El escenario está repleto de telas rotas que parecen piel muerta y arriba del campo hay un corazón enorme que se enciende y apaga simulando latidos. Un telón blanco cubre la escena con la imagen de una cicatriz que hace alusión a la idea conceptual del disco: una cesárea. Por unos cuantos minutos, el público escucha música instrumental de tensión y solamente ve sombras en la tela, manos que intentan salirse, las figuras de algunos músicos detrás. En el momento exacto, el telón se desprende y Dillom irrumpe con su banda, una guitarra poderosa y una versión bien rockera de Irreversible.
Dillom invade, sorprende, incomoda. Detrás del personaje está Dylan León Massa, un joven de 23 años que creció en Balvanera, CABA, y tuvo una infancia dura. Pero en ningún momento suelta la actuación. Mira al público de manera penetrante, su rostro acompaña la letra de cada tema con lo que cada canción necesita: bronca, angustia, desamparo, satisfacción. Por momentos, Dillom y Dylan se fusionan, ya no sabemos cuál es el de verdad. Y no importa.
El Luna Park está repleto y no es la primera vez que toca ahí. Su debut fue en 2022 con Post Mortem, su primer disco, un álbum conceptual que lo posicionó como la cara más disruptiva del nuevo trap argentino. Ahora es la presentación de su segundo trabajo discográfico, Por cesárea, que estrenó en abril de este año. En una atmósfera de terror cuenta la historia de un personaje perturbado, con pensamientos existencialistas y psicóticos.
Esta noche, en el escenario, Dillom recorre las canciones de Por cesárea, Post Mortem y su EP Ad Honorem Vol. 1 acompañado de una banda de músicos de primer nivel que no se quedan un paso atrás: Giuliano “Gringo“ Tomatis, Ignacio Haye, Franco Dolzani y Fermín Ugarte como invitado. Además, en varias canciones participa el Cuarteto de cuerdas Divergente de Alejandro Terán.
En la lista de los casi 25 temas también suenan hits con los que explota el estadio, como Pelotuda, La primera, Ola de suicidios y 220, pero el público demuestra que es fan y no va a ver a Dillom por deporte: del primero al último salta en todos los temas y en todas las butacas se saben la letra completa de cada canción. En Mentiras piadosas subió a cantar Broke Carrey y en Ovario Ill Quentin, ambos artistas del sello discográfico que fundó Dillom, Bohemian Groove.
En lo que es uno de los momentos más sensuales del show, Lali apareció en el escenario con un look bien Morticia para hacer juntos La carie, el tema de Por Cesárea que tienen juntos. Otra colaboración del disco es Mi peor enemigo con Andrés Calamaro. Aunque el músico no puede asistir porque está de gira, su tema también es un gran momento del show.
En el transcurso del espectáculo pasa de todo y el personaje de Dillom se va enloqueciendo, perdiendo y violentando con el pasar de las canciones. En La novia de mi amigo canta sentado en un sillón, con la mirada perdida y un conjunto de globos blancos que hacia el final se van pinchando. En Muñecas, la canción más perturbadora del disco, canta con una máscara y un cuchillo en la mano y en la frase final —hay problemas que solo los soluciona la muerte— se hunde el puñal en el pecho, sangra y cae al suelo.
Si las canciones de Dillom subían la vara del género urbano por su experimentación sonora, sus ideas conceptuales y su lírica, la experiencia de su show en vivo pone a la música argentina en un escalón que no cualquiera se anima a subir. Para ser Dillom hay que abrirse, romperse por completo y reírse un poco. El corazón de su música son sus ideas absurdas y sus ganas de todo el tiempo ir más allá. No está pensando en parecerse a nadie, no está pensando en vender y, sin embargo, agota dos Luna Park.