El cottolengo, un aluvión permanente de amor - RED/ACCIÓN
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El cottolengo, un aluvión permanente de amor

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Se trata de lugares que asisten a personas con distintas discapacidades o en condiciones muy vulnerables. Y les brindan cariño, contención y los recursos terapéuticos que necesitan. De esos lugares podemos aprender muchas lecciones acerca de lo que es la solidaridad.

El cottolengo, un aluvión permanente de amor

Fotos: gentileza Cottolengo Don Orione. Intervención: Victoria Guyot.

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¡Buenos días! Hoy queremos hacerte una extraña recomendación, que tiene que ver con un lugar en el cual la solidaridad parece no tener límites.

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Fotos: gentileza Cottolengo Don Orione. Intervención: Victoria Guyot.

Cuando alguien se desesperanza por la condición humana, cuando ve cosas que no están bien, queremos hacerle una recomendación. Una personal, en confianza (no se trata de una recomendación pública): traten de conocer lo que es un cottolengo (o si quieren, incluso, visitar uno).

Se trata de esos lugares difíciles de describir, porque da mucho pudor definir la situación de muchas personas que están allí, con enormes complicaciones físicas y psicológicas. Con muchas necesidades. Y es difícil mirar esos universos sin comprometerse.  Allí viven personas que, entre varias dificultades, también enfrentan la soledad, porque sus familias, por distintas razones, no están a su lado.

Es muy impactante ver lo que ocurre en los cottolengos. Estar allí y ver la tremendísima capacidad de amar de quienes viven allí, pero especialmente de decenas, cientos y miles de colabores y colaboradoras, de personas que se dedican de forma única e indescriptible a cada una de las personas que están en el lugar. Con una sonrisa casi permanente, mientras se cambian pañales o limpian cuerpos, o administran tratamientos, o relocalizan circunstancialmente a personas que se extraviaron dentro del hogar.

Si alguien está desesperanzado por la condición humana, o por el supuesto egoísmo o individualismo del ser humano, que sepa qué es un cottolengo: es la magia del dar permanente. Allí trabajan personas que están las 24 horas disponibles para otras absolutamente abandonadas, postergadas, marginadas de todo punto de vista: por su limitación económica o cultural; o por ser alguien con alguna discapacidad. El de los cottolengos es en diseño pensado para los más postergados y abandonados. Un lugar, abriendo muchas comillas, para aquellos que el sistema o la comunidad no quiere o no puede o no le interesa sostener. Son vidas que podrían estar abandonadas a su suerte. Sin embargo, esta humanidad, que a veces puede enojarnos, allí es un canto a la vida. Y está lleno de canciones, sonrisas y colores. Si alguien ha perdido un poco la esperanza en la humanidad, una extrañísima recomendación: visitar un cottolengo, una tormenta de amor permanente.


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Fotos: gentileza Cottolengo Don Orione. Intervención: Victoria Guyot.

Cuatro preguntas a Fernando Montero, director del servicio del Cottolengo Don Orione, que funciona en Claypole, en el sur del conurbano bonaerense [Por David Flier]. Allí viven 360 personas con discapacidad. También funciona allí un Centro Educativo Terapéutico, donde realizan terapias los habitantes del cottolengo y un centenar de estudiantes de la Escuela Especial San Pio X.

Allí, cuenta Fernando, se hacen muchos tipos de actividades para estimular el desarrollo de las personas con discapacidad de manera integral. “Hacemos actividades de estimulación sensorial, como terapia ocupacional, kinesiología, psicología o psicopedagogía, según el perfil y las necesidades de apoyo. También actividades manuales básicas y más complejas tipo taller, actividades de inclusión en la comunidad, actividades pedagógicas”. El cottolengo también brinda un servicio de salud y nutrición. Además, se realizan actividades recreativas, deportivas y espirituales.

—¿Cómo, cuándo y por qué llegaste a trabajar en el cottolengo?
—Comencé como estudiante de psicopedagogía en el puesto de orientador de grupo. Soy de la zona, pero no conocía el cottolengo. Mi intención era tener algo de experiencia en discapacidad, dado que en la carrera no se veía mucho. Esa experiencia ya lleva 15 años, ahora como director del servicio.

—¿Qué aprendiste en el lugar en este tiempo?
—Muchas cosas desde lo profesional y técnico. Pero lo más significativo es un profundo cambio de mirada con respecto a la discapacidad: pasás de verlo como una problemática de salud a verlo como una problemática social donde lo más importante es la inclusión y el respeto por los derechos de las personas con discapacidad.

—¿Cuáles son los principales desafíos que tienen como organización?
—Los desafíos económicos. Tenemos una estructura enorme con costos que a veces cuesta solventar. Por ejemplo, el mantenimiento de los edificios, que tienen aproximadamente 80 años. Otro gran desafío es la inclusión plena de las personas con discapacidad en la comunidad. Si bien hemos dado múltiples pasos a favor de esto creo que todavía nos falta mucho por recorrer, la discriminación todavía está muy presente y no se ve a las personas con discapacidad como sujetos con los mismos derechos que cualquier persona.

—¿Cómo crees que ve la sociedad el trabajo que hacen? ¿Hay interés en esta tarea social que realizan?
—Creo que nos ven como una obra de caridad y fe. Y si bien en sus raíces es así, quizás aún no se llega a ver que es una tarea extremadamente organizada con mucha implicancia técnico profesional, con normas muy rígidas que cumplir. A veces se nos confunde con un servicio de salud mental, y no somos eso, somos un hogar con un centro educativo terapéutico.

Un mensaje de

Pan American Energy busca ser un promotor activo en el desarrollo de las comunidades en las que opera. Por ello, lleva a cabo acciones de triple impacto para crear valor económico, social y ambiental a través de la articulación público-privada. Su trabajo en Sustentabilidad se basa en cuatro ejes estratégicos: educación y cultura, salud y deporte, desarrollo local y ambiente. En el último año, con sus 140 programas, la compañía alcanzó a más de 400.000 personas.

Conocé más en pan-energy.com/sustentabilidad

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Cascos Verdes celebra por estos días su cumpleaños número 15. Esta organización está dedicada a la inclusión de personas con discapacidad intelectual a través de su formación en el cuidado del ambiente.

En este marco, ayer Cascos Verdes lanzó la campaña de recaudación Derribando Barreras. El objetivo es juntar en una semana 2.000.000 de pesos para lograr que el próximo año 15 nuevos estudiantes puedan sumarse a estudiar Educación Ambiental de manera gratuita. Para eso, la organización recibe tanto donaciones individuales con monto a elección como apoyo de distintas empresas.

Como puntapié de la campaña, ayer se lanzó SOY, el primer micro-documental de Cascos Verdes, en el que se podrá conocer, a partir del testimonio de superación de cuatro estudiantes, cómo sus programas impactaron en la vida de las personas con discapacidad. Puede verse de forma gratuita en su canal de YouTube.

Para conocer más de la campaña, ingresá acá.

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Hemos hablado muchas veces en RED/ACCIÓN y OXÍGENO sobre cómo la inclusión de personas con discapacidad debe darse en todos los ámbitos de nuestra sociedad, incluido el educativo. Es un derecho de cualquier niño o niña don discapacidad estudiar en escuelas comunes. Lamentablemente, muchos de estos espacios expulsan a los estudiantes.

En este contexto, queremos compartir una historia que da algo de oxígeno: la de Donato, un niño de 7 años con autismo, contaba en una nota de la semana pasada en La Nación. Donato tuvo que dejar el colegio al que iba después de segundo grado, porque en este establecimiento no se lo incluía. Pero encontró en una nueva escuela común, la 64 de Villa Domínico, los brazos abiertos.

La 64 es una escuela abierta a nuestras sugerencias. La actitud de los diferentes docentes con los que viene interactuando Donato es la de querer aprender de él y con él”, cuenta Martín, el papá de Donato. Y agrega: “Lo mejor para Donato aquí es que tiene compañeros. Yo me he largado a llorar al ver el cariño con que lo reciben, de ver cómo lo tratan los otros chicos. Toda la escuela lo conoce. Sus compañeros juegan con él. Además, con él, ellos aprenden sobre autismo, sobre que todos somos diferentes y, sin embargo, podemos jugar y compartir”.

A propósito de educación inclusiva, también es para celebrar las iniciativas desarrolladas en La Pampa, donde casi todos los estudiantes con discapacidad están en escuelas comunes.

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Para cerrar esta edición, te compartimos una linda noticia. Hace más de seis meses, contábamos en una edición de OXÍGENO sobre Emily: una niña con leucemia que, luego de haber agotado todas las posibilidades médicas en Argentina, se aferraba junto a su familia de la posibilidad de hacer un tratamiento en Barcelona.

El primer escollo fue juntar el dinero para ello: en 15 días se reunieron más de 80 millones de pesos argentinos. Y la niña, de entonces solo siete años, partió rumbo a la ciudad catalana. Allí pasó el último semestre, donde realizó un tratamiento en el Hospital San Juan de Dios.

“Ella viajó con un 90% de su médula tomada por la enfermedad y con 12 tumores en la cabeza y dos en el cuello, una clara evidencia de la presencia de la enfermedad de manera extramedular”, recuerda Mariano, su padre. Ahora, a seis meses de haber recibido el tratamiento, la familia acaba de regresar a la Argentina, donde Emily realizara controles en el Hospital Británico. “Hoy ella, luego de tres punciones que se realizaron en los meses siguientes a la terapia, ya no cuenta con los tumores y su médula hoy está sana”, cuenta.

La semana pasada, Emily y su familia regresaron a la Argentina. Y Mariano agradece: “Haber vuelto como familia luego del tratamiento significa mucho más que lo que podemos explicar o expresar en palabras... Es un sentimiento de gratitud a Dios en primer lugar y a todas las personas que se unieron para que Emily pueda llegar a tiempo a recibir el tratamiento”. Y remarca: “Después de los dos cuadros graves que tuvo que enfrentar al pasar por terapia intensiva estamos seguros que, si no fuera por el cuidado y la fortaleza que Dios le dió no podríamos haber regresado la familia completa”.


Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.

Juan y David