¡Hola! Hoy quiero compartir otra muestra de cómo el hecho de atravesar una situación difícil no nos impide levantar la vista y ver al otro que también sufre.
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Una brevísima historia, que podría escribirse muy larga. Pero también brevísima, porque es contundente. Podría titularse: “Recibimos un WhatsApp de Hugo”.
Él nos cuenta que está en una plaza de una gran ciudad, preocupado por la situación de una mujer en situación de calle. Él se entera de que la temperatura va a bajar mucho. Aparentemente tiene una conversación con la mujer y, al percatarse de que está en la calle y muy desabrigada, le sugiere que, al menos, intente conseguir un abrigo. Y se ofrece a ayudarla
Parece que entran en confianza y Hugo le pide sacarle una foto. Se la envía a un conocido. “Esta mujer va a dormir acá, está desabrigada, necesita abrigo. ¿Podrían darle una mano?”
Es raro que se genere tanta confianza con alguien de la calle. Tanto le creyó ella que casi posa para sacarse la foto.
Parece una historia más. No tendría la dimensión que tiene si no fuera porque Hugo también está en situación de calle. Él también sufre el frío desde hace mucho tiempo. Recibimos un WhatsApp de Hugo para contarnos que una mujer va a dormir en la plaza… en la misma en la que él también duerme. Una historia breve, pero que muestra la maravillosa capacidad de dar de Hugo. Y de todos los seres humanos.
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En las últimas semanas hablamos bastante desde OXÍGENO sobre lo que viven las personas en situación de calle. Y justamente el ejemplo de Hugo es algo que refuerza lo que ya dijimos: que es necesario levantar la mirada para mirar a quienes se encuentran allí y dar nuestra ayuda. Especialmente en tiempos de frío.
También es importante que dejemos los prejuicios de lado al hablar de quienes están en situación de calle. Porque, como nos contaba Malena en la entrevista de la semana pasada, son muchas las dificultades que atraviesan para, por ejemplo, acceder a un empleo.
Y, si tenés dudas sobre las vacunas para el coronavirus, acordate que preparamos esta guía que busca aclarar la información sobre el tema.
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Hugo lo hizo con un mensaje por WhatsApp. Pero hay muchas formas de conseguir abrigo para quienes lo necesitan (y no solo lo necesitan personas en situación de calle). Esto nos muestra el ejemplo de las "Tejedoras Solidarias", como se hace llamar el grupo de voluntarias mujeres mayores de AMIA que, con sus agujas, confeccionan mantas y prendas de lana, las cuales luego son donadas a hospitales, centros asistenciales y familias en situación de vulnerabilidad social.
La tarea ya lleva más de una década. Y aunque la pandemia impidió reunirse para organizarse, cada una sigue tejiendo en sus casas. Y hasta redoblan la apuesta: quieren superar las donaciones de ropa que todos los años realizan para los bebés nacidos en el Hospital Materno Infantil Ramón Sardá.
Para esto, piden nuestra colaboración. “Todas las personas que pueden aportar su granito de arena para hacer crecer este proyecto, lo pueden hacer de una manera muy simple. Puntualmente necesitamos un tipo de lana específica, que se llama Cashmilon 316. Con este insumo, podemos seguir haciendo mantas, pecheras, baberos, gorros, pulóveres y bufandas para los recién nacidos”, dicen.
Quien quiera ayudar puede acercarse a Uriburu 650, los lunes, miércoles y viernes, de 9 a 16. Antes, hay que avisar por Whatsapp al 15 24700425. Para consultas o solicitar más información, se puede llamar al 4959-8815 o escribir a los correos [email protected] / [email protected].
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Tres preguntas a Nelly Resnik, una de las tejedoras solidarias [Por David Flier].
—¿Qué significa tejer abrigos para niños y niñas que no conocés?
—Tejer para chicos que pasan necesidades y desconocemos, es como que abrazara a uno de los míos. No me importa su edad, color, religión o si los conozco o no. Son chicos y chicas que tienen necesidades. Solo me importa hacer el bien dentro de mis pocas posibilidades. Antes podíamos ir personalmente. Cuando escuchaban llegar el micro que nos llevaba con nuestros paquetes y nuestra alegría del trabajo terminado, y nos abrían la puerta del lugar, gritaban: “Vienen las abuelas”. Muchos no tenían abuelas. Agarraban gorros, bufandas, pulóveres Y en el transcurso de la hora u hora y media que compartíamos juntos, ya estaban sentados “a upa”, contándonos de dónde son, cuántos hermanitos tienen o pidiéndonos que les leyéramos un cuento. Cuando un niño me tocaba una pierna o abrazaba sin conocerme era como si me abrazara un nieto propio.
—La cuarentena frenó estas visitas. ¿Cómo lo vivieron?
—La última vez que no juntamos a tejer fue tres días antes de la cuarentena. Pero teníamos mucho material donado y seguimos cada una en su casa. Las coordinadoras nos mandaban la lana y nosotros le dábamos al chofer lo que habíamos producido. Luego, ellas hicieron varios envíos, como a la Maternidad Cerdá. Estamos haciendo mucho en cuarentena, este tiempo sirvió para afianzar al equipo y el cambio va a ser para mejor. Yo acaricio las prendas y mando una plegaria para quien la reciba: “Que crezcas sano, grande, puedas estudiar, seas una persona de bien y valerte por ti mismo”. Es el deseo que acaricio en cada prenda. Y todas estamos en lo mismo: deseamos que estos niños y niñas no necesiten la caridad ajena.
—¿De dónde viene tu vocación solidaria?
—AMIA sacó eso de mí. Yo era una persona más, trabajadora, ama de casa. Cumplí todo lo que se espera cuando uno crece: familia, nietos, luego perdí a mi compañero. Hace 22 años me acerqué a AMIA. Iba a un centro integral, que antes era como un club social en el que nos enseñaban muchas cosas, como contactarte con otras personas. Así se aprende el valor de otra persona desconocida. Desde hace 15 soy voluntaria y hace más de 10 años estamos con el grupo de tejedoras. Ahora soy otro tipo de persona que estaba dentro de mí y no sabía. No todos saben lo que pueden dar hasta que una hace un click y sale afuera.
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Otra hermosa iniciativa que busca ayudar a personas con necesidades es la que lleva adelante Módulo Sanitario, una organización que trabaja para que más argentinos puedan acceder a baños (unos 6 millones no cuentan con este recurso).
Dentro de este grupo se encuentran los niños y niñas, y la nueva campaña de Módulo Sanitario busca construir unos 800 baños para ellos. Se trata de la campaña "Manos Limpias, infancias cuidadas", que invita a colaborar, individualmente o como empresa, hasta el 17 de junio.
"Podés acercar una canilla con agua caliente a un niño/a para que pueda lavarse las manos", explican desde la organización.
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¿Ya te diste una vuelta por nuestra campaña del mes? En junio, te acercamos distintas oportunidades de ayuda. Para que más personas puedan estudiar, para facilitar el acceso al trabajo de personas mayores, jóvenes o con discapacidad. O ideas para invertir con propósito o tomar créditos.
Por supuesto, aunque las iniciativas que acercamos son varias, seguro hay muchas más. Por eso, es una campaña abierta a sumar propuestas. Podés contarnos sobre otras oportunidades que conzocas.
Conocé y participá de la campaña del mes.
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Te mandamos un abrazo.
Juan.