— ¿Por qué cuando hablamos de economía circular tenemos que hablar de un cambio cultural?
— La pandemia aceleró muchos cambios. Respecto de la conducta de los ciudadanos, aumentó la percepción de la relación entre sus comportamientos (en el caso de su actividad económica como consumidores, se expresa a partir del consumo), y el impacto ambiental. Y el dato es que más que nunca este cambio lo impulsan las generaciones más jóvenes. Su actitud es mucho más consciente, colaborativa, altruista, mucho menos aferrada a lo material y más a las sensaciones. Esto se empieza a “contagiar” en el resto de las generaciones.
— ¿Crees que es relevante el concepto hoy en Argentina?
— No es relevante: es inevitable. El sistema económico postpandemia se está reconfigurando. Argentina no puede estar desacoplada de lo que sucede en el mundo. La Economía Circular está aportando una nueva visión que rompe con la forma tradicional de hacer negocios. Tenemos la oportunidad de aprovechar la experiencia de otros países e insertarnos a partir de la fuerza de algunas de nuestras múltiples potencialidades: la fuerza de la bioeconomía (Economía Circular en el ámbito del campo), la generosidad de nuestras fuentes de energía renovable y la dinámica y el conocimiento que producen nuestras ciudades.
— ¿Qué perfiles te gustaría que lean tu libro?
— Si bien originalmente estuvo orientado a los formuladores de políticas públicas, el impacto de la pandemia amplió el campo de acción. Como contenido de divulgación, con un lenguaje directo, puede ser de interés también de aquellos que estén interesados en tener una guía concreta respecto de qué es la Economía Circular y su aplicación concreta.
— ¿Qué cambios aparecieron entre la primera y la segunda edición del libro?
— En primer lugar, sin dudas los más impactantes serán los derivados de la pandemia. La relación de ésta con la pérdida de biodiversidad por la acción del ser humano, pareciera haber generado en la sociedad global una conciencia respecto de que es necesario tomar cartas en el asunto. En esa dirección, destaco el rol de la Unión Europea. En diciembre del 2019 lanzó su “Pacto Verde Europeo”, programa que apunta a la neutralidad de carbono continental para el 2050, con la Economía Circular como uno de sus ejes.
Esto comprueba el segundo gran cambio: la economía circular ha dejado de ser una disciplina limitada a grupos especializados y ha logrado el reconocimiento mundial como una herramienta con soluciones concretas y medibles que puede impulsar cambios en los procesos económicos al tiempo que obtenga ganancias, respete el ambiente y genere beneficios sociales. Además del citado Pacto Verde, numerosos gobiernos nacionales, regionales y ciudades (entre ellas CABA) han generado normativa y muchos otros las están debatiendo, lo que produce institucionalidad, le da certidumbre y genera mecanismos de incentivo que aceleran y retroalimentan los progresos.
Este contenido fue publicado originalmente en Otra Economía, la newsletter sobre economía circular, inclusiva y de triple impacto que edita Florencia Tuchin. Podés suscribirte en este link.