—¿Qué actividades desarrolla AMIA para las personas con discapacidad?
—AMIA acompañó un proceso que atravesaron las personas con discapacidad, gracias al empuje de la sociedad civil. Cuando comencé a trabajar en el tema, era poca la conciencia y la información. También las posibilidades de capacitación. Antes, si bien había leyes, nadie conocía sus derechos. Nosotros comenzamos a organizar capacitaciones a padres, profesionales y a personas con discapacidad. También se busca participar en entes gubernamentales para defensa y promoción de derechos de personas con discapacidad. A su vez, hacemos capacitaciones a jóvenes voluntarios o en clubes sociodeportivos para saber cómo abordar a las personas con discapacidad que se acerquen. Y damos charlas para padres en las que profesionales explican temas específicos que preocupan a familiares de personas con discapacidad. Por ejemplo, un abogado vino a explicar cuestiones sucesorias vinculadas a personas con discapacidad. Por otra parte, algunas cuestiones recrudecieron en la pandemia, como el pedido de personas con discapacidad en situación de vulnerabilidad económica a las que asistimos con préstamos de elementos ortopédicos.
—¿Prepararon algo en particular para el 3 de diciembre?
—En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad vamos a difundir un video en el cual las personas con discapacidad son protagonistas. Fue muy interesante su grabación: los participantes se sentían escuchados y que representaban a otras personas con discapacidad. Y su mensaje es simple: hacer que la personas con discapacidad sean una persona más. Alguien que solo tiene una situación, como otros tienen la de ser alto, bajo, rubio o de ojos celestes. En este caso, la situación es un déficit en algún punto y hay que compensarlo. Y la sociedad tiene que ver cómo hacerlo. Por ejemplo, se pone una rampa para el traslado, es una compensación. O que haya un sistema braille.
—¿Cuáles son los ejes inmediatos sobre los que se debe avanzar el Estado en la agenda inclusiva?
—Hay cuestiones que van de la mano. Uno de los ejes es el trabajo. La autonomía de las personas con discapacidad solo se puede dar cuando tienen acceso al trabajo. Nosotros trabajamos año a año en la autorrealización de las personas con discapacidad. Pero para el acceso al trabajo se necesitan ciertas prestaciones como la asistencia personal. Por eso también es importante que las personas puedan capacitarse en asistencia personal y brindar apoyo a las personas con discapacidad. El acompañamiento terapéutico es una figura más reglada y aceptada, pero es otra cosa (está más orientado a lo mental). Y la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad coloca al asistente personal como una figura central. Y, a su vez, con el trabajo se relaciona la educación. Si no hay compensación en la educación superior o media, generalmente a las personas con discapacidad se les complica en la secundaria o más adelante. Pocas escuelas y universidades brindan herramientas. Es un camino largo el que queda en ese sentido.
—¿Cómo podemos ayudar cada individuo, fuera de organizaciones de la sociedad civil o del Estado, a la inclusión de las personas con discapacidad?
—Creo que muchas personas discriminan porque les falta información, conocimiento. Doy un ejemplo burdo: cuando uno va a países como Estados Unidos la gente se viste “rara”, con colores excéntricos, o con el pelo de violeta, por ejemplo, pero nadie las mira. Nadie lo ve como raro. Lo mismo pasa acá. Por mucho tiempo las personas con discapacidad no tenían vida social, entonces al verlas, no se sabía cómo tratarlas. Faltaba de información. En la medida que la sociedad entienda que hay personas con características propias y distintas a nosotras, y que hay que aceptar la diversidad humana como tal, vamos a dejar de discriminar y respetar. La persona con discapacidad sufre más por la discriminación y el destrato que por su discapacidad.