del sistema pulmonar, que son totalmente comunes en ellos, son de un riesgo alto para el COVID-19”, advierte Gabriel González, padre de dos hijas con el síndrome.
Norma Chamson, de la asociación Grupo de Pacientes con Ataxia, aclara que entre las distintas manifestaciones de esta enfermedad “algunas comorbilidades pueden generar una cierta fragilidad frente a lo que provoca el virus”. “Por ejemplo, muchos de los pacientes con Ataxia de Friedreich sufren una afección cardíaca o han generado una diabetes tipo 2”, explica.
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Verónica Vero usa barbijos desde bastante antes de la pandemia: una de las dos enfermedades que tiene debilita su sistema inmune. Ella aclara que no toda discapacidad debiera dar prioridad para la vacunación (en un contexto en el cual escasean las dosis), ya que no todas se asocian a factores de riesgo: “Creo que la discapacidad en sí no es motivo para tener prioridad para recibir la vacuna. Una cosa es tener una discapacidad respiratoria y otra ser hipoacúsico. En el segundo caso podés esperar tranquilamente para recibir la vacuna (acá no estoy contemplando la edad, ni esencialidad laboral)”.
Marcelo Hugo Guerra, con discapacidad visual, va en la misma línea: “No creo tener mayor probabilidad de muerte por ser ciego”, admite.
2. La dificultad para cuidarse
Karina Herrera, presidenta de la Asociación Familias Personas con Discapacidad y Prestadores por la Inclusión aclara que las comorbilidades asociadas a factores de riesgo son solo uno de los motivos por los cuales las personas con discapacidad debieran priorizarse en la vacunación.
“También está la vulnerabilidad al no poder cumplir los protocolos por cuestiones sensoriales. Por ejemplo, hay personas que no toleran olores como a la lavandina; otros las texturas del alcohol. Otros por tener discapacidades más severas no pueden usar barbijo”.
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“Mi hijo es hiperactivo. Tiene 14 años. Se encuentra dentro del espectro autista y es muy difícil que cumpla con las medidas de distanciamiento”, dice Clider Sosa. Y Jenifer Romero aporta que algunas personas con autismo, como su hijo, no puede evitar “tocarse la cara”. Al mismo tiempo, hay quienes señalan los riesgos de contagio implicados en movilizarse en sillas de ruedas: hay que tocar a cada rato la rueda que a su vez toca el suelo.
3. Un sistema que aún no está preparado
“Mi hija tiene espasticidad, sobre todo en miembros inferiores, y se moviliza con bastones canadienses. ¿Qué ocurría si la tuviesen que internar y aislar? ¿ Están los hospitales preparados para asistir a personas dependientes?”, se pregunta Marcos García.
Hace algunos meses, nos preguntamos lo mismo. Y encontramos que, mientras varias jurisdicciones elaboraron protocolos de atención para personas con discapacidad, aún hay mucho para trabajar en la materia.
A esto se suma que muchas personas con discapacidad están en permanente contacto con personal de salud, trabajadores esenciales con más riesgo de contagio.
El caso de Neuquén
En este contexto, la Agencia Nacional de Discapacidad respondió que “se está trabajando con el Ministerio de Salud y el Consejo Federal de Salud”.
Pero, a la vez, organizaciones de la sociedad civil, con énfasis en los motivos que explicamos más arriba, reclaman a sus jurisdicciones que este colectivo sea priorizado. Por ejemplo, el Consejo Argentino para la Inclusión de las Personas con Discapacidad hizo una fuerte campaña para visibilizar este pedido y acompañó reclamos en distintas jurisdicciones.
En Argentina, en las provincias de Mendoza y Santa Fe se comenzó a vacunar a personas con discapacidad que se encuentran en hogares. Por su parte, la subsecretaría de Discapacidad de Córdoba convocó a las personas con discapacidad a mandar un mail para considerarlas a la hora de la vacunación. Y San Luis, el último miércoles, informó que incorporará en el formulario de inscripción para vacunación la pregunta: “¿Tiene alguna discapacidad?”. Luego, el Ministerio de Salud evaluará la información sanitaria del solicitante para saber si su discapacidad se socia a factores de riesgo.
Pero fue Neuquén la primera provincia que abrió puntualmente un registro para la vacunación voluntaria de personas con discapacidad.
“El gobernador (Omar Gutiérrez) escuchó las voces del colectivo y de las organizaciones que lo representan”, cuenta Andrea Umanzor, subsecretaria de Discapacidad de la provincia patagónica.
El registro se abrió el lunes 1 de marzo y ese día se anotaron 400 personas. Deben completar un formulario online. Luego, el Ministerio de Salud y la Subsecretaría de Discapacidad cruzan datos para para ver que el CUD coincida con el DNI.
En el caso de mayores de 60 años, se les asigna el turno automáticamente. Para quienes tienen entre 18 y 59 años, se hace un ida y vuelta telefónico que puede tomar algunos días. Primero se les explica que requieren un certificado médico que indique que su discapacidad está asociada a factores de riesgo (ya que se empieza la vacunación con este universo de personas con discapacidad). Y, también debe constar en el certificado que no hay una contraindicación para recibir la vacuna. “Esto es algo que debe advertir el médico, no podemos saberlo solo con el CUD”, explica Umanzor. Constatados estos dos aspectos, se asigna el turno.
“Se vacunan unas 100 personas por día. Es una sensación gratificante”, destaca la subsecretaria.
En Neuquén hay registrados 24.172 personas con certificado único de discapacidad. Para quienes no lo tienen y deseen poseerlo (es voluntario), la Subsecretaría instaló juntas evaluadoras en distintos puntos de la provincia que buscan acelerar el proceso. Para quienes tienen problemas de conectividad, el registro puede obtenerse telefónicamente. Y, en casos de personas con movilidad reducida, se ofrece un servicio de transporte accesible. La información está disponible en la web del Ministerio de Salud.