Estimular el desarrollo de nuevas habilidades en personas con discapacidad, física y/o mental, haciendo accesibles los deportes de montaña, tanto en el nivel de principiantes como de avanzados. Ese es el objetivo de la Fundación Desafío Bariloche, que enseña esquí y snowboard en la localidad de Río Negro, Argentina.
“En 1990 Olimpiadas Especiales llegó a Bariloche (una organización estadounidense que arma eventos deportivos para la inclusión de personas con discapacidad intelectual) a dar un curso sobre el esquí adaptado. Se anotaron las fundadoras de Desafío Bariloche, Reni Viaene y Virginia Debita, quienes a raíz de eso comenzaron a dictar clases de este deporte a estudiantes de la Escuela Especial N. ° 6 en el Cerro Catedral”, cuenta Pablo Wray, tesorero y coordinador de actividades de Fundación Desafío Bariloche. Cuando ambas vieron el impacto que tuvo la actividad en los chicos, decidieron continuarla. Con la ayuda de la fundación Challenge Aspen (de Estados Unidos) y, a través del Programa Ciudades Hermanas, lograron traer los equipos para la práctica del esquí adaptado y a profesionales de este deporte. “Este programa fue creado bajo la Ordenanza 1433-CM-04 de San Carlos de Bariloche que busca compartir ideas y culturas a través del intercambio internacional de estudiantes y miembros de la comunidad y las respectivas ciudades hermanas; en este caso San Carlos de Bariloche y Aspen”, agrega Wray sobre Ciudades Hermanas.
El esquí adaptado
Las actividades son llevadas adelante por voluntarios e instructores profesionales entrenados para enseñarles esquí adaptado a personas con distintas discapacidades, desde visuales, auditivas, motoras e inclusive hasta personas que presenten lesiones medulares.
“Trabajamos con el fin de que los participantes tengan el sentimiento de deslizar en un ambiente natural sin barreras. Este impacto positivo en sensaciones tan básicas da lugar a un crecimiento personal que empodera sus vidas, permite una verdadera integración social al compartir la montaña, y también promueve mejoras a nivel físico/mental/emocional a través del deporte, que impactan en la vida y el entorno familiar de las personas”, señala Wray.
Hoy alrededor 160 alumnos por temporada participan de las actividades ofrecidas por Desafío Bariloche. Esto incluye a turistas nacionales o extranjeros con diversas discapacidades que programan su viaje con la ilusión de deslizarse por la montaña. A su vez, la organización cuenta con un programa gratuito destinado a personas con discapacidad de bajos recursos económicos, del cual participan unas 50 personas durante dos semanas de la temporada invernal.
Más allá de lo social o recreativo, algunos alumnos eligen dedicarse de manera profesional al esquí y la fundación rionegrina se compromete para poder brindarles un acompañamiento orientado a la continuidad del aprendizaje, a nivel deportivo y competitivo.
“A las personas con discapacidad que demuestren interés y habilidad les ofrecemos la oportunidad de realizar un viaje de intercambio a Estados Unidos con Challenge Aspen. Luego pueden titularse aprobando el curso de esquí adaptado dictado por AADIDES (Asociación Argentina de Instructores de Esquí y Snowboard)”, cuenta el tesorero de Desafío Bariloche.
Distintas técnicas
El esquí adaptado se puede practicar de forma recreativa o competitiva, ya que es una de las disciplinas presentes en los Juegos Paralímpicos de Invierno. Este deporte tiene principalmente cuatro técnicas:
El bi-ski. Esta técnica fue desarrollada para personas que esquían sentadas. El esquiador está en un asiento con dos esquíes debajo, que le dan una base más ancha y lo ayudan a su equilibrio. En caso de que el esquiador sea principiante, estas sillas cuentan con una barra y/o unas cintas que agarra el instructor de esquí para llevarlo.
El mono-ski. También para personas que esquían sentadas, pero que cuentan con fuerza en la parte superior del cuerpo, y con equilibrio y movilidad de tronco. El esquiador se sienta en un asiento moldeado sujeto a un soporte que va unido a un solo esquí. Para el equilibrio y los giros el esquiador se ayuda de dos estábilos (bastones adaptados con un pequeño esquí en uno de los extremos). El mono-ski está diseñado para que el esquiador pueda subir de manera independiente a las aerosillas.
Cuatro huellas. Este tipo de esquí se realiza con dos esquíes normales y dos estábilos. Pero incluye adaptaciones según discapacidades sensoriales. Por ejemplo, cuando esquía una persona con discapacidad visual, se utiliza un intercomunicador con el cual el profesor o entrenador guía y orienta hacia donde tiene que dirigirse el deportista.
Tres huellas. Este tipo de esquí está diseñado para personas que tienen una amputación en algún miembro inferior. Las personas que esquían con este método cuentan con un esquí normal y dos estábilos más largos. Estas tres herramientas forman los tres puntos de apoyo.
Por otro lado, el snowboard adaptado se lleva a cabo en una tabla tradicional de snowboard a la que se le suma un soporte que le permite a una persona con discapacidad motriz mantenerse erguida y deslizarse por la nieve.
Recursos
Actualmente, Desafío Bariloche está compuesta de una comisión directiva de cuatro miembros activos en forma anual y voluntaria, cuatro instructores de esquí adaptado, tres auxiliares certificados y cuatro instructores/auxiliares del programa de intercambios que participan durante tres semanas. Además, cuenta con diez voluntarios y diez instructores externos que acompañan las clases que brinda el programa gratuito anual al final de la temporada.
Desde la organización gestionan el transporte de las personas con discapacidad hacia el Cerro Catedral (con la complejidad que requiere en determinados casos, como en el de usuarios de silla de ruedas que necesitan trasladarse en vehículos amplios que cuenten con las adaptaciones de accesibilidad o requieran rampas) y donaciones de indumentaria apropiada para practicar el deporte: campera, pantalón, guantes, cascos, antiparras. Asimismo, las casas de alquiler prestan el equipo de esquí necesario para la práctica y los pases de los medios de elevación son donados por Catedral Alta Patagonia.La fundación cuenta con diferentes canales de donaciones. La mayoría proviene del Programa Ciudades Hermanas, y se usa principalmente en la compra de material de esquí adaptado para esquiadores sentados. Para esquiadores parados realizan adaptaciones locales y personalizadas para participantes con necesidades específicas. “El proyecto principalmente está apoyado por miembros de la comunidad que en forma voluntaria aportan su granito de arena a esas personas que más lo necesitan con actos simples de acompañamiento y apoyo en pista. A su vez contamos con sponsors privados, y la provincia de Río Negro que nos provee del espacio físico desde donde operar”, explica Wray.
Testimonios
“La fundación tiene un impacto positivo al darles a los participantes la posibilidad de realizar un deporte en contacto con la naturaleza e integran la sociedad de forma natural y sin barreras. Además, empodera sus vidas al volver a sus casas con un sentimiento de haber cumplido objetivos que quizá pensaron que nunca lograrían y les da algo que anhelar: quieren volver a vivir esa sensación que solo un esquiador conoce”, señala Wray.
Esto lo corrobora Valentín (17 años), que tiene cuadriparesia espástica moderada, es esquiador sentado, practica el deporte desde los 6 años y vive en Bariloche. “Después de esa primera bajada en esquí adaptado quedé fascinado. No sabía que podía esquiar y ahora me dan ganas de hacerlo todos los inviernos”, dice.
Por su parte, Jimmy, de 63 años, cuenta: “Toda la vida hice esquí alpino y luego sufrí parkinson, quise seguir esquiando y entonces encontré la fundación. Lo que más destaco es que pude seguir esquiando a pesar de mi discapacidad”.
Además, los instructores profesionales y colaboradores explican que participar en el proyecto les cambió su mirada sobre la discapacidad.
“Ser parte de la fundación implica aprender cosas nuevas todo el tiempo, la necesidad de adaptarse de forma constante a cada desafío promueve la creatividad y te predispone a tener una actitud positiva y constructiva. Nunca te aburrís porque cada día hay algo nuevo por descubrir y eso hace que la experiencia sea tan interesante”, reflexiona Leo (37), quien es voluntario desde hace 16 años.
Por su parte, Paola Serna, también colaboradora, comenta: “Cada día estoy más convencida de que el esquí adaptado acerca a mucha gente a tener la posibilidad de sentirse uno más y vivir una experiencia en la nieve que capaz no podrían tener de otra manera. A mí la fundación me cambió la manera de vivir el día a día, con mucho agradecimiento por lo que tengo y lo que puedo dar”.
Un modelo que se expande
“El modelo que tomamos fue el de Challenge Aspen, que no solo nos permitió crecer, sino que con el tiempo logramos convertirnos en semillero de profesionales y canalizadores de donaciones a otros programas de esquí adaptado en otras ciudades”, explica Wray.
Ejemplos de estos otros programas son los del Cerro Bayo de Villa La Angostura con la Fundación Todos Podemos, Las Laderas Esquí Adaptado de El Bolsón de AFYDA y con la Asociación Civil Esquí Adaptado de Esquel.
“Este semillero dio lugar hoy a la creación de la Federación Argentina de Esquí Adaptado, que busca juntar a todas las fundaciones y asociaciones civiles que incluyan dentro de sus programas de esquí adaptado actividades gratuitas para los sectores vulnerables de la comunidad”, cierra Wray.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.