¡Hola, amigos! La vida en cuarentena es parecida a la vida en una isla, ¿no? De golpe, todo estamos guardados en nuestras casas, continentes solitarios unidos por puentes virtuales con el mundo exterior. Clases de zumba, de literatura, Zoom con amigos, fiestas que se hacen enfrente de la computadora. Tanta insularidad me recordó a dos escritoras irlandesas que me apasionan.
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Claire Keegan. Hace ¡más de diez años! Eterna Cadencia publicó su primer libro. Y el éxito, moderado pero contundente, mereció la compra de más licencias de publicación. Así, hoy podemos encontrar tres títulos de esta autora irlandesa, todos con buenas traducciones de Jorge Fondebrider, de quien se dijo que toma los lugares comunes de las historias de campo irlandesas y los hace arder.
- Mis favoritos son los relatos de Recorre los campos azules. Pero es lo mismo, siempre es genial. Su primer libro, Antártida, te deja helada. Como dijo Samanta Schweblin: son cuentos limpios, simples y crueles. Como el hielo. De su novela (muy corta, pero hermosa), que acá Eterna Cadencia tradujo como Tres luces, Richard Ford dijo que era un “acto arriesgado de un virtuosismo narrativo poco frecuente”. En fin. Para los lectores que aman los cuentos de la estirpe iluminada de Lorrie Moore, de Alice Munro, de Amy Hempel, acá tienen a su próxima escritora.
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Edna O’Brien. Así como Eterna Cadencia se hizo cargo de los libros de Claire, otra editorial, pero de España, se hizo cargo de los libros fundamentales de otra irlandesa fabulosa, menos contemporánea pero no por eso menos espectacular: Edna O’Brien.
Que nació en los ‘30, que publicó su primera novela en los ‘50, que los enamoró a todos. De ella sólo Leí Las chicas de campo (esa primera novela que le dio fama mundial), editada por Errata Naturae en España en 2013 y desde entonces reeditada todos los años, y estoy buscando todo lo que haya salido de su mano.
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Campo y ciudad. John Berger define bien el encanto de esta novela: dice que su genialidad viene del dolor mismo de la memoria. Y así es. El campo parece un tema obligado en cierta literatura irlandesa, como si no pudieran despegarse de su origen insular y rural. La de Las chicas de campo es una historia de iniciación, una memoria dura y bella, que habla de ese rito tremebundo que es el salto a la madurez, la exploración de la sexualidad. El desarraigo de la edad y de la geografía. El paso de la vida en el campo a la vida en la ciudad, en este caso, Dublin.
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Pocos elogios. Philip Roth, que la entrevistó para The Paris Review, dijo de Edna que es la escritora de lengua inglesa con más talento de nuestros días. Alice Munro, para mí sí una de las mejores escritoras de la lengua inglesa, dijo que no hay escritor o escritora que se le pueda comparar, “en ningún lugar”.
Editores y editoras, una humilde pregunta: ¿qué pasa que todavía nadie está traduciendo los cuentos de Edna?
Y aquí, el libro de no ficción de la semana:
Teoría King Kong, de Virginie Despentes, comentado por Santiago Giralt. En tiempos de pañuelos verdes, de masificación local del término feminismo, el texto de Virginie Despentes resulta esclarecedor. Desde los orígenes del feminismo (cuyos primeros textos datan de fines del siglo XVIII), la línea que une las conquistas alcanzadas hasta el presente se dibuja en un campo de batalla de triunfos y derrotas. Los movimientos sufragistas de fines del siglo XIX y comienzos del XX, las corrientes intelectuales posteriores a los movimientos sociales de las décadas de 1960 y 1970, encuentran un eco que actualiza las problemáticas del feminismo en el capitalismo tardío actual. Aquí, el comentario completo.
Espero que te haya gustado el envío de hoy. Yo me retiro a seguir buscando libros. ¿Dudas? ¿Sugerencias? ¿Lecturas? Escribime a [email protected]
Va un fuerte abrazo,
Flor.