Que el surf sea un deporte más popular e inclusivo es un sueño ambicioso si se tiene en cuenta que requiere elementos costosos para practicarlo, como una tabla y ropa especial de neoprene. Y, por supuesto, requiere visitar el mar periódicamente. Pero como todo camino se inicia con un primer paso, Emiliano Sanz (41), oriundo de Pinamar, provincia de Buenos Aires, y apasionado de este deporte desde su infancia, decidió aportar “su granito de arena y sal” para acercar los deportes de tabla (surf y bodyboard) a chicos y chicas en situación de vulnerabilidad social o con alguna discapacidad. Desde su escuela de surf El Muelle, este profesor de educación física impulsó dos programas: El Surf Va a tu Barrio y Surf Inclusivo.
Para lograrlo, se inspiró en dos proyectos que conoció viajando: “En el sur de Río de Janeiro, Brasil, un grupo de voluntarios llevaban a los chicos de Rocinha, una favela, hasta el mar para surfear. Y en Panamá, había un programa en el que llevaban chicos de colegios estatales de zonas de bajos recursos a hacer clínicas de surf. Esto resultaba un superestìmulo para que estudiaran porque la condición para seguir subiéndose a una tabla era que les fuera bien en el colegio”, cuenta Sanz, quien además es director de la Asociación de Surf y Bodyboard de Pinamar, desde donde busca también promover la actividad en las escuelas locales.
El surf va a tu barrio y a tu escuela
El proyecto de acercar al surf a chicas y chicos que viven en las zonas periféricas de la ciudad, en domicilios localizados más cerca de la ruta que de la playa, se inició en el barrio La Palangana de la localidad de Ostende (partido de Pinamar), donde Sanz se ofreció a aportar sus conocimientos como docente. Ahí tenía unas compañeras que estaban haciendo un trabajo de apoyo escolar y les propuso: “Yo de lengua o de matemática no tengo ni idea, pero sí tengo mucho para dar desde la parte deportiva”.
Su sorpresa fue grande cuando al entrar en contacto con los chicos descubrió que muchos de ellos, viviendo en una ciudad costera a pocos kilómetros de la playa, no conocían el mar o lo habían visto de lejos sin haber caminado en la arena o probado el agua salada. “Parece mentira, pero es así. Son familias numerosas a las que tomar un colectivo a la playa les representa el gasto de una comida diaria, por ejemplo. O que tienen otras dificultades sociales y culturales que imposibilitan el disfrute del mar”, cuenta. Al conocer esta situación, resolvió: “Vamos a llevar a los pibes a la playa. Tenemos que hacer algo relacionado con el surf”.
El Surf y el Bodyboard Van a tu Escuela es un proyecto que sale de la asociación de surf local: ofrecen clínicas en colegios estatales de provincia, principalmente en primaria, aunque también las han brindado en algunos secundarios. Sanz junto a Romina Gemignani (51) y otros instructores voluntarios, dieron inicio a estas clínicas en el 2017 que se dictan entre octubre y mediados de diciembre y se retoman en febrero hasta mediados de abril. Algunas veces en la playa y otras, cuando el clima no acompaña, en los colegios, donde a los menores les proponen practicar ejercicios “en seco”, con tablas de equilibrio y otros elementos de los deportes acuáticos.
En estas clínicas de iniciación al surf y bodyboard los alumnos y alumnas toman los primeros conocimientos básicos de estos deportes tanto a nivel técnico, como de los diferentes accesorios que se utilizan para dicha práctica. Pero lo más relevante es que pueden conectar con la maravilla del mar a través de una tabla. En cada clínica aprenden a observar las olas, a distinguir las olas verdes de las blancas, a hacer una lectura del mar, a reconocerlo desde diferentes perspectivas, puntos y ubicaciones, altas y bajas.
Cuesta organizar cada clínica, ya que son jornadas de varias horas que requieren de una logística importante (traslado de la escuela hasta la playa, cambiarse con los trajes necesarios para meterse al mar, hacer la práctica —se realiza en El Muelle— y regresar). “Los materiales salen de las escuelas de surf que participan en el programa: Sudestada, Honolulu, Laia y El Muelle. “De a poco y en todos estos años fuimos recibiendo donaciones de tablas o ropa que otros ya no usan. Para las clínicas, recibimos también colaboración de muchos comerciantes de la zona que nos donan desde pan, fiambre, carne, facturas, bebidas para darles de comer a los chicos. Los vehículos para los traslados por lo general los ponemos los profes”, cuenta Sanz. Y concluye:”Cualquier esfuerzo es nada comparado con las caras de felicidad de los chicos cuando se meten al mar y surfean una ola”.
Convencido de que el deporte es una herramienta fabulosa para romper prejuicios, estereotipos y diferencias culturales, entre los objetivos de Sanz está lograr que todas las escuelas de ciudades costeras incluyan los deportes de tabla como parte de la currícula. “Nos parece una picardía vivir en una zona costera donde se practican un montón de deportes de tabla y que los colegios, donde hay muchísimos chicos, no ofrezcan la posibilidad de conocer el mar, la vida en la naturaleza y el respeto por ella. Surfear es una forma de ser más consciente de la importancia de cuidar el ambiente. Además, como todo deporte, reduce el estrés con la ventaja adicional de que el contacto con el agua y las olas te va relajando más que en otras actividades físicas. Favorece la autoestima, relaja la mente y aporta creatividad —argumenta Sanz—. Una buena surfeada es la mejor terapia para la felicidad y la buena salud”.
Ingresar a las escuelas no es fácil, suele haber resistencias por parte de docentes o directores, por eso Sanz buscó un marco institucional como el de la Asociación de Surf y Bodyboard de Pinamar, institución a la que pertenece desde 2016 y que preside desde hace un año. “No es lo mismo presentar proyectos desde una escuelita como la mía, que desde una institución como la asociación, que nos posibilita abarcar el deporte desde todos los aspectos: social, inclusivo y deportivo”, cuenta Sanz. En el 2019, El Surf Va a tu Escuela llegó a seis colegios primarios estatales y dos privados. “La pandemia frenó todo y desde hace un par de años vamos logrando entrar nuevamente en los colegios”, agrega.
“No podemos dejar ningún espacio librado al azar, nunca se sabe de dónde puede surgir un deportista que nos represente a nivel país, o que algún chico en un futuro pueda meterse en el mercado laboral como instructor… se trata de hacer y los frutos más tarde o más temprano llegan”, reflexiona
Vale como ejemplo el caso de Kiara Gonzalez, que aprendió a surfear en las clínicas de la Asociación y hoy con 14 años se destaca en este deporte. Actualmente continúa entrenando gracias a que Cocó Cianciarulo, la hija del bajista de los Fabulosos Cadillacs y participante olímpica de esta disciplina, le donó su tabla y el traje de neoprene.
Estos programas incluyen también educación ambiental, convocan a ONG que trabajan temáticas sobre ambiente y cada clínica incluye una limpieza de la playa y alguna charla de concientización sobre el cuidado de los océanos y su importancia. “El problema más grande es el plástico, concientizamos sobre el tiempo que tardan de degradarse los plásticos, les explicamos a los chicos qué es lo que pasa con ese tipo de basura —cuenta Sanz—. No es solo meterse con una tabla, uno no sabe de todo, por lo que trabajamos en conjunto con otras ONG locales”.
Surf para personas con discapacidad
Subirse a una tabla para barrenar una ola es un desafío para cualquiera, y en especial para chicos y chicas con discapacidades motrices o cognitivas. Gracias al programa Surf Inclusivo, hoy unos 20 niños con diferentes discapacidades pueden disfrutar del surf adaptado. Romina Gemignani es profesora de educación física, trabaja en varios establecimientos de Valeria del Mar y Ostende, entre ellos en la Escuela Especial de Ostende. Amiga de Sanz y asidua colaboradora de El Surf Va a tu Barrio, Gemignani fue quien le hizo el puente con el área de Discapacidad de la Municipalidad de Pinamar para que a los talleres de deportes adaptados ya existentes —como atletismo y pesas paralímpicos— se sumara el surf adaptado. La convocatoria a dicha actividad tuvo tanta repercusión que al poco tiempo hubo que cambiar el nombre: de Surf Adaptado mutó a Surf Inclusivo, porque comenzaron a asistir hermanos y otros chicos y chicas sin discapacidad. Este taller de surf se da hace tres años, alcanza a toda la población de Valeria del Mar, Ostende y Pinamar.
“Al día de hoy deben haber pasado por este taller unos 50 niños en diferentes momentos —cuenta Gemignani—. Las clases se dan en la playa durante el verano y dentro del club Nuevo Amanecer de Ostende durante el invierno. Con el correr de los años también pudimos traer fechas del Campeonato Nacional de Surf Adaptado. Además, cuando hacemos los campeonatos de las fechas locales, armamos una categoría para que ellos participen y se familiaricen con el ambiente. Es muy gratificante ver la evolución de los chicos y chicas, que se ve reflejada no solo en el dominio de las técnicas propias del deporte, sino en el avance físico en general y la interacción con el mar que antes no tenían. Para mí como profe, ser una pequeña parte de un proyecto tan ambicioso, que genera autonomía y bienestar en los niños, es darle un sentido superador a la profesión y una experiencia humana que agradezco estar viviendo”.
Los beneficios del surf adaptado van más allá de la diversión y el entretenimiento. Esta iniciativa fomenta la inclusión social, el empoderamiento y la autoestima de los chicos con discapacidad, permitiéndoles enfrentar desafíos y superar barreras en sus vidas cotidianas. Programas como El Surf Va a tu Barrio y Surf Inclusivo contribuyen a la sensibilización y concientización de la sociedad sobre la importancia de la inclusión y la igualdad de oportunidades para todos.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.