Cada día, millones de niñas, niños, adolescentes y adultos alrededor del mundo sufren de hambre. En el 2017, 821 millones de personas no contaban con suficientes alimentos para comer, un número que ha aumentado sostenidamente desde 2014.
Pero el hambre no es el único desafío alimentario que enfrentamos como sociedad. El sobrepeso y la obesidad, el desperdicio de comida, el impacto ambiental de la industria alimentaria, y el subdesarrollo de comunidades rurales, son algunos de los desafíos más grandes para lograr un mundo con #HambreCero.
Es por eso que gobiernos alrededor del mundo se han comprometido a erradicar el hambre a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados en 2015. Pero como consumidores, productores y chefs también podemos hacer nuestra parte. Aquí, cuatro acciones recomendadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para lograr un futuro alimentario más sostenible y equitativo.
1. No tirar comida
En Argentina se desperdician más de 16 millones de toneladas de comida cada año, y a nivel mundial, se tira casi el 40% de toda la comida que producimos. La gran mayoría de esta comida se encuentra en buen estado, pero se echa a perder por falta de recursos, tiempo o información.
A nivel personal, podemos tratar de desperdiciar lo menos posible congelando sobras o utilizandolas para otras comidas. También podemos promover que se rescate la comida que se tira. En 2017, los bancos de alimentos del país rescataron más de 9 millones de kilos de comida que, en lugar de terminar en la basura, se sirvieron en 28 millones de platos en 2.500 comedores y hogares de ancianos o niños.
Para promover más donaciones de alimentos, el pasado 11 de octubre, el Congreso aprobó una modificación fundamental a la ley de donación de alimentos.
2. Adoptar una dieta más saludable y sostenible
Mejorar la seguridad alimentaria significa abordar tanto la desnutrición como la obesidad y el sobrepeso. En Argentina, 350.000 niños y niñas sufren de sobrepeso u obesidad, una de las tasas más altas de toda América Latina. Según datos del gobierno, 44% de los casos de diabetes en el país son consecuencia del sobrepeso o la obesidad.
La preparación de comidas saludables y nutritivas puede ser un desafío, especialmente para las comunidades más vulnerables. Pero iniciativas como el Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad buscan que las comidas saludables sean más accesibles a través de, por ejemplo, kioscos saludables en los colegios públicos.
3. Empoderar a las comunidades rurales, especialmente a las mujeres
El 80% de las familias pobres en el mundo viven en zonas rurales y dependen de la agricultura, la pesca o la silvicultura.
“Proteger y promover su bienestar es fundamental para reducir la malnutrición en todas sus formas, mejorar los sistemas de producción alimentaria para todos y preservar la salud de los recursos naturales de la tierra a largo plazo”, indican desde la organización.
Un grupo clave dentro de las comunidades rurales son las mujeres. Ellas representan un cuarto de la población mundial y producen más de la mitad de los alimentos que se consumen en el mundo. Si las mujeres rurales tuvieran igual acceso que los hombres a la titularidad de tierras, financiación y capacitaciones, podrían producir entre un 20% y un 30% más de alimentos en el mundo, según la FAO.
4. Ayudar a los refugiados y a las comunidades desplazadas
Una de causas principales de la creciente inseguridad alimentaria son los conflictos violentos que han aumentado en los últimos años y han llevado, a su vez, a masivas migraciones forzadas.
Además, según la FAO, la variabilidad climática y otros fenómenos meteorológicos han afectado negativamente los suministros de alimentos y los ingresos y han provocado mayores desplazamientos. En los países con elevada exposición a impactos climáticos, "se han más que duplicado el número de personas subalimentadas que aquellos sin una exposición elevada”.