Un análisis sobre lo que está ocurriendo en algunos países del continente, lo que se ha dicho en medio de las imágenes dramáticas y el rol de la crisis ambiental.
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El cambio climático llegó.... no con las inundaciones en Europa. En 1988 el científico James Hansen expuso ante el Senado de Estados Unidos para advertir que las actividades humanas estaban aumentando las temperaturas, principalmente por un sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles, y que ello generaba una alteración en el clima global. El titular del diario New York Times decía "el calentamiento global ha empezado".
Todo lo que vino después ya lo conocemos. Batimos récord de concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, acabamos de pasar la década más cálida desde que se tienen registros y asistimos a algo que también la ciencia advirtió: eventos climáticos extremos cada vez más intensos por el cambio climático.
La intencionalidad alarmista, o incluso apocalíptica, de muchos de los titulares alrededor del mundo y dichos con ese "el cambio climático llegó" asociado a las inundaciones en Europa, poco contribuye a la comunicación sobre el cambio climático. ¿Qué pensarán entonces todas las personas que a lo largo de las últimas décadas se vieron afectadas por eventos climáticos intensificados o que, incluso, tuvieron que desplazarse por ello? Esto no le quita relevancia a la problemática de las inundaciones en Europa -hoy tema de apertura en Planeta- pero sí invita a la reflexión sobre una problemática GLOBAL que afecta a todos, en forma desigual, pero a todos, respecto de la cual los científicos nos vienen advirtiendo hace tiempo (incluso antes que Hansen).
- ¿Qué ocurrió en Europa? Seguramente vieron las imágenes. Varios países del continente se vieron afectados por inundaciones que dejaron 200 víctimas fatales en Europa, 169 de ellas en Alemania. Este país junto con Bélgica fueron los más afectados, pero también se presenciaron inundaciones en Suiza y Austria, entre otros. Las intensas precipitaciones de los días previos explican el desborde de los ríos locales, sumado a las consecuencias de ciertos cambios en el uso del suelo que reducen su capacidad de permeabilidad. Esto generó que el agua arrase con viviendas, caminos y los ciudadanos locales que no llegaron a evacuar.
¿A cuánta lluvia caída nos referimos? La Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó que algunas partes de Europa occidental recibieron hasta 2 meses de lluvia en apenas dos días (el 14 y 15 de julio), en suelos que ya estaban saturados o al borde de la saturación.
La Organización explicó que un sistema meteorológico de baja presión estacionario se estableció en Alemania, sistema que generalmente se mueve lentamente sobre una misma región y se asocia con un movimiento ascendente que conduce a fuertes lluvias. Entonces, ¿nada de cambio climático?
- ¿Tiene algo que ver el cambio climático? Recordemos lo que la semana pasaba nos explicaba Leandro B. Díaz respecto de que los estudios de atribución del cambio climático a un evento llegan después, siendo el caso de las olas de calor de más fácil detección que los eventos hidrológicos.
Como siempre aclaramos, el cambio climático no produce directamente un evento, pero sí puede alterar la variables de las que depende. La OMM recuerda que "a medida que la atmósfera se vuelve más cálida, retiene más humedad; ello significa que lloverá más durante las tormentas, incrementando el riesgo de inundaciones".
- "Países ricos", "países pobres". Las comillas lejos están de no reconocer una diferencia entre países a nivel mundial, por el contrario buscan subrayar hasta dónde hemos llegado a naturalizar "lo que puede ocurrir" en unos y "lo que puede ocurrir" en otros.
De entre los múltiples reportes desde el lugar de los hechos, hubo uno que llamó mi atención. En diálogo con la cadena alemana DW, una vecina se muestra angustiada por los fallecidos ante las inundaciones y dice: "No esperas que la gente muera en una inundación en Alemania. Lo esperas quizás en países pobres pero no lo esperas aquí". No voy a culpar a la señora de sus dichos que perfectamente podrían estar en boca de algunos negociadores a puertas cerradas. Pero sí me parece interesante reflexionar en lo que hemos naturalizado sobre la vulnerabilidad ante estos eventos de los países menos desarrollado.
El cambio climático profundiza las desigualdades ya existentes y ello incrementa cualquier vulnerabilidad a sus efectos. Pero ello no puede hacernos naturalizar la pérdida de vidas humanas y que algunos países queden relegados en la necesaria acción climática. Esto nos lleva al siguiente análisis.
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¿Podemos aprender algo de estas inundaciones? Daría dos respuestas: sí, mucho y eso espero. Aquí dos líneas de acción destacada.
- No olvidarnos de la adaptación al cambio climático. La acción climática implica no sólo la reducción de emisiones (lo que se conoce como mitigación) sino también la adaptación a esos efectos ya presentes del cambio climático. Es necesario que la adaptación reciba igual de importancia en materia de poílticas internacionales, nacionales y locales; y ello incluye que el financiamiento climático se destine en igual proporción a acciones de mitigación y adaptación.
El cambio climático es un problema global, sus efectos -como mencionaba arriba- profundiza las vulnerabilidades preexistentes. La adaptación es fundamental en países desarrollados y en desarrollo, y muy especialmente en los más vulnerables (previo a que la mayoría pase a estar en esa categoría).
- Garantizar sistemas de alerta temprana y más eficientes. La OMM comunicó que se activaron los sistemas de alerta -incluso en el máximo nivel rojo advirtiendo a las personas sobre el riesgo para la vida. Algunos expertos analizaron críticamente que ese alerta no fue correspondido por algunas personas. Eso lleva a varias reflexiones. Primero, garantizar que haya sistemas de alerta temprana en todos los lugares (sino pregúntense si saben lo que hay que hacer ante los eventos climáticos más comunes en el lugar donde viven).
Segundo, garantizar que sean eficientes en términos de comunicación. Para esto me sirvo de las palabras de Linda Speight, especialista en predicción de inundaciones de la Universidad de Reading, Inglaterra, en un artículo en Vox: "Si emites una advertencia meteorológica que dice que mañana va a llover 200 milímetros, eso no significa nada. No significa mucho para mí, y esa es mi área de especialización, por lo que dudo que signifique mucho para el público en general. Necesitamos cambiar la forma en que comunicamos las advertencias. Por ejemplo, en lugar de decir: `Habrá 200 milímetros de lluvia´, debemos decir: "Habrá un aumento rápido del nivel del agua, daños a las propiedades, un riesgo para la vida´".
- Más y mejor comunicación y concientización. Si no se comunica bien, incluso la mejor política puede resultar un desastre en su implementación. Lejos de alarmar y llevar un mensaje apocalíptico, la adaptación a los efectos del cambio climático debe incluir la comunicación sobre cómo prepararnos ante eventos climáticos cada vez más intensos y actividades de concientización para que ello no se quede en un simple escuchar sino que sea correspondido con acción ante un alerta.
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¿Cuán "verde" viene siendo la recuperación económica ante la pandemia? Sí, eso que están pensando es la respuesta correcta. Poco y nada. O, más precisamente, ese solitario 2% que se observa en el gráfico de torta en la imagen superior. Es el dato que se desprende de un nuevo reporte de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en Inglés). Veamos algunos detalles de sus conclusiones más destacadas.
- ¿Qué nos dice ese 2% con lupa? El coronavirus no sólo causó una crisis sanitaria sino también una crisis económica, que agudizó la situación de aquellos países que ya venían en vulnerabilidad económica. Ante ello, mucho hemos escuchado hablar de una recuperación económica ante la pandemia. Más aún, fueron abundantes los discursos de tomadores de decisión respecto de que dicha recuperación debía ser verde para, al mismo tiempo que se sale de la pandemia y la crisis económica, se cumpla con los compromisos climáticos asumidos. Todo hermoso por aquí hasta que... analizamos la puesta en práctica.
La IEA analizó las políticas que 50 países -principalmente las grandes economías del G20- tomaron ante la pandemia: a partir del segundo trimestre de 2021, el apoyo económico para estabilizar y reconstruir las economías fue de más de US$16 billones (no el billion en inglés, sino el trillion). Obviamente, el mayor porcentaje se centró en las necesidades sanitarias de emergencia y el alivio económico a corto plazo para empresas y hogares. De todo ese dinero, US$2,3 billones se destinó a la recuperación económica, en términos de proyectos y medidas a largo plazo para impulsar el crecimiento. De estos, US$380 mil millones se asignaron a medidas de energía limpia. Es decir, un 2%.
En su mayoría, estuvo destinado a programas ya establecidos (como subsidios a la eficiencia energética) o donde los gobiernos pueden invertir directamente (como edificios públicos).
Cabe resaltar que, con esta inversión y las medidas implementadas desde el 2020, se espera que los países agreguen US$350 mil millones adicionales por año entre 2021 y 2023. Esto es una cifra mayor (un 30% más) a la que lo venían destinando. Pero aún está muy por debajo de la inversión que la IEA analiza como necesaria para la transición que nos ubicaría en la senda del Acuerdo de París.
Y una breve observación: 2/3 de este dinero para la transición limpia se administrará para 2023, la cantidad restante antes 2030. Es decir, no lo piensen como dinero ya sobre la mesa.
- ¿Cuáles son las consecuencias de esto? El reporte de IEA revela que, considerando que estas medidas tendrían su implementación completa promedio en 2024, las emisiones de CO2 procedentes del sector energético alcanzarían un aumento récord en 2023, contrario a lo que necesitamos.
La recuperación "verde" es crucial para no volver al business as usual, para reducir ambiciosamente las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar un escenario de efectos del cambio climático menos dramático. Piensen sino los efectos que ya estamos sintiendo, como vimos más arriba.
- Espero no haberlos mareado entre tantos números. Pueden acceder al reporte completo (en inglés) aquí.
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Multimillonarios paseando por el espacio en medio de una crisis climática. Más que un título para un artículo periodístico lo veo como una descripción en los libros de historia del futuro. Primero fue Richard Branson ahora Jeff Bezos y la carrera entre multimillonarios continuará. No voy a detenerme en el nivel de contribución (o no) que estos viajes hacen a lo que históricamente se ha denominado "la conquista del espacio", ni tampoco en las demandas que se realizan en sus empresas respecto de las condiciones laborales de sus trabajadores, ni en las finalidades productivas de un turismo espacial.
Sí quiero detenerme en cuánto nos puede salir una industria de turismo espacial en términos de cambio climático. Los cohetes como los que vimos estos días emiten hasta 100 veces más dióxido de carbono (CO2) por pasajero que los vuelos de larga distancia que podemos llegar a realizar de un país a otros. Ésta es la principal conclusión de un análisis realizado por Eloise Marais, profesor asociado de Geografía Física de la University College de Londres (UCL), Reino Unido. Allí detalla que durante el lanzamiento, los cohetes pueden emitir entre cuatro y diez veces más óxido de nitrógeno que la planta de energía térmica más grande de Reino Unido, durante el mismo período.
Bezos expresó la necesidad de "mudar a las industrias contaminantes al espacio para mantener la Tierra limpia". Mmm... ya sabemos los cambios necesarios que hay que hacer, dejemos de mirar para otro lado, ¿no?
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En agenda: el calor detrás de la llama de los Juegos Olímpicos. Esta es la parte de la newsletter en la que un amigo me diría: "Tais, ¿tampoco me vas a dejar ver los Juegos Olímpicos sin hablar de cambio climático?". Bueno, lo único que voy a decir al respecto es que estemos atentos a las temperaturas a las cuales se tendrán que exponer los atletas durante la competencia en Japón.
Rings of Fire es el nombre de un reporte que analiza cómo el calor puede impactar en esta edición. Lo interesante es que no sólo se queda en la cuestión del aumento de las temperaturas -con dato no menor que la temperatura media anual de la sede de los Juegos, Tokio, viene aumentando desde 1900 a un ritmo más acelerado que la tendencia global-, sino que también detalla su análisis en lo que cada nivel de exposición a un calor y humedad mayor puede significar para la salud de los atletas (junto con periodistas y público) y la necesidad de implementar medidas de adaptación al respecto. Medidas que ante condiciones extremas debieran llevar a la necesidad de suspender la competencia particular en curso.
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Hoy fue un buen pantallazo de la crisis climática en la que estamos y espero no dejarlos con cierta sensación -que incluso a mi a veces me produce escribir esta newsletter- de enojo, impotencia, tristeza. Por el contrario, todavía tenemos la posibilidad y el deber moral de involucrarnos para ser una humanidad mejor que se vincule de otra forma con todo aquello con lo que convive en el planeta. Planeta, dicho sea de paso, que el ser humano allá en 1968 observó por primera vez desde ese espacio que se sigue pretendiendo conquistar y cuya imagen vislumbró la fragilidad del único lugar que tenemos para vivir, la necesidad de cuidarlo.
¡Hasta el próximo miércoles!
Tais