El edificio de AMIA, símbolo de memoria  - RED/ACCIÓN

El edificio de AMIA, símbolo de memoria 

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

El 18 de julio de 1994, a las 9:53 de la mañana, una bomba estalló en la puerta de la AMIA. La explosión marcó la historia del país para siempre porque dejó 85 personas muertas, más de 300 heridas y un reclamo de justicia y esclarecimiento que involucra a la sociedad entera.

El edificio de AMIA, símbolo de memoria 

Cinco años después, en Pasteur 633 (CABA) el mismo lugar donde estalló la bomba, se construyó el nuevo edificio de la AMIA. Fue inaugurado el 26 de mayo de 1999, a las 9:53 de la mañana, la misma hora en que se produjo el ataque, y representa un recordatorio permanente de las víctimas.

Desde entonces, las instituciones judías empezaron a vallar los frentes de sus edificios con pilotes que actuaban como defensa ante un posible nuevo atentado con la misma modalidad de coche bomba. Al principio se usaron tanques de 200 litros llenos de cemento; luego fueron sustituidos por columnas de cemento, emplazadas en la vereda, que rápidamente se volvieron parte del paisaje urbano.

En 2006, por iniciativa de Elio Kapszuk, director del Espacio de Arte AMIA, los pilotes de seguridad fueron resignificados en una obra de arte. A través de la mirada del fotógrafo Daniel Caldirola, se compiló una serie de fotos de las columnas en un libro titulado Defensas. “La premisa era una: responder desde el arte para hacer visible aquello que pasó a ser invisible para la mayoría de los argentinos”, dijo Kapszuk en una entrevista de aquel momento con el diario Página 12.

También el arte se plasmó sobre las fachadas del edificio AMIA. En una de ellas, hoy puede verse “El Muro de la Memoria”, la enorme obra del artista Martín Ron, que fue realizada a pedido de la institución, para honrar a las víctimas y renovar el pedido de justicia.

El memorial está emplazado en la misma plaza seca donde se levanta la obra del artista israelí Yaacov Agam, una escultura que recuerda a las víctimas del atentado y se define como una “obra abierta” porque las figuras y colores de sus columnas forman distintas imágenes al caminar alrededor de ella.

El mural de Ron mide 12 metros de ancho y 30 metros de alto y es uno de los más grandes del barrio de Once. Durante su inauguración en 2018, el presidente de AMIA, Agustín Zbar, destacó que “por sus dimensiones, puede verse en su totalidad desde el exterior. Su mensaje traspasa las paredes de nuestro edificio (...) porque, como decimos siempre, el atentado nos sucedió y atravesó a todos”.

Como su nombre indica, “El Muro de la Memoria” hace visibles elementos del edificio que resistieron a la destrucción. “Las columnas sobre las que se creó el mural son la única memoria arquitectónica que se conserva del viejo edificio”, explicó Kapszuk en el video que registra el proceso de producción del mural. “Precisamente, esas dos líneas paralelas, o mochetas, dan forma a una escalera, que motiva diferentes interpretaciones. Una de ellas es que esas columnas, que resistieron al peor ataque terrorista que sufrió el país, sostienen el reclamo de justicia”, agregó.

Otra interpretación posible, según detalla el mismo sitio AMIA Online, es que las columnas simbolizan la conexión de la vida terrenal con la vida espiritual. Esta unión entre el cielo y la tierra remite, a su vez, al llamado “Sueño de Jacob”, un pasaje del libro bíblico Génesis.

Este 2024 se cumplen 30 años del atentado y sobre una de las paredes de Pasteur 633, la institución inauguró una nueva obra de arte llamada “Colores de AMIA”. Se trata de una intervención del artista plástico David Petroni sobre uno de los enormes muros exteriores que conmemora los 130 años de la fundación de la entidad y simboliza, a través de una diversidad de colores, las distintas acciones y programas que AMIA lleva adelante.