En vísperas de una de las fechas más importantes del calendario ambiental, analizamos el lema elegido, recordamos lo ocurrido hace 50 años y miramos para adelante. Porque mucho queda por hacer en este 2022.
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420 ppm. "Are we mad?!", exclama enfurecida Christiana Figueres al mencionar ese dato. 420 ppm. "¡¿Estamos locos?!". La ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC) y arquitecta del Acuerdo de París hace un grito de reflexión colectiva en uno de los episodios de su podcast sobre lo rápido que ese valor ha cambiado, sobre lo preocupante que ello revela, sobre lo responsable que somos ante ello.
Cuando llegué a este planeta en 1988, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera había alcanzado las 350 partes por millón (ppm). Ese valor era considerado por la ciencia como el máximo deseable, es decir, pasarnos de él implicaría efectos cada vez más dramáticos. Bueno, en estos 34 años nos pasamos. No por un poquito, por mucho. El mes que acaba de concluir, mayo de 2022, alcanzamos un valor de 420.99 ppm. De nuevo: Are we mad?!
Estuve pensando mucho en este dato durante estos días en que tanto y tan positivamente se hablaba sobre el 50° aniversario de lo que se consideró la primera conferencia en la que el ambiente fue protagonista, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano. En 1972, se celebró en Estocolmo, Suecia, este evento que puso al cuidado del ambiente en la agenda de la política internacional (o al menos eso intentó) y que significó la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Cincuenta años después la verdad es que sólo puedo pensar en una cosa que los tomadores de decisión tendrían que decir: "Hemos fallado".
Soy la primera que reconoce la importancia de la diplomacia internacional, de la realización de las conferencias y que las cubre siendo consciente de que no son el modelo perfecto, pero con la obstinación de que, siendo lo que son, tienen que funcionar bien, cumplir con los compromisos asumidos e incrementar la ambición de los mismos. De allí que, no hagamos de los aniversarios una nueva posibilidad para discursos bonitos que en nada reflejan la acción.
Porque en 1972 la concentración de CO2 era de 327.46 ppm. Porque hoy estamos en 420 ppm. Are we mad?!
Figueres y otros dos ex secretarios ejecutivos de la CMNUCC, Yvo de Boer y Michael Zammit Cutajar, no tuvieron inconvenientes al reconocer lo que estos 50 años han significado: "Durante 50 años los gobiernos han fallado en actuar ante el cambio climático. No más excusas". Así titulan su columna de opinión en el diario británico The Guardian en el que repasen los pasos a favor y aquellos que ni se impulsaron durante estas cinco décadas con miras a lo que se debe hacer, cuanto antes.
Claro que en estos años se incrementó la concientización, llegamos a tener un acuerdo climático y demás, pero todos sabemos que la acción no ha sido la suficiente ni ha estado a la altura de lo que la ciencia climática nos venía diciendo era necesario. Hoy vemos las consecuencias en el estado de crisis climática y ecológica en el que nos encontramos. Hoy esas 420 ppm nos demuestran todo lo que no hemos hecho.
#UnaSolaTierra es el lema que, al igual que en la conferencia de Estocolmo, se eligió repetir para el Día Mundial del Ambiente que se celebrará este domingo 5 de junio. (Sí, yo hablo de ambiente porque técnicamente es lo correcto, más allá de que ONU siga usando la errónea traducción de environment como medio ambiente).
Más allá de la obviedad (creo que igual no para todos) de que tenemos un sólo lugar para vivir y somos la única especie del planeta que lo está destruyendo, lo que me parece más destacado con motivo de la fecha es repasar esa triple crisis sobre la cual se busca concientizar y ante la cual se requieren acciones urgentes. A saber: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación. No son tres crisis separadas. Son tres crisis que se interrelacionan y se retroalimentan negativamente ante la inacción o acción insuficiente. Son tres crisis que suponen acciones coordinadas, no podrá resolverse ninguna de ellas por separado si no se trabaja en conjunto con las otras. De allí, claro, la complejidad de la desafiante acción necesaria.
El Día Mundial del Ambiente llega cada junio casi como para pararnos, mirar atrás lo ocurrido durante los primeros cinco meses del año y mirar adelante en todo eso que aún nos queda por activar y accionar. Mi siguiente apartado está enfocado en esto último, en vistas de algunas de las conversaciones que se dieron estos días con motivo del 50° aniversario de la Conferencia de Estocolmo.
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Los desafíos climáticos para todo eso que aún viene (o debe venir) en el 2022. Y que ya hemos conversado, más de una vez, en PLANETA. Voy a justificarme sobre esto como lo hizo un científico del IPCC: "no me echen la culpa en mis reiteraciones de lo que no hacen los tomadores de decisión". Dicho esto, pasemos a los tres grandes desafíos que debiéramos destrabar en los próximos meses y que son de suma importancia desde una mirada latinoamericana.
- Put the money on the table. Les dije que lo iba a repetir mucho este 2022, ¿no? Bueno, creo que entramos en la parte del año en la que más lo repetiré. Pero hoy lo hago en palabras de una de las actividades juveniles más destacadas de nuestro tiempo.
Mi momento favorito del evento aniversario Estocolmo+50 fue cuando habló la activista climática de Uganda Vanessa Nakate. Su presencia ya era comunicación en sí misma. Estaba en un mismo panel con el enviado espacial para el clima de la presidencia estadounidense, John Kerry. Sentada al lado de él, vistiendo una remera negra que decía en blanco climate finance (financiamiento climático). Sí, ese mismo financiamiento que países como Estados Unidos aún no han puesto sobre la mesa.
Su discurso fue en línea con eso que representaba su presencia. Urgió que los países del Norte incrementen el financiamiento para ayudar a los países del Sur Global. Urgió que se reconozca un mecanismo de financiamiento destinado a pérdidas y daños. Cuando la escuché pedir esto, no pude dejar de recordar que Kerry fue uno de los que, en la COP26 en Glasgow, encabezó la negativa de creación de tal mecanismo. Nakate habló desde la más honestidad que caracteriza esa representación de un país y de un continente que es totalmente vulnerable al cambio climático. Por sobre todo, fue decir las cosas como son.
Porque los países desarrollados se comprometieron ellos mismos a movilizar US$100.000 millones anuales hacia los países en desarrollo desde 2020 a 2025 y ellos mismos no lo están cumpliendo. Si la COP26 fue un fracaso en este punto, la COP27 que se celebrará en Egipto en noviembre próximo tendrá la oportunidad de ser un éxito. De tener resultados concretos en que se ponga el dinero sobre la mesa para que los países del Sur Global dejen de estar atrás en las necesarias transiciones y en eso que hoy más sufren: la adaptación a efectos cada vez más dramáticos del cambio climático.
- Adaptarnos a los efectos ya presentes del cambio climático. La primera mitad del año estuvo, como nunca antes, plagada de información científica. Sólo del IPCC, tuvimos dos reportes igual de contundentes y alarmantes. Uno de ellos evidenció de manera profunda cómo el cambio climático está impactando e incrementando las vulnerabilidades existentes y las mejoras que tenemos que hacer en medidas de adaptación.
Si en los próximos meses debiéramos conocer eso que aún falta en muchos países -planes reales, concretos y ambiciosos de descarbonización- en los próximos meses también se deberá poner a la adaptación en igual de importancia que la mitigación. No sólo en materia de las políticas, sino también -y para que ellas sean posibles- en materia de financiamiento.
Como país que preside la COP27, Egipto ya anticipó que financiamiento y adaptación serán los dos temas clave y transversales de la conferencia. Pero, en vistas de lo ocurrido en Glasgow, habrá que ver si los países desarrollados permitan que se hagan avances sustanciosos en ellos. Mientras tanto, no me quiero enfocar en el Norte, sino en el Sur.
- Cómo trabajar desde el Sur sin pelearse entre el Sur. Voy a dejar esto por aquí y guárdenlo para ver si actuó como "premonición" o si, afortunadamente, me equivoqué. Cuando uno escucha a un activista de África o a uno de América Latina o de algunos países de Asía percibe que, aún con las diferencias, hay luchas y realidades en común. Hay un Sur Global menos responsable al problema del cambio climático y más expuesto a sus efectos que sale a la calle con los mismos reclamos. Pero no sólo a la calle. También a la mesa de negociación de la política climática internacional. Y ahí es donde nos puede encontrar unidos o separados.
Hoy el reclamo común es que los países desarrollados pongan el dinero sobre la mesa para los países en desarrollo. Y cuando el dinero esté, ¿qué pasará? ¿Acaso volveremos a pelearnos entre países latinoamericanos y africanos por ver quién es más vulnerable para recibir ese o más dinero? ¿Acaso incluso nos pelearemos entre los propios países de la región para recibir esa ayuda financiera? La acción climática puede ser una enorme oportunidad para que América Latina como región y el Sur Global como configuración se unan frente a los dominantes interesantes de los países desarrollados y más contaminantes, con sus necesidades, demandas y reclamos en común. Ojo con hacer de ella una contienda interna que más que beneficiarnos, tienda a perjudicarnos.
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Los desafíos, desde el séptimo arte. El cine ha sido -especialmente durante los últimos años- una herramienta y una oportunidad para visibilizar las problemáticas ambientales y algunas de sus posibles soluciones. El Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA) es un espacio de condensación de muchas de las producciones audiovisuales dedicadas a ese propósito. Su sexta edición inicio el pasado miércoles 1ro de junio y continúa hasta el domingo 12 de este mes con una propuesta híbrida: hay proyecciones en algunas salas de cine y, además, el público residente en Argentina puede acceder a su programación de forma online y gratuita.
Como soy jurado en la competencia internacional de largometrajes internacionales, no sería ético de mi parte decirles qué documental me gusta más o cuál llamó más mi atención. Pero sí voy a compartirles esas cinco producciones que, cuando vi por primera vez el listado que integraba la programación, me dije "éstas las quiero ver". Cada una de ellas comunica sobre algún desafío (o más de uno) que se presenta en la actual crisis climática y ecológica.
- La fabrique des pandémies. La actriz Juliette Binoche recorre cuatro continentes para conversar con ecologistas que estudian el vínculo entre el deterioro de los ecosistemas y la emergencia de enfermedades transmitidas de animales a humanos. Un documental que llega en el momento justo para evitar futuras pandemias y que tiene la mirada de Marie-Monique Robin como directora (también conocida por su documental El mundo según Monsanto). Pueden ver el documental aquí.
- En el nombre del litio. No es la primera vez que hago referencia a esta producción audiovisual de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). La misma nos traslada al norte argentino y nos ofrece una perspectiva distinta -prácticamente olvidada- cuando hablamos de la explotación del "oro blanco" necesario para la transición energética, el litio. Pueden verla aquí.
- Waste no.6 How Great. Es raro referirse a la sinopsis de este documental cuando me están leyendo desde algún dispositivo tecnológico, pero... este documental nos invita a reflexionar sobre la creciente dependencia que tenemos a la tecnología y cómo ello puede repercutir en una sociedad cada vez más deshumanizada. Se puede ver aquí.
- The Seeds of Vandana Shiva. Siempre me interesa saber más sobre la referente del ecofeminismo, Vandana Shiva. Y este documental pone foco en ello buscando responder a una pregunta: ¿cómo se convirtió la tenaz hija de un guarda forestal del Himalaya en una de las principales activistas de la actualidad y en la peor pesadilla de Monsanto? Pueden verlo aquí.
- Dear Future Children. Una propuesta diferente (muy diferente) sobre el activismo juvenil de estos tiempos, tomando a tres activistas y tres causas diferentes por las que luchan como protagonistas. Una propuesta que está muy lejos de esa idea romántica sobre las futuras generaciones. Pueden verlo aquí. Y, si les interesa, pueden sumarse a la conversación que tendré con su director, Franz Böhm, el próximo lunes 6 a las 20 hora argentina por el canal de YouTube y cuenta de Facebook del FINCA.
Pueden conocer más sobre el festival y disfrutar de la programación aquí.
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Y en esta fecha, otro "día de" no menos importante. Como esta edición les llega en viernes, no quería dejar de hacer referencia a la fecha que convoca cada 3 de junio desde 2018: el Día Mundial de la Bicicleta. En una PLANETA en la que hablamos de los desafíos actuales, la movilidad de las personas es un ámbito en el que, si bien se han hecho importantes avances, aún queda mucho por hacer.
Como ciclista urbana, registro a diario allí donde es necesario promover cambios. ¿Los dos principales? Crear más y mejor infraestructura para poder movilizarse en bicicleta, y educar más y mejor a los ciudadanos en todos sus roles -es decir, como peatones, ciclistas y automovilistas- para que tengamos una armónica convivencia en las calles. Hay un tercer cambio que considero igual de importante y transversal y es no limitar la movilidad en bicicleta a los grandes centros urbanos, sino también pensar en cómo integrar su uso a sus alrededores, por ejemplo, al combinar su uso con transporte público.
Si en línea con el apartado anterior, les interesa ver un documental al respecto, les recomiendo despertar la reflexión con el controversial Bikes vs. Cars.
Me despido hoy con una imagen pasada sobre lo que viene. La foto corresponde a una de las demostraciones durante las reuniones preparatorias a la COP de 2018. El próximo lunes inician unas nuevas reuniones en Bonn, Alemania, en las que, si bien concentradas más en lo técnico, algunas de las cuestiones mencionadas en esta edición se empiecen a poner en juego. Como en 2018, la disputa hoy sigue siendo en cómo hay que implementar el Acuerdo de París para el bienestar de las personas (y del planeta) frente a intereses de contaminantes que buscan ir en contra.
Aún a la distancia, estaré cubriendo estas reuniones y los mantendré informados -as usual, pero no business- en PLANETA.
¡Buen finde!
Tais