El cerebro después del hambre: qué pasa con las habilidades cognitivas en niños y niñas- RED/ACCIÓN

El cerebro después del hambre: qué pasa con las habilidades cognitivas en niños y niñas

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

La falta de alimentación adecuada en los primeros años de vida puede afectar el desarrollo cerebral y físico. Los expertos proponen un abordaje integral de la situación y educar a las madres sobre nutrición desde el embarazo. ¿Cómo hizo Chile para reducir la desnutrición infantil?

El cerebro después del hambre: qué pasa con las habilidades cognitivas en niños y niñas

Foto: Haciendo Caminos

“Me duele la panza de hambre. No hemos comido nada. No tenemos plata”, decía llorando Bárbara Flores, una niña tucumana de 8 años durante una entrevista en el programa “Detrás de las Noticas”, en 2002. Esos ojos oscuros, empañados por “lágrimas de hambre”, conmovieron al país entero.

Lamentablemente Barbarita no es un caso aislado ni del pasado. En la Argentina, 13 de cada 100 niñas, niños y adolescentes tuvo la experiencia de sentir “hambre” por problemas económicos durante los últimos 12 meses, según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina.

Benjamín Tolosa, de Santiago del Estero, ingresó al programa de nutrición de la asociación civil Haciendo Camino en agosto de 2015. Tenía, por aquel entonces, 3 años y presentaba un cuadro de desnutrición crónica y déficit de talla.

“Concurrió con su mamá Malvina todas las semanas. Su paso por el programa Nutrición ha sido de sumo acompañamiento hacia él y su mamá, ya que al momento de su ingreso aparentaba un cuadro de celiaquía. Luego de varios estudios se determinó que padecía intolerancia a la lactosa, por lo cual fue necesario educarlo a él y a su madre en los hábitos necesarios para sobrellevar este cuadro”, revela Zulma Aranda, directora del centro de Añatuya de Haciendo Camino.

Gracias a este tratamiento el último control que le realizaron a Benjamín, dos años más tarde de su ingreso, arrojó un excelente resultado: peso eutrófico (adecuado para su edad) y talla normal. “Hoy este niño vive con su mamá, su papá y sus seis hermanos; y cursa segundo grado de la Escuela Florentino Ameghino, donde se destaca por su buen desempeño y comportamiento”, detallan desde Haciendo Camino.

“La pobreza infantil en el país durante la última década nunca fue menor al 40%, pero en el último año se incrementó de modo significativo llegando al 51,7% de las infancias.

Uno de los indicadores que también cambiaron para peor fueron los asociados al derecho a la alimentación: más niños y niñas realizan alguna comida en comedores escolares o comunitarios y, según el reporte de sus padres, experimentan situaciones de hambre. Un 7% no suele cenar porque en sus casas no tienen nada para darles de comer debido a problemas económicos”, reconoce Ianina Tuñón, investigadora y coordinadora del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina.

La investigadora, además, aclara que la inseguridad alimentaria no es sinónimo de desnutrición infantil sino que es una aproximación a una situación de malnutrición que muchas veces se refleja en la obesidad infantil.

Secuelas en el desarrollo del cerebro y sus capacidades

Los especialistas consultados aseguran que una alimentación inadecuada e insuficiente durante los primeros 1000 días de vida frena el normal desarrollo cognitivo y físico de los niños, quienes sufrirán las consecuencias durante el resto de sus vidas.

“Lamentablemente si un niño no desarrolló sus capacidades físicas, cognitivas y socioemocionales durante los primeros años no logrará desarrollarlas nunca. Serán notablemente más bajitos. Desde esta mirada nutricional lo ideal sería garantizar el acceso a proteínas, vitaminas y minerales para mejorar el crecimiento y desarrollo de ese niño ya que no es solo la antropometría la que se ve afectada, sino también el desarrollo intelectual debido a estas carencias sostenidas durante varios años”, señala Natalia Fernández, coordinadora de Nutrición en Haciendo Camino.

“Su sistema inmune debilitado no podrá defenderlos de las enfermedades, mientras que su menor capacidad cognitiva les dificultará entender las lecciones en el colegio, lo que hará que lo abandonen prematuramente o tarden más años de lo normal en completar un ciclo. De adultos, les pasará lo mismo en su trabajo, si es que consiguen uno”, agrega Gisela Sala, directora del Centro de Santiago del Estero de Haciendo Camino.

Foto: Fátima Maqueda

Es que la nutrición es un proceso que se da desde el inicio de la vida, y de ella depende la supervivencia de la especie humana y el crecimiento de su potencial. “El desarrollo infantil es un proceso de cambio continuo en el que el niño aprende a dominar niveles cada vez más complejos de movimiento, pensamiento y relación con los demás. Si bien se puede definir cierta secuencia general del desarrollo, la velocidad y la calidad del mismo varían de un niño a otro. Esta variación está dada por factores biológicos y por el ambiente en el que se desarrolla cada niño”, explica Sol Vilaró, nutricionista y coordinadora del grupo de descenso de peso del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).

Como señala Vilaró, durante el período del desarrollo la interacción del niño con su medio ambiente es fundamental para el desarrollo de estructuras orgánicas del cerebro. “El déficit de algunos nutrientes puede ocasionar que ciertas estructuras no se configuren o lo hagan de manera deficitaria. La deficiencia de niveles adecuados de vitaminas o minerales en algunos casos puede ser un factor limitante en la producción de los neurotransmisores”, detalla Vilaró.

Por otro lado, las condiciones adversas, con ambientes sociales desfavorables o de pobreza, en donde la escasez no es sólo de alimentos, los niños pueden presentar malnutrición. “En esta situación no solo se retrasa el desarrollo físico y psicomotor sino que además pueden resultar alterados los procesos cognitivos. Algunas funciones cognitivas como lenguaje, memoria semántica y procesamiento de información en niños con malnutrición se encuentran comprometidos cuando se les compara con niños bien alimentados”, detalla la especialista de INECO.

Infancia adversa y su relación con problemas sociales graves

“La adversidad, incluida la malnutrición, ha tenido efectos irrefutables en el desarrollo infantil y en la salud mental, que se traduce en desafíos a lo largo de la vida. El costo de la infancia dañada es inmenso para una nación. Existe, incluso, evidencia que relaciona directamente a una infancia adversa con los problemas sociales más graves como el desempleo, la violencia, el crimen, el alcoholismo, la apatía, las malas decisiones económicas y discapacidades físicas y mentales”, afirma el documento “Learner Agency The Impact of Adversity”, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD).

Además este informe agrega que investigaciones realizadas por diferentes disciplinas coinciden en afirmar que las experiencias durante los primeros años de vida dan forma a la arquitectura de nuestros cerebros y, en gran medida, determinan nuestro destino.

Cómo revertir consecuencias y sobre todo prevenirlas

Vilaró reconoce que el desarrollo del cerebro depende de la genética y de la nutrición, pero también del estímulo que reciba el niño. Y allí justamente radica una posible reparación o mejora para estos chicos que no han recibido los nutrientes necesarios durante sus primeros días de vida. Es que el desarrollo cerebral durante la etapa prenatal y en el primer año es más rápido que en otras etapas, pero pueden mejorar su situación nutricional si se mejoran las condiciones adversas. “La mayoría de los niños que han crecido en situaciones muy problemáticas pueden superar las consecuencias de estas experiencias si sus circunstancias contextuales cambian”, dice la nutricionista de INECO.

En cuanto a los pasos a seguir para cambiar esta situación, como los factores causantes de este problema son varios. Sala destaca que la solución tiene que ser multisectorial. “Salud, educación, enseñarles a cultivar sus alimentos”, agrega y continúa: “Pero la prevención es la forma más factible por donde comenzar. Para esto se debe cuidar la alimentación de las mujeres embarazadas y lactantes, así como la promoción de la leche materna exclusiva durante los primeros seis meses. Al mismo tiempo se debe evitar que esos niños nazcan y crezcan con carencias, que condicionarán el resto de su existencia. Esta es la prioridad”.

Con este horizonte, desde Haciendo Camino se promueve la lactancia materna y educan en nutrición a las madres, de acuerdo a su entorno y posibilidades. “Además las acompañamos con una adecuada estimulación y actividades pedagógicas y recreativas. También les enseñamos a optimizar recursos; y a cocinar y combinar adecuadamente los alimentos”, especifica la coordinadora de nutrición de esta ONG.

Foto: Fátima Maqueda

Cómo hizo Chile para reducir la desnutrición infantil

“En Haciendo Camino tomamos como base la metodología Conin, que propone un abordaje integral de la problemática social que da Mönckeberg Barros, un médico chileno especializado en nutrición que logró exitosamente quebrar el flagelo de la desnutrición infantil en su país, y gracias al cual Chile posee el índice más bajo de desnutrición de Latinoamérica”, resume Fernández. 

Gracias a este método, el país andino redujo la mortalidad infantil de 180 a 7 cada 1000 nacidos vivos; la cantidad de muertes en menores de 15 años bajó del 48 a menos del 1%, y la expectativa de vida pasó de los 36 a los 80 años. Según Mönckeberg, la clave del éxito fue el desarrollo de una política de Estado que atravesó los diferentes gobiernos desde 1970 e implicó una inversión de más de 22 mil millones de dólares.

Sin excepción, todos los especialistas consultados por RED/ACCIÓN concuerdan con que la pobreza en las infancias deja marcas que son difíciles de revertir porque implica que en una etapa de desarrollo humano y social clave los niños y las niñas se ven privados en nutrientes esenciales físicos y emocionales muy importantes. Tuñón, del Observatorio de la Deuda Social la UCA, concluye: “Siempre existen posibilidades de reparar pero sería deseable que existieran políticas anti-cíclicas protectoras de las infancias”.

“Esta situación requiere de acciones inmediatas y sostenidas. Invertir recursos para ayudar a que los niños, niñas y adolescentes sobrevivan y desarrollen plenamente su potencial es, ante todo, un imperativo moral y un derecho. Pero también redunda en un beneficio de las economías y las sociedades. La infancia es el momento más oportuno para romper el ciclo de la pobreza, o para impedir que este ciclo comience”, asegura el documento Efecto de la situación económica en las niñas, niños y adolescentes en Argentina”, realizado por la UNICEF, en 2018. Además este informe recomienda expandir el gasto público con el objetivo de brindar apoyos sociales en salud, nutrición, educación y cuidado. 

Aunque la entrevista que le hicieron hace 17 años a Bárbara fue muy criticada por aquel entonces, ella asegura que su realidad cambió. “Generó una cadena de solidaridad que nos permitió sobrellevar el difícil momento que estábamos atravesando”, contó en una entrevista publicada en Infobae, en 2017. Hoy ella es mamá de dos nenes, recibe una la Asignación Universal por hijo y vive gracias a la ayuda de su padre y de su expareja: "Lucho día a día para que a mis hijos no les falte nada. Vendo pan y eso ayuda un poco. Yo quiero que ellos tengan una vida sana y sean felices".

Entrevistar y exponer a cada uno de los niños que sufren hambre no es, claramente, la solución de esta problemática, pero si comenzamos a visibilizarlo para ponerlo en agenda y exigir una solución tal vez logremos terminar, por fin, con las lágrimas de hambre recorriendo las caras de nuestros niños y niñas.

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