Las mujeres y personas del colectivo LGBTQI+ con discapacidad viven una doble situación de discriminación a partir del género o la identidad autopercibida y del hecho de tener una discapacidad. Y eso sucede tanto en la Argentina como en otras partes del mundo, explica Andrea Grassia, integrante de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) desde 2015 y periodista con discapacidad visual.
“Esto es lo que se llama enfoque interseccional: pensar todo lo que tiene que ver con la discriminación no solo asociada a la condición de género sino también a otra cuestión que, en este caso, es la discapacidad y tiene que ver con las barreras. En realidad, las barreras las enfrentamos todas las personas con discapacidad independientemente del género pero, por supuesto, se acentúan si somos mujeres”, dice.
REDI, junto a muchas otras organizaciones (como la Fundación Siglo 21, Mujeres Derribando Barreras, Sordas Sin Violencia y más) y el aporte de referentes clave, crearon una serie de herramientas para fortalecer la accesibilidad en la asistencia y el acceso a la justicia de las víctimas de violencia de género que además tienen alguna discapacidad. Estos recursos serán presentados por la Iniciativa Spotlight —una alianza global entre la Unión Europea y las Naciones Unidas para eliminar las violencias contra las mujeres y las niñas— y la Asociación Civil Impacto Digital —que se especializa en soluciones tecnológicas para problemas sociales— el 15 de septiembre, a las 12 h, en un evento online gratuito llamado Sin Barreras ni Violencias: herramientas para mejorar la accesibilidad y promover la igualdad de género (cuya inscripción ya se encuentra abierta). Luego estarán disponibles en sinbarrerasniviolencias.org.
El encuentro busca visibilizar las dificultades y barreras a las que se enfrentan las mujeres y personas LGBTI+ con discapacidad a la hora de acceder a la asistencia y la prevención de las violencias de género. Está dirigido a educadores, comunicadores, integrantes de organizaciones de la sociedad civil, funcionarios públicos, colaboradores de empresas, organismos internacionales y referentes sindicales.
“Queremos que quienes asistan al evento puedan no solo utilizar estos materiales, sino adaptarlos o inspirarse para desarrollar nuevos y mejores recursos. Y, especialmente, que asuman compromisos concretos para derribar las barreras que hoy sufren las mujeres y LGBTI+ con discapacidad para vivir una vida libre de violencias”, dice Roberto Valent, coordinador residente de Naciones Unidas en Argentina.
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“La iniciativa Spotlight se implementa en la Argentina desde el 2019 y busca dar una respuesta integral a la realidad compleja, multicausal y estrechamente vinculada a relaciones históricamente desiguales entre hombres y mujeres”, señala Luca Pierantoni, jefe de Cooperación de la delegación de la Unión Europea en la Argentina.
“Sin Barreras ni Violencias —continúa— se origina en el cruce de la prevención y el acceso a servicios para víctimas y en el compromiso que todas las organizaciones que llevamos adelante la Iniciativa Spotlight en la Argentina asumimos para trabajar con y para mujeres atravesadas por múltiples discriminaciones. El objetivo del evento es compartir los productos y materiales desarrollados para que también las personas con discapacidad puedan vivir una vida libre de violencias y, sobre todo, llamarnos a la reflexión sobre las barreras que esta población enfrenta en su acceso a servicios o en su interacción con las campañas de prevención que se llevan adelante”.
Lo que se busca es generar un efecto multiplicador y pasar de las ideas a la acción. “Todos podemos mejorar el entorno en el que vivimos asumiendo compromisos que impliquen acciones concretas, graduales y sostenidas en el tiempo. Vamos a invitar a las personas y organizaciones que participen del evento a tomar estos compromisos que contribuyan a la reducción y eliminación de las barreras”, anticipa Valent. El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en el marco de los 16 días de activismo contra la violencia de género, se revisarán los compromisos y acciones.
El diagnóstico
Las herramientas que serán presentadas en Sin Barreras ni Violencias surgen de un diagnóstico realizado por Iniciativa Spotlight e Impacto Digital sobre los obstáculos que viven en el día a día las mujeres y personas del colectivo LGBTQI+ con discapacidad.
“En la Argentina viven 2,8 millones de mujeres con discapacidad. Existen muchas barreras en el entorno que las exponen, junto a las personas LGBTQI+ con discapacidad, a situaciones de violencia, que en muchos casos se minimizan, no se identifican o no están visibilizadas. Estas barreras están muy presentes en el acceso a la información sobre prevención y en el uso de los servicios de asistencia en materia de violencia basada en género”, dice Valent. Y sigue: “La falta de conocimiento, sensibilidad y competencia sobre cómo asistirlas, la exclusión de los mecanismos de acceso a la justicia y a la información sobre prevención son algunas de las barreras”.
Andrea Grassia señala varias más. Comienza enumerando las barreras que conocemos de memoria (y no por eso dejan de existir), vinculadas a la infraestructura y la falta de accesibilidad urbana: “Por un lado están las barreras físicas que tienen que ver con el diseño de los espacios públicos, las calles, las veredas. Por ejemplo, la falta de rampas para personas con sillas de ruedas en las esquinas, las roturas o incluso los obstáculos en las veredas, las veredas angostas, los autos estacionados frente a las rampas. Pero también los transportes que no son accesibles, las estaciones de subte y de trenes que todavía no tienen escaleras mecánicas ni ascensores o que los tienen y no funcionan. Y la falta de ingresos alternativos a las escaleras en edificios públicos, en oficinas, en escuelas, en viviendas”.
A estas se suman los obstáculos que atañen directamente a las mujeres, como “el diseño de las herramientas en hospitales o centros de salud”. “Hay una barrera enorme, sobre todo en los consultorios ginecológicos, porque allí la mayoría de las camillas no son regulables, con lo cual una mujer usuaria de silla de ruedas o de baja talla no puede subir autónomamente, la tienen que alzar y eso es un riesgo enorme para ella, para la persona que la levanta y además es una humillación, porque es una situación muy desagradable por la que nadie quiere pasar ni tendría que hacerlo. También sucede con los mamógrafos que no son regulables: de nuevo hay una situación de riesgo y desagradable”.
Aún hay más. La periodista y activista destaca, también, las barreras comunicacionales, es decir, todo lo que excluye de una u otra forma de los mensajes que circulan. “Por ejemplo, si hay campañas audiovisuales sobre la prevención de la violencia hacia las mujeres y el video tiene imágenes y no tiene una locución que las describa, las mujeres con discapacidad visual vamos a quedar afuera. Pasa lo mismo con las mujeres sordas: si el video solo tiene texto hablado y no hay subtitulado ni interpretación en lengua de señas de lo que se está diciendo, esas mujeres quedan afuera. Esto es muy importante”.
En la comunicación escrita también hay barreras que hay que considerar, dice. “Si se usa un lenguaje poco claro (por ejemplo, muy abstracto o en jerga, como la judicial) las mujeres que tienen alguna dificultad de comprensión lectora, como las que tienen algún grado de discapacidad intelectual o las mujeres sordas que no acceden comúnmente al español escrito o tienen un acceso muy limitado (porque muchas veces aprenden como primera lengua la de señas), quedan afuera. Entonces, el español escrito tiene que ser muy sencillo. Sobre todo en campañas que tengan que ver con violencia y con derechos sexuales y reproductivos”, explica.
Finalmente, menciona las barreras actitudinales, es decir, aquellas que tienen que ver con el comportamiento y el trato hacia las mujeres y personas LGBTIQ+ con discapacidad. “Tal vez estas son las más imperceptibles, las más difíciles de detectar”, dice Grassia. “Y esto es porque esas barreras son las que muchas veces naturalizamos y tienen que ver con prejuicios muy instalados, con que se nos considera, muchas veces, seres asexuados, angelicales; personas que no vamos a poder ser deseadas ni desear y, por lo tanto, que no vamos a tener una relación de pareja o una relación sexoafectiva. Entonces suele pasar que no se piensa que una mujer con discapacidad puede sufrir un hecho de violencia y la realidad es que los hechos de violencia suceden”, subraya.
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Las herramientas
Luca Pierantoni señala que “la lucha contra la violencia, como en general todo lo que atañe a cuestiones de género, necesita una respuesta a nivel país, particularmente cuando el foco se pone en grupos vulnerables, como las personas con discapacidad”. Y enfatiza: “No se trata simplemente de mejorar o adaptar políticas públicas, invertir presupuestos, fortalecer servicios, sino también de reformar marcos legislativos y reglamentarios y repensar la justicia penal y civil. Y todavía no alcanza. La violencia y la discriminación se sufren en la vida de todos los días: en el lugar de trabajo, en las calles, en las familias. Por eso, es fundamental una metodología de trabajo con actores múltiples para que no solo cambien las reglas sino también las actitudes culturales, nuestra manera de comportarnos y tratar a los demás para que todas las personas vivan en plena seguridad y puedan realmente gozar de las mismas oportunidades”.
Con este horizonte, la Iniciativa Spotlight viene apoyando y fomentando proyectos desde que empezó a trabajar en el país. Entre ellos se encuentra Activismos en Red, una serie de talleres sobre derechos de las mujeres con discapacidad que se desarrollaron en 2020 desde REDI para organizaciones de distintas regiones del país.
“Creemos que esta es una de las herramientas importantes porque tiene que ver con el acceso a la información para quienes trabajan en el territorio con distintas mujeres que viven situaciones de violencia. Es muy importante que conozcan cuáles son las situaciones específicas de violencia que atravesamos las mujeres con discapacidad”, señala Grassia.
Otra iniciativa similar que llevaron adelante desde REDI fueron los talleres sobre derechos sexuales y reproductivos dirigidos a mujeres con discapacidad de distintas regiones del país. En esa oportunidad, en el marco de un proyecto llamado DeSeAr (derechos sexuales y reproductivos en Argentina) con Inclusión, que implementaron junto con la Organización Casa Fusa. “Ahí confirmamos la presencia de todas estas barreras que mencionaba antes y gracias a ese proyecto diseñamos una app que se llama Nuestra Decisión y tiene información en lenguaje sencillo sobre los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad en general, de las mujeres y de las mujeres con discapacidad en particular”, cuenta la periodista.
Y detalla: “Está pensada para todas las mujeres, tengan o no discapacidad, pero está desarrollada con perspectiva de discapacidad, es decir, que tiene todos los botones etiquetados y es accesible para mujeres que usan lectores de pantalla. Si la persona usuaria activa el GPS, dispone de información sobre los centros de salud que hay cercanos a su ubicación. Esto es importante para las mujeres con discapacidad motriz, para que no tengan que desplazarse. Pero además, lo que tiene la aplicación son botones para poder llamar directamente al 144, la línea de asesoramiento para situaciones de violencia, y también al 911 para un caso de emergencia”.
La aplicación Nuestra Decisión es de descarga gratuita y próximamente contará con más herramientas, en las que está trabajando REDI.
En cuanto a los recursos que se presentarán en Sin Barreras ni Violencias, se tratan de capacitaciones sobre discapacidad y violencia de género; spots audiovisuales con intérpretes de lengua de señas, subtítulos y audiodescripción; una guía de recomendaciones destinada a oyentes para mejorar la accesibilidad a la línea 144; cápsulas audiovisuales protagonizadas por jóvenes sordos y sordas (a partir de temas seleccionados según sus necesidades y validados por ellos y ellas); spots radiales realizados por mujeres ciegas con información sobre situaciones de violencia de género; información sobre servicios de asistencia y las herramientas legales disponibles.
“Son el resultado de un fuerte trabajo de investigación realizado con focus groups, entrevistas en profundidad y otros métodos, con la participación activa y la validación de personas con discapacidad”, cuenta Valenti y concluye: “La mayoría de las personas entrevistadas hace suyo el lema de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad: nada sobre nosotros/as sin nosotros/as. De esta manera, llaman la atención sobre la cantidad de campañas, eventos, políticas públicas, en que no se las tiene en cuenta como participantes activas. La accesibilidad y la inclusión son fundamentales para ponerles fin a las violencias y al mecanismo que coloca a las mujeres y personas LGBTIQ+ en una situación de vulnerabilidad”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 1 de septiembre de 2021.
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