El mundo académico debe tomar medidas para potenciar un capitalismo inclusivo y finanzas sustentables más responsables. Los inversores ya no se contentan con retirar dividendos nada más. Exigen ahora que las empresas actúen de una manera responsable y ética, aún si esto supone desinvertir en determinadas compañías.
Si bien alguna vez fueron consideradas un nicho de mercado para inversores responsables, hoy, las finanzas sustentables se encuentran en una etapa de expansión y aceleración. El mejor ejemplo es el anuncio reciente de la Comisión Europea sobre sus planes de acción en materia de finanzas sustentables, basados en los hallazgos del High-Level Expert Group (HLEG), durante una conferencia con jefes de estado e importantes financistas, incluídos el presidente francés Emmanuel Macron y el ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg.
El objetivo es claro y ambicioso: se necesitan cerca de 180 mil millones de euros por año en inversiones adicionales para lograr las metas 2030 de la Unión Europea acordadas en París, que reservan una gran parte del presupuesto de la UE (40%) “para la financiación de la transición hacia un modelo inclusivo y con bajos niveles de carbón, pero también el restante 60% para no dañarlo”.
Este anuncio se hace eco y da sentido a las numerosas iniciativas tomadas por determinados protagonistas financieros para transformar su modelo de negocios. Y los mensajes no provienen solamente de las empresas. También se escuchan las voces de bancos centrales y organismos políticos. Hace poco, el director del Banco de Inglaterra, Mark Carney, pidió que el sistema financiero se adapte con rapidez, sin sobresaltos y con eficacia a las necesidades sociales y, en especial, a los temas relacionados con el cambio climático. Por su parte, el Banco de Francia, que acaba de anunciar un estatuto de inversiones responsable, está comprometido a llevar las cosas más allá del apoyo a los activos verdes. Piensa de hecho penalizar a los que dañen al clima (los llamados “activos marrones”). Todos estos mensajes y posiciones son parte de fuertes políticas de inversión sustentables y éticas ya adoptadas por determinados fondos soberanos como el Norges Bank Investment Management (fondo soberano noruego).
Las finanzas sustentables se popularizan
En cuanto a las iniciativas privadas, éstas se vienen estructurando desde hace muchos años, en especial, por parte de inversores institucionales y administradores de activos. Pero ahora la aceleración y transformación son comunes y están sacando a las finanzas sustentables de su nicho para volverlas populares e inevitables. El banco francés La Banque Postale anunció planes hace poco para administrar para 2020 todos sus activos valiéndose de métodos socialmente responsables, lo que representa un total de 220 mil millones de euros.
Blackrock, el mayor inversor del mundo con sus 6 billones de dólares en activos bajo control, acaba de anunciar su intención de excluir a los minoristas y fabricantes de armas, lo que toma como blanco de forma categórica a Walmart y a Kroger. Los accionistas ya no se contentan con retirar dividendos nada más. Exigen ahora respuestas sobre la estrategia empresaria y sobre la posición responsable y ética, aún si esto supone desinvertir en determinadas compañías. Tal el caso de Nordea Asset Management, que acaba de retirar todas sus acciones en Facebook luego del escándalo con la información de Cambridge Analytica.
Más allá del cambio climático y los temas éticos, el desafío reside en elevar los patrones morales del capitalismo financiero. El plan de acción de la UE sobre finanzas sustentables recomienda volver a poner en curso al “río de las finanzas” de modo tal de que pueda servir a la sociedad. Esta línea de pensamiento está más alineada con las ideas del intelectual húngaro Karl Polanyi, quien explicó en su libro “La gran transformación” (1944) que la sociedad guía y está insertada dentro de la economía y de las finanzas, por ende. Las finanzas son una herramienta estratégica para el beneficio de la economía, la cual, a su vez, trabaja para el beneficio de la sociedad. Por ende, los temas sociales deben guiar los proyectos sociales y las decisiones económicas, con el objetivo de una planificación social comprometida.
Colocando los temas sociales en el plan de estudios
En junio de 2016, David Pitt-Watson, socio ejecutivo en la London Business School, publicó un artículo de opinión en el Financial Times, en el que explicaba que los graduados en Master en Finanzas necesitan aprender su verdadero papel y que los programas de posgrado deben incluir los temas del rol social de la economía y las finanzas dentro de sus programas de estudio.
Para poder capacitar financistas responsables, capaces de enfrentar los nuevos desafíos sociales del mañana, tanto las universidades como las facultades de administración necesitan volver a evaluar de qué forma están enseñando las prácticas financieras y mostrar también una mayor responsabilidad. Todo esto resulta vital si es que deseamos evitar repetir los errores del pasado y seguir educando a personas que están totalmente desconectadas de los temas de la economía real e incapaces de entender las consecuencias de sus decisiones sobre los negocios, y por ende, a los hombres y mujeres que dependen de ellas.
Aún hoy, son muy pocos los establecimientos de educación superior que han comprometido sus programas de finanzas con estos temas, habiendo optado en cambio por enfoques matemáticos y cuantitativos, a pesar de que éstos mostraron sus limitaciones durante las crisis financieras pasadas y no lograron abordar los desafíos económicos del futuro.
Los estudiantes de masters en mercados financieros son hoy elegidos por su capacidad para producir y codificar algoritmos distribuidos para servidores de trading de alta frecuencia. La elección de su trabajo no se basa las más de las veces en la pasión o el compromiso, sino básicamente en la búsqueda del éxito financiero, única garantía de credibilidad según su parecer.
Pero los responsables son los académicos en primer lugar. Su incapacidad para dudar de ellos mismos y el hecho de preferir enseñar teorías financieras y económicas que han generado crisis en lugar de crear nuevos caminos innovadores relacionados con las necesidades de la economía y la sociedad, muestra que la comunidad académica también es culpable de todos los protagonistas capacitados en los últimos 30 años, que están directamente involucrados con todas las crisis recientes conocidas.
El mundo académico cuenta con el poder como para transformar los acontecimientos en lo que tiene que ver con la redefinición de su misión social, respondiendo a este plan de acción de la UE sumamente ambicioso, con el surgimiento de planes que se ajusten a las expectativas no sólo de las empresas sino de la sociedad, sobre todo.
Christophe Revelli es profesor de Finanzas y director de MSc Corporate and Sustainable Finance, Kedge Business School.
© The Conversation
(Traducción: Silvia S. Simonetti)