El Glaciar Perito Moreno lo hechizó: fue más de 150 veces y sus fotos son maravillosas - RED/ACCIÓN

El Glaciar Perito Moreno lo hechizó: fue más de 150 veces y sus fotos son maravillosas

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

El fotógrafo de naturaleza Andrés Bonetti cuenta lo que sintió en aquellos viajes, relata los motivos de su pasión y también sus preocupaciones. Observa como la mayoría de los glaciares retroceden a pasos agigantados y pide que los cuidemos.

El Glaciar Perito Moreno lo hechizó: fue más de 150 veces y sus fotos son maravillosas

El Perito Moreno es uno de los tantos glaciares que forman el Parque Nacional Los Glaciares. Fotos: Andrés Bonetti.

“Me emociona la naturaleza. Me gusta contemplar, sentir, por eso cada foto a veces demora horas, hasta días. El Glaciar Perito Moreno tiene sonidos todo el tiempo, como hielos que se quiebran. Te regala una brisa en la cara que es fría, por más que sea verano. Es increíble, con sus luces cambiantes, su viento, la lluvia o nevisca, y todo lo que sucede ahí. El impacto de ese paisaje maravilloso está aún en mis retinas”, dice el fotógrafo de naturaleza Andrés Bonetti.

El hombre que recorre la Patagonia hace más de 30 años, capturando sus paisajes, su fauna, fotografió a todos los glaciares desde tierra y aire, publicó varios libros que están en circulación. En el ’85 fue por primera vez a el Glaciar Perito Moreno, en modo turista y en el 99 volvió y empezó de nuevo.

De ahí, siguieron 150 viajes hasta el año 2010, después fue decayendo la frecuencia, pero casi van 200. A medida que visitó el Parque Nacional los Glaciares en El Calafate observó como la mayoría de los glaciares retrocedían a pasos agigantados.

«Hasta el 2006 iba casi todos los meses. En esa época en Calafate había 3.000 habitantes y hoy hay 30.000”, dice Andrés, piensa y aquella época, en la que el camino para llegar al glaciar era de ripio y relata que nunca más paró de volver. Demoró cinco años para hacer el libro que quería y cuando estaba por terminar apareció la primera ruptura.

“Era el año 2004, habían pasado 17 años sin rupturas. Me avisan que iba a haber una, todo el mundo hablaba de la última, que había sido el año 1987. Llegué sin saber mucho y fue una experiencia increíble”.

Salió con prisa desde Puerto Madryn en su auto, iba por el camino apurado, paraba a a cargar combustible, veía la camioneta del canal de televisión TN que estaba en las estaciones de servicio y le daba esperanza de llegar a tiempo. Lo hizo, y directamente se fue al Glaciar.

Se quedó a dormir en el vehículo, en la playa estacionamiento. Al otro día a las 7 de la mañana empezó a hacer fotos. Todo pasó rápido. El tercer día, a las 7 de la tarde cayó, y esa masa de hielo lo hechizó para siempre.

“Fue la primera ruptura televisada. La perforación fue muy rápida en un día desapareció todo ¡Y fue una sensación! Parece que tiembla toda la tierra. Es tremendo porque es una masa de hielo muy grande y se escucha ese ruido, como un trueno. Tiene más o menos 60 metros de alto es un edificio y un ancho de unos 50 metros, o sea, media cuadra y todo se desploma de golpe, cae en una explosión”, dice y la magia del momento vuelve en sus palabras y en sus fotos.

Desde ese momento el encantamiento fue total. La naturaleza, los hielos, cada día quería ir más, a hacer otras cosas y a otros glaciares. En adelante estuvo en cada ruptura. Después del 2004 vinieron otras en 2006, 2008, 2012, 2016 y todas tuvieron una particularidad diferente.

“La de 2006 fue de noche con mucha lluvia me mojé muchísimo tres días de agua, la tercera fue en invierno cayó el 9 de julio con 25 bajo cero. En la anterior había tres mil personas y en la del 2008 solamente 17. Nadie había podido llegar por el hielo, la nieve, yo había pasado y me quedé a dormir ahí, entonces no tuve que volver. Después vino la de 2012 que fue de nuevo de noche, en 2016 fue de día y hermosa, con siete mil personas, se hizo más popular», recuerda.

Pero en cada vuelta, ve algo que lo preocupa. «Hay una aceleración en el fenómeno de la contaminación atmosférica y del calentamiento global. Tenemos responsabilidad y hay que actuar, para que las nuevas generaciones, puedan disfrutar de un paisaje maravilloso como el que nos tocó a nosotros, y no solo hablamos de glaciares sino de bosques, de agua potable, y de aire puro».

El ser humano empieza a tener responsabilidad en el retroceso de los glaciares a partir de 1860, motivado por la contaminación de la revolución industrial. El cambio más importante en el retroceso de los glaciares es cuando llega el año 1980 es decir hace 4 décadas. En la Patagonia, van perdiendo masa de hielo pero los retrocesos más notables se han dado en el Glaciar Upsala y Viedma que han perdido kilómetros de masa de hielo.

«Vi como retrocedieron dos glaciares, que son los más grandes el Upsala que retrocedió más de tres kilómetros y el Viedma. En pocos años vimos ese retroceso, o sea que lo que yo vi ya no lo va a ver nadie. La atmósfera es una sola, y eso hace que por más que vos cuides acá, si en otro lugar no cuidan el problema se hace grande. Es hora de tomar conciencia. Siento que por ahí si mostrás la naturaleza, si conocés los hielos y te enamoras de ese lugar, vas a querer cuidarla», relata y su trabajo, cobra un valor más.

Celebra que el turismo se desarrolle en Patagonia para que la gente conozca. «Un turismo de Patagonia que es único, es vida salvaje, que tiene los hielos», destaca.

Muestra sus fotos revive esos momentos. Cuenta que se queda en el lugar, vive horas de una espera que disfruta. «Las saco desde adentro, hay momentos en que cuando saco una foto, siento algo como que tiene otro sentido, después la belleza queda ahí, queda en la foto», dice y después de casi 200 viajes, cuando le preguntan que haría si le avisan que se está rompiendo en glaciar no lo duda.

«Si me dicen que se está rompiendo, me vuelvo de donde sea, agarro el equipo y salgo. Es imperdible, estás desde que amanece hasta el anochecer y así todos los días hasta que te paras ahí arriba y lo ves… y siempre te emocionas».

Más de 30 años, como testigo de la belleza de la Patagonia


Andrés Bonetti, egresó de la Escuela de Artes Lino Spilimbergo de Córdoba. En los últimos 30 años recorrió mas de un millón de km en la Patagonia, Islas Malvinas y Antártida para obtener uno de los bancos de imágenes más importante de la Patagonia Austral.

En el 2018 creó la editorial Extremosur junto a la fotógrafa Alejandra Brátin para editar su línea de libros. Lleva publicado una docena de títulos. Está trabajando en un libro de Península Valdés que empezó hace dos años.

Su próxima idea es hacer algo de Patagonia en el invierno más crudo. Y tal vez, en poco tiempo anuncie una muestra, y sin dudas la presentación del libro.

Este contenido fue originalmente publicado en RÍO NEGRO y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN