Cuando era chico, no podía hablar. Veía que el resto hablaba y creía que no podía hacerlo porque era mi condición, que no era para mí el habla. Me sentía muy enojado con mucha frecuencia, lloraba mucho y no podía parar. Era un enojo muy enquistado, muy antiguo y doloroso.
Con el paso del tiempo, entendí que yo era muy distinto a los demás.
Un día, me empezaron a mostrar dibujos y comencé a entender cómo funciona la comunicación entre las personas. Me mostraban una imagen, me decían lo que era y abajo tenía algo que, con el tiempo entendí, decía algo también. Eran pictogramas del método Widgit y lo que tenían abajo eran las palabras que nombraban el objeto o la acción, el color o el adverbio. Esos pictogramas me dieron la posibilidad de empezar a entender cómo se manejaba el mundo. Y empecé a decidir, a elegir, a opinar. Se trató de un proceso enteramente personal entre mi madre y yo, con la intervención de mis asistentes, mis hermanos y mi padre.
Llevé todo ese bagaje de instrucciones y pictogramas a la escuela común, donde esto no era conocido en aquel momento. Para entonces me sentía mejor. Entendía que había una capacidad del habla que yo no tenía, pero que había también la capacidad de tener cosas que decir, y yo estaba aprendiendo a usarla.
A partir de entonces, traté de entender siempre mejor cómo se hace para comunicar y entender. Cuando terminaba la secundaria, pensaba estudiar Derecho: mi abuelo era abogado y lo admiraba. También me interesaban los derechos humanos.
Sin embargo, sentí que las palabras y la comunicación eran lo que me intrigaba y me apasionaba. Entonces, decidí estudiar Letras. Tuve en la carrera dos líneas: la literatura y la lengua. La literatura me acercó a la belleza y pude conocer textos deslumbrantes, pero lo que me atrapó fue conocer la lengua y su organización y leer sobre cómo es que el intelecto construye e interpreta los mensajes.
Pero también conocí la relevancia de los otros medios que usamos para comunicar. Me di cuenta de que al no hablar perdemos la posibilidad de la entonación, la expresión que dan los demás a lo que dicen. Y me percaté además, de que yo no podía hacer gestos y que estos son una parte fundamental de la comunicación. Es decir que mi problema era mucho mayor que no poder hablar.
Como me apasiona el tema de la comunicación y las formas que la hacen accesible para las personas más diversas, al graduarme de la universidad, decidí seguir estudiando la Maestría en Lingüística.
Me preocupa cómo, al usar el lenguaje sin pensar en el destinatario, se construyen discursos que dejan afuera a muchas personas. Y me preocupa también que el mundo está diseñado para una minoría de personas que constituyen los grupos dominantes. Este diseño sirve al físico y a la capacidad de comprensión de ese grupo. No existe un sentimiento sensible hacia la mayoría sin poder: los migrantes, las personas adultas mayores, las personas con discapacidades, las personas que no tuvieron acceso a la educación, los extranjeros y tantas personas que no son como esa normalidad dominante. Entonces me he especializado en accesibilidad cognitiva.
Hasta ahora he tenido la posibilidad de trabajar en una beca que tuvo como objeto promover la participación de las personas con discapacidad en la acción humanitaria. Mi función fue hacer la traducción al español de una capacitación para personas con discapacidad de Latinoamérica y el Caribe. Esta capacitación les facilitaba las formas de entrar en el ciclo de la ayuda humanitaria, que prestan las distintas secciones de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales. Se trató de simplificar la estructura del sistema de atención de las crisis humanitarias, que es complejo, y que se ha manejado hasta ahora sin considerar los aportes, necesidades y opiniones de las personas con discapacidad en esas situaciones.
Ese trabajo se terminó y tengo algunas tareas simples y cortas por delante que me entusiasman porque tratan sobre la inclusión de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo en las capacitaciones sobre Derechos Humanos. En este caso los contenidos están en formato de fácil comprensión, acompañados de imágenes y videos.
Dentro del colectivo de la discapacidad hay grupos que reciben menos apoyos, tal vez porque se sabe menos acerca de cómo ayudarlos o tal vez por la acción opresiva del capacitismo. Me gustaría desarrollar mejor las estrategias de comunicación para estos grupos que han sido dejados atrás en el cumplimiento de sus derechos y trabajar por el acceso a la información y a la libre expresión de todas estas personas
Me gustaría estar más seguro de mi situación laboral, pero lo que más me gustaría es, mediante mi trabajo, abrir el mundo a la comprensión y al acceso para todas las personas que quedan fuera de él, según el orden que rige actualmente.
Me gustaría que el dolor de estar excluido deje paso al sentido de pertenencia y a la participación, y que mi trabajo incida en el cumplimiento de este deseo.