Una app ayuda a evitar el desperdicio de comida de restaurantes con un modelo que beneficia a emprendedores, clientes y al planeta- RED/ACCIÓN

Una app ayuda a evitar el desperdicio de comida de restaurantes con un modelo que beneficia a emprendedores, clientes y al planeta

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

En Argentina se tiran 16 millones de comida al año y una buena parte es de locales gastronómicos. Tres amigos crearon Winim para que estos negocios aprovechen el excedente y amplíen su oferta. En los últimos dos años salvaron 200.000 toneladas de alimentos y fueron especialmente útiles en la pandemia. ¿En qué modelos se inspiraron? ¿Qué dicen los comerciantes del rubro?

Una app ayuda a evitar el desperdicio de comida de restaurantes con un modelo que beneficia a emprendedores, clientes y al planeta

Imagen: Julieta De la Cal

El año pasado, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización británica sobre residuos WRAP realizaron un relevamiento que titularon "Índice de desperdicios de alimentos 2021". Quizás el dato más relevante de esta investigación sea el que indica que durante 2019 se desperdiciaron, en el mundo, 931 millones de toneladas de alimentos. Es decir: el 17% de la producción total de alimentos del planeta terminó en un tacho de basura.

El estudio muestra que el 61% de este desperdicio proviene de los hogares. Es la suma de los alimentos que compramos en exceso y de los que se echan a perder antes de que lleguemos a consumirlos. A esa cifra le sigue un 26% de desperdicios del rubro gastronómico, como restaurantes o negocios de venta de comida. Y el 13% restante surge de comercios como supermercados o almacenes.

Además de las pérdidas a nivel económico que implica desperdiciar alimentos (tanto para quien lo produce como para quien lo consume) y de la contradicción que se hace visible con los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida como FAO por sus siglas en inglés) que indican que 690 millones de personas pasaron hambre en 2019, está el impacto ambiental. Según la ONU, entre el 8 y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo están relacionadas con el desperdicio de alimentos. Para comprender la gravedad del asunto, Richard Swannell, director de WRAP, indicó que “si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer mayor emisor del planeta, solo detrás de China y Estados Unidos".  

“En Argentina se tiran 16 millones de toneladas de comida al año. En Latinoamérica, 127 millones de toneladas de comida en perfecto estado. La tendencia mundial es que uno de cada tres platos listo para comerse, termina siendo desperdiciado. En Argentina, el 12,5% de la producción nacional agroalimentaria, desde granos hasta comida, se pierde o desperdicia”, dice Santiago Guglielmetti, uno de los creadores de Winim, una aplicación que ayuda a los locales gastronómicos a vender, a un precio más económico, sus excedentes o aquellos productos que por carecer de conservantes tienen períodos cortos de caducidad.

Pese a la gravedad de la situación, el desperdicio de alimentos no es un tema que ocupe un lugar relevante en la agenda de la región. Por eso el programa para el ambiente de la ONU decidió que uno de los objetivos para 2030 sería reducir a la mitad el despilfarro mundial. Por eso, tres amigos, Santiago López Silveyra, Federico Broggi y Santiago Guglielmetti, dijeron: “Claramente es por acá”. 

Santiago López Silveyra, Federico Broggi y Santiago Guglielmetti, creadores de Winim.

La idea

Todo empezó cuando dos de los tres amigos, que se conocen desde muy chicos, estaban terminando sus maestrías. Era 2018, Santiago Guglielmetti, Licenciado en Relaciones Internacionales, estaba viviendo en Marsella, Francia. Trabajando de día y terminando su tesis de maestría en Logística de noche. Santiago López Silveyra, economista, también estaba trabajando y terminando su maestría en Finanzas. “Estábamos medio en la misma y los dos queríamos hacer algo propio, pero no queríamos que fuera solo un emprendimiento si no algo que tuviera algún impacto en la sociedad o que tuviera alguna injerencia real en una problemática que no estuviera siendo tratada”, dice Guglielmetti.

Con ese objetivo en mente empezaron a investigar distintos problemas en diferentes industrias. “Yo estaba más en la parte logística y de comercio, Santi en la parte más agro y alimentos, y empezamos a ver que había problemas de optimización en el rubro alimenticio. Descubrimos lo que era la pérdida, el desperdicio de comida, y los datos terribles que hay. Ahora son más conocidos pero en el momento casi no se hablaba de eso. Nos dimos cuenta de que era lo que buscábamos. Además abarcaba tanto lo logístico como lo económico-financiero entonces era más o menos nuestra área de expertise. Dijimos: ‘Bueno, tenemos que hacer algo con esto’”, agrega.

A partir de ese momento comenzaron a indagar qué hacían los demás países del mundo ante el problema del desperdicio de alimentos y a pensar cómo hacer algo adecuado para la Argentina.

“Agarramos una iniciativa estadounidense, una que está en Dinamarca, Suecia y Francia, una surcoreana y una australiana. Tomamos de cada una los puntos que nos gustaban y así fue como llegamos a Winim”, sintetiza Guglielmetti.

La iniciativa que más les sirvió de modelo, cuenta, es una llamada Too Good to Go, una aplicación gratuita para teléfonos móviles que, como Winim, construye un puente entre restaurantes o locales de comida que desean vender productos o alimentos que no vendieron y los consumidores. Too Good to Go nació en 2015, en Dinamarca, luego de que un grupo de jóvenes viera cómo un buffet de comida libre tiraba a la basura todo lo que no se había consumido y estaba en perfecto estado. Luego se extendió a Francia, Reino Unido, Suiza y Austria. En sus primeros tres años de actividad, la aplicación alcanzó a más de 9.000.000 de usuarios, fue utilizada por más de 17.000 locales que lograron salvar más de 10.000.000 de packs de comida.​ 

En esta app los alimentos se contabilizan por pack, ya que no ofrecen platos ni productos sueltos sino que su único producto a la venta es lo que llamaron “pack sorpresa”: “Es un producto en el que el usuario no sabe qué le va a llegar pero sí qué se puede esperar. Por ejemplo: en una panadería, el que compra un pack sorpresa no sabe qué le llega pero sabe que puede esperar productos de una panadería”, explica Guglielmetti. 

“Nosotros les copiamos bastantes cosas —sigue—, pero igual es diferente la aplicación. Principalmente porque pensamos en lo acostumbrado que está el argentino a Rappi, PedidosYa y en ese momento Glovo, y tomamos cosas de esa experiencia de usuario como para no romper totalmente el esquema al que estaba habituado y que no la use. En Europa están bastante acostumbrados al take away y de hecho Too Good to Go es solo take away”.  Y agrega: “Además en Europa ya se hablaba del desperdicio de comida, en Argentina, al menos en el 2018, la gente prácticamente no conocía la problemática, entonces había que hacer dos cosas al mismo tiempo: por un lado contar cuál era la problemática que queríamos combatir y, por el otro, contar por qué Winim era una solución posible”.

Cuando le contaban la idea a sus amigos, Federico Borggi, que también es economista, se subió al barco. Entre noviembre y diciembre de 2018 los tres renunciaron a sus trabajos y el 3 de enero de 2019 comenzaron a desarrollar Winim.

El lanzamiento

Después de leer informes, principalmente de la FAO, de analizar las diferentes iniciativas y sus resultados en Latinoamérica y la situación del desperdicio de alimentos, López Silveyra, Broggi y Guglielmetti estudiaron el mercado argentino y resolvieron hacer lo inverso que el resto de las aplicaciones de este tipo: “Lo único que no ofrecimos fue el pack sorpresa. Porque cuando hicimos el estudio de mercado encontramos que las personas no lo comprarían. Entonces los primeros siete u ocho meses solo ofertamos los productos que los negocios tenían en sobrestock y dejábamos que los restaurantes escribieran aquello que les quedaba, porque sabíamos que el argentino no iba a confiar en un paquete sorpresa de excedentes. En eso nos diferenciamos del resto del mundo. Nadie le describe los excedentes a los usuarios”, explica Guglielmetti. Y dejaron la incorporación del pack sorpresa para cuando Winim estuvo más instalada.   

En abril de 2019, con menos de 20 locales asociados y un desarrollo incipiente, lanzaron la primera versión de la app, que no terminaba de despegar. Hasta que la publicidad llegó de donde menos se lo imaginaron: en medio de la campaña electoral presidencial, un tuitero famoso, asociado en ese momento al oficialismo, posteó sobre Winim en Twitter y desató una polémica sobre la app que los puso en el centro de la escena y los llevó a los programas de televisión a explicar qué es lo que en realidad trataban de hacer. “Fue un caos. Y por otro lado nos hicimos muy conocidos, obtuvimos muchas descargas muy rápido”, recuerda Guglielmetti. “Acabábamos de lanzar, teníamos 19 locales en cinco cuadras de microcentro y de repente teníamos 36.000 descargas por día, era una locura”.

Con pocos negocios asociados y sin delivery, la aplicación era bastante limitada para los usuarios. Pero el ruido ocasionado por los medios atrajo a su primer inversor, una persona que los conoció tras la polémica y les dio más de 100.000 dólares para expandir la marca. “Ahí empezamos a desarrollar la aplicación en serio: creamos una segunda aplicación, solo para repartidores, para ponerla al servicio de la aplicación principal, y sumamos el delivery. Y todo empezó a tener más color. También dejaron de criticarnos y algunos periodistas incluso admitieron que se habían equivocado”, dice Guglielmetti.

Cuando la efervescencia política se diluyó, incluso fueron convocados a participar como exponentes de una conferencia sobre el desperdicio de alimentos desde el punto de vista de los jóvenes en el Vaticano. Evento que también causó ruido mediático y generó que muchas marcas y locales se asociaran a Winim. 

A principios de 2020 fue el relanzamiento de la app como existe hoy. “Lo cual tiene una muy afortunada y terrible coincidencia con la pandemia”, dice Guglielmetti. “Fue terrible porque fue una catástrofe para los restaurantes. Los que tienen más excedentes o problemas de manejo de stock son los menos profesionalizados que son, también, los que estaban con el agua al cuello en términos financieros. Cuando les agarró la pandemia con los cierres y cuando ni siquiera se podía comprar por take away, se fundieron un montón. Ahí hubo una caída de la app porque muchos restaurantes que estaban asociados, cerraron. Pero después, cuando pudieron empezar a vender por delivery y take away, que tuviéramos una opción mucho más económica para la gente y para los restaurantes y que además pudieran liquidar los excedentes de comida era glorioso para un montón que la estaban peleando, tanto la gente como los locales. Ahí pegó un salto impresionante la aplicación: en tracción, en usuarios, en todo”. 

Desde enero de 2020 hasta hoy, Winim salvó más de 200.000 kilos de comida. Y la aplicación creció raudamente, sobre todo gracias al delivery que ya se extiende por toda la ciudad de Buenos Aires. Hoy cuentan con más de 600 locales adheridos que venden sus excedentes a un precio más económico.

Además, recientemente lanzaron otras opciones en la app: #DeRaíz, que consiste en llevar los excedentes o productos cerca de la fecha de vencimiento desde los productores hasta los trabajadores gastronómicos que lo deseen comprar. “Como por ejemplo, quesos premium que no tienen ningún conservante pero tienen una vida útil de 23 días y cuando les quedan 7 días ningún comerciante los quiere comprar. Los productores nos lo mandan a nosotros; y ahora compró todo un cargamento una fiambrería, que si usualmente le paga al mayorista 500 pesos a nosotros nos paga 150, entonces gana la marca de quesos que logra vender todo y gana la fiambrería, que entre todos sus locales lo vende enseguida”. Y también sumaron Winim Market, “una especie de supermercado en la aplicación en el que varias marcas pueden dejar productos a liquidar y se venden muy económicos”. 

Después de una campaña para contar de qué se trataba, también agregaron el pack sorpresa, mediante el cual los locales pueden vender los excedentes del día.

El funcionamiento de la app es como el de cualquier otra: se descarga en el teléfono y aparecen los restaurantes que ofrecen productos en sobrestock o excedentes. Puede pedirse por delivery o retirarse en el local. Y están las opciones nuevas para productores o para hacer compras online. También hay una opción para adherirse, en caso de ser dueño de un negocio de comida, si se desea vender por Winim.

El año pasado alcanzaron los 37.068 usuarios. Por ahora solo operan en la ciudad de Buenos Aires porque para funcionar, explican, necesitan una buena cantidad de locales que ofrezcan productos a una buena cantidad de consumidores, es decir, que oferta y demanda estén balanceadas y se correspondan, lo que es más difícil de lograr en ciudades más pequeñas donde no hay un polo gastronómico tan concentrado. En los planes de los fundadores está expandirse a otras ciudades grandes de Argentina en el futuro. El próximo mercado que tienen en vista es el de Bogotá, “porque son unos 7 millones de habitantes, tienen el 47% del desperdicio de alimentos de todo Colombia y 5 veces más transacciones de aplicaciones de comida que en Argentina”. 

El beneficio para los comerciantes

Gonzalo Daza es dueño de Isao Sushi, un restaurante que ofrecía sushi libre y que, por esa razón, desperdiciaba comida a diario. Desde hace un año se adhirió a Winim y esa situación cambió: “El problema que teníamos es que los mariscos y frutos del mar son muy perecederos. Antes tirábamos arroz, tirábamos salmón y muchos de los ingredientes que se compraban en cantidad y no llegábamos a usar. Hoy en día no tengo sobrantes porque los meto en la aplicación”. 

Daza dice que uno de los motivos por los que el sushi es tan caro es por la cantidad de desperdicio que necesariamente tiene. Poder hacer algo con eso le interesó y comenzó a vender por Winim. Al principio no le fue tan fácil, ya que algunas personas pensaban que ofrecían comida del día anterior y tenían miedo de comprar algo en mal estado. Entonces se acercaban al local y les contaban de qué se trataba. “Nosotros explicábamos cómo funcionaba, que las promociones se ofrecían por excedentes en compras de mercadería que necesitábamos vender, porque no podíamos seguir almacenando”.

“La gente que ya nos compraba comenzó a comprarnos por Winim por el valor de los combos que teníamos. Entonces nosotros preparábamos todo en la mañana, vendíamos a nuestros clientes habituales, a la noche teníamos el sushi libre y, a eso de las 9, prendíamos la aplicación para hacer las ventas y que no nos quedara absolutamente nada en el local”, detalla Daza. “Ahora incluso me preparo para los fines de semana. porque si bien trabajamos mucho en las demás aplicaciones y en salón, también tenemos cierta cantidad de comida que se destina a Winim, ya que terminamos justo y ya sabemos cuánto utilizamos en cada lugar. A nosotros nos ha ayudado un montón”. 

Bautista Ravettino, miembro del área comercial de Tratenfu, una empresa Argentina que vende alimentos saludables entre los que se destacan bebidas vegetales a base de almendras y castañas de cajú sin conservantes ni aditivos, coincide: “Usamos Winim hace muy poco, los vimos en una entrevista y nos encantó el concepto. Más allá de lo comercial, que entendemos que toda empresa busca, antes no se podían aprovechar los cortos vencimientos, como en nuestro caso. Era mercadería perdida, no solamente en costos sino en todo lo que implica como residuos y desperdicios que no hacen bien al ambiente. Con el enfoque natural que tenemos nos sentimos muy interpelados, sentir que Winim y Tratenfu comparten, de alguna forma, unos mismos valores, facilitó todo”. 

Ravettino cuenta que se contactó con los fundadores de la app y enseguida pusieron a la venta “unas vainillas de corto vencimiento que si no hubieran sido desperdicios, y que ya se están vendiendo”. “Arrancamos a usarla hace una semana y media y la verdad es que se está vendiendo muy bien. La velocidad también cuenta cuando son alimentos de corto vencimiento. Los primeros 5 días ya se habían salvado 80 litros de leche, algo que antes hubiera sido todo desperdicio. La verdad es que estamos muy contentos con Winim”.