En las últimas semanas, la detección de un aumento en la cantidad de tropas rusas a lo largo de la frontera ucraniana despertó la alarma internacional y un temor a que el gigante asiático invadiera ese país. Estados Unidos y sus aliados europeos hicieron intentos de resolver el problema por la vía diplomática, por ahora sin resultados.
El presidente ruso Vladimir Putin dice que no tiene intenciones de invadir Ucrania. Pero sin embargo sus tropas siguen ahí. Si Putin no quiere invadir Ucrania, entonces, ¿qué está pasando? ¿Qué quiere Rusia? El conflicto es más complejo de lo que parece. La crisis en Ucrania puede tener implicancias importantes tanto en lo geopolítico como en la arquitectura de la seguridad internacional.
En 2019, Volodymyr Zelensky fue elegido presidente de Ucrania. Durante su campaña, él había prometido buscar una solución al conflicto que desde hace años se vive al Este del país. Para resolverlo, Zelensky tendría que sentarse en la mesa con Putin a negociar y posiblemente hacer varias concesiones que podrían costarle bastante caro. Sin embargo, pegó un volantazo y decidió pedir asistencia militar en Occidente, más precisamente a la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entidad por la que Zelensky ya ha mostrado interés por sumarse en más de una ocasión.
La OTAN respondió al pedido de Zelensky y, recientemente, miembros de esta alianza militar, como Estados Unidos y Reino Unido, empezaron a cooperar con Ucrania mediante reformas, entrenamientos o vendiendo equipamiento militar, algo que preocupa a Putin, que ve como una amenaza el hecho de que Ucrania se acerque a la OTAN y la posibilidad de que se convierta en miembro.
Por qué a Rusia le preocupa la relación de Ucrania con la OTAN
La OTAN es una alianza militar de distintos países que rige desde que se firmó el Tratado de Washington en 1949. Es un sistema de defensa colectiva por el cual si se ataca a algún país miembro, se está atacando al resto. Sus primeros integrantes fueron Estados Unidos y los países de Europa Occidental, como Francia, Italia, Alemania o España, pero después se unieron otros países de Europa del Este, como República Checa, Bulgaria, Lituania, Letonia, Estonia, Eslovaquia y Rumania.
El periodista Ignacio Hutin, con una maestría en relaciones internacionales y especializado en Europa oriental y Balcanes, trabajó en zonas de guerra y escribió los libros Ucrania/Donbass: una renovada guerra fría y Ucrania: crónica desde el frente. Él señala que Putin se opone a la incorporación de Ucrania a la OTAN porque Ucrania es un país grande, importante, que está muy cerca de las fronteras rusas. Por eso, su incorporación implicaría tener bases militares muy cerca de la parte más poblada del territorio ruso, que es la zona oeste.
Hutin señala que la posibilidad de que Ucrania se incorpore a la OTAN es una amenaza para la seguridad rusa, para su orgullo, y para esta idea de Rusia como una potencia que puede no expandirse territorialmente pero sí expandir sus influencias. “Tanto es así que Rusia viene haciendo ejercicios militares con Venezuela desde 2008. Y especialmente en 2018, cuando ya tenían gran influencia sobre Nicaragua, hubo una serie de ejercicios militares muy cerca de la costa Venezolana. Esto a EEUU no le gustaba nada, de la misma forma que a Rusia no le gusta ver ejercicios militares de la OTAN en el Mar Negro”, afirma.
La expansión de la OTAN por Europa del Este
Para entender la situación actual es importante conocer el contexto entre la OTAN y Rusia. En 1990, durante el proceso de unificación alemana y en la previa de la disolución de la Unión Soviética, el entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, James Baker, le prometió en una reunión a Mikhail Gorbachov, en aquel momento jefe de Estado de la Unión Soviética, que la alianza de la OTAN no iba a expandirse ‘‘ni una pulgada hacia el Este‘‘.
El objetivo era dar tranquilidad a Rusia con respecto a su seguridad. Aunque fue apenas una conversación y esa promesa no quedó formalizada en ningún lado, el evento trascendió cuando se desclasificaron documentos de inteligencia de distintos países, cuyos mandatarios estaban ese día en la misma mesa. Sin embargo esa promesa no se cumplió.
El exembajador de Argentina en Rusia, Ricardo Lagorio, que ostentó el cargo entre 2017 y 2021, señala que para Putin aquella promesa verbal se incumplió y que actualmente hay un avance muy peligroso de la OTAN hacia sus puertas. “Para Rusia hoy la OTAN está más cerca de su territorio que en la época soviética y eso lo consideran inadmisible. Por eso en los últimos dos años han crecido las demandas y las exigencias de retrotraer la situación a 1997, cuando la OTAN se expandió por primera vez hacia el Este y exigir por lo tanto que lo que pide Rusia respecto de su seguridad se cumpla”, afirma.
Desde el mandato de Bill Clinton muchos países antiguamente bajo la órbita de la Unión Soviética pasaron a formar parte de la OTAN. Y la línea roja de Rusia es justamente que ni Ucrania, ni Georgia ni Bielorrusia pasen a formar parte de esta alianza, o que ésta tenga presencia en su territorio.
¿Realmente Ucrania tiene chances de formar parte de la OTAN?
Ignacio Hutin señala por qué Ucrania no puede incorporarse a la OTAN: “En principio porque no controla el 100% de su territorio, cosa que es un requisito básico para entrar como miembro, pero además porque Ucrania es un país pobre, dependiente y en guerra desde hace casi 8 años. Con lo cual, incorporarlo a la OTAN sería más perjudicial que beneficioso para la organización”. Lo que sí puede hacer Ucrania es acercarse cada vez más a Occidente en términos políticos, comerciales y demás, como lo lleva haciendo desde 2014, cuando Rusia dejó de ser su principal socio comercial y uno de sus principales socios políticos con el comienzo de la guerra.
Para Lagorio, este conflicto entre EEUU, Occidente, la OTAN y Rusia que vemos en Ucrania responde a una inconclusa desintegración de la Unión Soviética y una inconclusa definición de la seguridad transatlántica. “No solamente está en juego el tema de Ucrania, sino algo mayor, que es una nueva arquitectura transatlántica. Este es el gran telón de fondo para tratar de entender este conflicto que va más allá de Ucrania”, añade.
Hay que señalar que Ucrania durante decenios fue parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Si bien existían la Unión Soviética y después la Unión de Repúblicas Socialistas de Ucrania y la Unión de Repúblicas Socialistas de Bielorrusia, en el fondo era una misma entidad. Por lo tanto: “Hubo muchas generaciones que se educaron y criaron en la órbita del imperio soviético. Esto cambia a partir de diciembre de 1991, cuando los presidentes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania dan por finalizada la Unión Soviética y Gorbachov la disuelve. Dejando a Ucrania como un país absolutamente independiente, pero con resabios culturales, históricos, geográficos, educativos y lingüísticos rusos”, explica Lagorio.
Un país partido en dos
Básicamente, como explica Marcelo Montes, doctor en Relaciones Internacionales, especialista en política exterior rusa, profesor en la Universidad Nacional de Rosario, Ucrania se convierte en un país dividido en dos, desde lo lingüístico, lo cultural, lo político e incluso lo religioso.
“Los proeuropeos dentro de Ucrania ansían formar parte de la UE y que su país esté protegido por la OTAN en materia de seguridad”, señala Montenes, y añade: “Todos sus vínculos culturales y su pasado los relacionan con el imperio austrohúngaro, la confederación lituano-polaca. Religiosamente son mayoría de cristianos ortodoxos y católicos, pero cristianos ortodoxos no del patriarcado de Moscú sino del de la propia Ucrania. Así que claramente son ucranianos pro-europeos”. En total hablamos de más de 35 millones de personas dentro de una población de unos 44 millones.
Por su parte, como explica Montenes, “los prorrusos tienen una relación comercial, económica y cultural con la Rusia post soviética, son cristianos ortodoxos vinculados con el patriarcado de Moscú, y son comercialmente dependientes de Rusia".
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Divisiones dentro del oeste ucraniano
Si miramos la situación desde un punto de vista geográfico, se podría decir que el oeste del país pretende acercarse a la unión europea, a la OTAN, y desde 2014, cuando inició la guerra de Donbass, es de hecho el sector dominante en Ucrania. La disposición es tal, que en 2019 cambió la constitución para que quedara registrado el objetivo de acercarse tanto a la OTAN como a la Unión Europea.
Pero al mismo tiempo, en el oeste hay sectores muy nacionalistas: “Extremadamente nacionalistas, extremadamente violentos, extremadamente neonazis, sectores que, por supuesto, están en desacuerdo con incorporarse a un bloque continental, porque sería perder autonomía” afirma Hutin. Esto lleva a un conflicto interno en la zona occidental, al tiempo que el Este prorruso del país busca acercarse más a Rusia.
Desde la experiencia, Montes afirma que el fervoroso nacionalismo ucraniano tiene lógica viniendo de un país que solo ha sido independiente los últimos 30 años. Como ocurrió en la Alemania nazi, el nacionalismo a veces en estos países europeos aparece cuando uno menos se lo espera. “En el caso de Ucrania hay un nazionalismo, con z, no con c, un reverdecer de los sectores neonazis que veneran a un líder que fue colaboracionista con los nazis, peleando contra los comunistas soviéticos, las fuerzas de Stalin y esto alimenta esta amenaza supuesta de guerra con Rusia, eso alimenta ese nacionalismo”, mantiene.
Ucrania, un país en constante crisis
La crisis actual es una continuación de otra crisis que vivió Ucrania en 2013. A fines de ese año, el país era gobernado por Viktor Yanukovich, un político de la zona este que hizo gestos de acercamiento a Rusia, negándose, por ejemplo, a firmar un acuerdo comercial con la UE. Esto generó un enorme malestar en la porción proeuropea del país. “Mucha gente interpretó esto como un alejamiento de los valores democráticos, liberales, que supuestamente representa la UE, para acercarse a los valores antidemocráticos o antiliberales que supuestamente representaría la Rusia de Putin”, declara Hutin.
El periodista muestra también que esta serie de manifestaciones, que terminaron por derrocar el gobierno de Yanukovich, eventualmente desembocaron en guerra. “Básicamente porque el este del país era la región que más apoyaba a Yanukovich, y porque además, durante las manifestaciones se conformaron grupos armados ultranacionalistas, que además de tomar las armas eran muy violentos”, explica.
“Entre estos dos factores, que son los grupos nacionalistas y que muchos consideraron que hubo un golpe de Estado, hubo manifestantes que tomaron las armas, tomaron edificios, y hacia mayo de 2014 declararon la independencia de dos regiones del país: la república popular de Donetsk y la república popular de Lugansk”, señala Hutin.
Donetsk y Lugansk son dos áreas al Este de Ucrania, el escenario de una guerra entre las fuerzas independentistas de estas dos repúblicas autoproclamadas, y el gobierno ucraniano de ese momento, que era proeuropeo. En este escenario, Rusia fue en numerosas ocasiones acusada de haber colaborado o asistido militarmente a los separatistas prorrusos en esta guerra, algo que negó siempre.
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La anexión de Crimea, un punto de no retorno
En medio de esta guerra, ocurrió la anexión de Crimea. Soldados rusos ocuparon esta península perteneciente a Ucrania, que, por estar rodeada por el Mar Negro, constituye un punto estratégico. Putin impulsó un referéndum sobre la población de Crimea, algo que fue muy criticado, y donde la mayoría de la población aprobó pasar a formar parte de Rusia.
“Creo que nadie lo cuestionó demasiado, más allá de los reclamos que haga Ucrania y demás, un poco porque Ucrania estaba en una situación política insostenible, y otro poco porque más allá del referéndum en Crimea haya sido un chiste, más allá de eso, toda la población de Crimea quería ser parte de Rusia”, afirma Hutin.
Añade que además, el levantamiento de movimientos nacionalistas en Ucrania afectaba a la población de Crimea porque prácticamente allí toda la población no es ucraniana. “Hay ucranianos por supuesto, pero sobre todo son rusos, aunque también hay tártaros, que es un pueblo túrquico-musulmán, que no tiene nada que ver con Ucrania. Por lo cual ellos no estaban contentos con la idea de grupos ultranacionalistas armados avalados por Kiev. Por lo cual me parece que de ninguna forma Crimea puede volver a ser parte de Ucrania en el corto plazo”.
Por su parte, Marcelo Montes explica el hecho de que la población de Crimea, de manera mayoritaria, decidió volver a Rusia. “Esa misma población en 1992, había decidido mantenerse bajo Ucrania porque en ese momento Rusia era un país de futuro incierto. No se sabía si iba a terminar disuelta, como Yugoslavia –explica–. El panorama en 2014 es diametralmente distinto: la que estaba en duda de seguir integrada es Ucrania, y la que está fortalecida como potencia energética y con cierta voz internacional es Rusia”.
Procesos de paz y posibilidades de una guerra abierta
A la anexión de Crimea siguió un proceso de paz en 2014 y 2015 conocido como el acuerdo de Minsk, en el que Francia y Alemania, con el apoyo de Estados Unidos, intentaron resolver por vía diplomática el conflicto. Pero este acuerdo nunca llegó a implementarse y el conflicto sigue escalando, hasta el punto que se estima que en estos años, en la zona murieron 14.000 personas.
Nueve años después de estos acontecimientos, Ucrania vuelve a ser punto de conflicto en el que se concentran las diversas tensiones existentes entre Este y Oeste. Más de 100.000 soldados se distribuyen a lo largo de toda la frontera entre Rusia y Ucrania, y los medios de comunicación actualizan el conflicto cada día, dejando la sensación a veces de que una guerra es inminente. ¿Cuánto de verdad hay en esto?
"La probabilidad de una guerra abierta entre Rusia y la OTAN está prácticamente descartada. Nadie quiere una guerra abierta entre la mayor alianza militar del mundo y Rusia, que tiene el mayor arsenal nuclear del mundo. Una guerra abierta sería catastrófica para el planeta. Y nadie quiere eso", dice Hutin.
Lo que sí puede ocurrir, mantiene Hutin, es que Moscú y Washington se enfrenten de forma indirecta. “No es casual entonces que EEUU, la OTAN, estén mandando cada vez más armamento a Ucrania. Esto no es ninguna novedad. Ya entre 2014 y 2019, EE.UU envió 1,5 mil millones de dólares a Ucrania en aportes de seguridad y defensa”, explica.
Una situación estanca entre Rusia y la OTAN
Es verdad que Rusia viene movilizando tropas desde noviembre. Y entonces se dijo que esa movilización de tropas era en respuesta a un supuesto ejercicio militar de la OTAN en el Mar Negro, muy cerca de la península de Crimea, muy cerca de la base naval rusa de Sebastopol, que es una de sus bases navales más importantes. Según Rusia, esta movilización de tropas simplemente son ejercicios militares en su territorio o en territorio de países aliados, como lo es Bielorrusia. Y así como la OTAN puede hacer ejercicios militares, Rusia también puede hacerlo.
“Rusia cree que hay una especie de conspiración norteamericana-europea para ocupar su patio trasero y promover revoluciones internas, prodemocráticas, que lleguen al propio Kremlin”, sostiene Montes, pero allí se ve todo como teorías conspiranoicas.
Desde el Interés geopolítico, sobre todo por parte de EEUU, el gigante nortemaericano no tiene porqué temer nada y Europa mucho menos en relación al posible regreso del oso ruso imperialista en Europa. “No hay tal amenaza, Rusia persigue intereses económicos en Europa, nada más. Por supuesto, tiene diferencias ideológicas valorativas y una concepción de derechos humanos que Europa no tiene ni va a tener jamás, pero eso no implica que entren en conflicto”, añade Montes.
En caso de desatarse un conflicto bélico, ¿qué postura adoptaría la Argentina?
Ante cualquier conflicto bélico, la Argentina, desde su tradición diplomática, se guía por los principios de la carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional. La primera es muy clara: en su artículo tercero pide que las controversias se resuelvan de forma pacífica y en su artículo cuarto dice que no solamente el uso de la fuerza, sino que la amenaza del uso de la fuerza está prohibida para solucionar cualquier conflicto territorial. “Por lo tanto, en caso de un conflicto bélico, la Argentina tendría que condenar al agresor de acuerdo a principios básicos de convivencia del sistema internacional actual y siempre apegándose al derecho”, concluye Lagorio.
Pero incluso con todo esto, ¿qué acciones serían necesarias para evitar que este conflicto desemboque en una guerra? Pues según Montes, que Europa lidere la iniciativa de negociación, que Macron y Scholz, Francia y Alemania, insten a EEUU a no presionar tanto en términos de que Ucrania busque la salida a través de la OTAN.
“Yo diría que la salida más clave para resolver el problema pacíficamente y evitarle a Rusia excusas para intervenir es una federalización del país. Una reforma constitucional para darle un estatus de autonomía al sudeste, y en todo caso, si Ucrania quiere entrar en la UE (algo a lo que Rusia no se va a oponer), la zona de sudeste podría mantener ese vínculo especial con Rusia.
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