Me encontré en Twitter con una serie de imágenes impactantes sobre granjas porcinas en España, el principal país productor de cerdos en Europa.
Llamaron mi atención por el contexto del posible acuerdo argentino con China, pero también porque el Reynolds Journalism Institute las distinguió como las Imágenes del Año en la categoría Ciencia e Historia Natural. El responsable de las imágenes: Aitor Garmendia.
—¿Cuándo y por qué decidiste dedicarte a registrar y visibilizar la realidad detrás de los mataderos y actividades productivas con animales?
—Me involucré en la defensa de los animales hace ya dos décadas y he participado en investigaciones en dos de las organizaciones en las que estuve. Tiempo después, tras una serie de desacuerdos tanto en estrategia como en objetivos políticos, comencé a elaborar las bases de un ensayo gráfico a largo plazo en el que sigo trabajando. Desde entonces, he realizado varios reportajes e investigaciones que van desarrollándose en su propio espacio y momento.
—Has documentado la situación en más de 30 granjas porcinas en España. En Twitter expresaste que el trabajo de más de un año "probará que el bienestar animal es una propaganda de las corporaciones ganaderas". ¿Qué nos podés anticipar de lo que más te ha llamado la atención durante esa investigación?
—Si atendemos al significado de bienestar cuando se trata de las condiciones en las que nos encontramos las personas, podemos constatar que no hay un solo animal en toda la industria ganadera que se encuentre en un estado de bienestar. Sufren daños, como la muerte o la propia privación de libertad, que son consustanciales a los procesos de explotación animal. La industria considera que un animal se encuentra en un estado de bienestar sólo cuando no sufre los daños que se esperan de su propia explotación. Es decir, si un cerdo es castrado, sufre la amputación de partes de su cuerpo o es golpeado con un hierro, no se considera que está sufriendo maltrato, sino que está siendo tratado bajo los estándares que marca la propia normativa de protección animal de la Unión Europea.
—¿De allí la importancia de visibilizarlo?
—Estas prácticas deben ser expuestas al público para que entienda a qué se refiere la industria con bienestar animal. Con esta investigación, además de realizar una denuncia estructural a la explotación ganadera, también se ha constatado que la normativa no se cumple y que los animales sufren la explotación en su forma más dura junto con el desamparo veterinario e institucional.
—¿Cómo ha sido posible adentrarse en esos espacios para hacer los registros fotográficos?
—En todo momento he trabajado junto a un equipo de investigadores anónimos. Hemos accedido sin permiso, durante la noche.
—¿Ha significado algún cambio en tu vida personal todo el trabajo que hacés?
—Soy vegano hace más de 20 años, en ese sentido no ha supuesto cambio alguno porque entendí hace tiempo que se puede vivir de forma saludable sin contribuir, al menos de forma directa, a la explotación de los animales. Ser testigo de los abusos que padecen supone un recordatorio vital de por qué sigo aquí haciendo lo que hago.
Podés conocer más sobre el trabajo de Garmendia en Tras Los Muros. En septiembre publicará la investigación sobre granjas de cerdos en España. Mientras, podés ver las fotografías de ese proceso aquí.
Este contenido fue publicado originalmente en Planeta, la newsletter con información para actuar y cuidar al planeta que edita Tais Gadea Lara. Podés suscribirte en este link.