Cuando el abuelo de Chachi Riviera empezó a cultivar café en Villa Rica, una pequeña localidad en el medio de la selva peruana, era habitual ver a niños y adolescentes en el campo, trabajando a la par de los adultos. Durante la temporada alta de la cosecha, los productores solían necesitar ayuda adicional, y los niños del pueblo dejaban la escuela para asistir con el proceso de cosecha.
“En ese momento no se hablaba de trabajo infantil. Es un término que no se conocía, y el desconocimiento hacía que muchos productores hicieran trabajar a sus hijos en el campo, a veces con herramientas peligrosas, como machetes”, dice Riviera, quien hoy trabaja en la misma cooperativa de café en la que trabajó su abuelo.
En 2012, la cooperativa de la que es parte Riviera, y que agrupa a 465 productores, empezó a colaborar con varias organizaciones internacionales que trabajan en la erradicación del trabajo infantil en la producción de café. Siete años después de esa colaboración, aumentó la matriculación escolar, se redujeron a la mitad la cantidad de horas semanales de trabajo infantil, y subieron las ventas de café.
Hoy, este mismo proyecto busca erradicar el trabajo infantil en el cultivo de yerba mate en la Argentina.
1 de cada 10 niños y niñas de la Argentina trabaja
Fernando Piñero murió cuando tenía 13 años. Fue en 2013, cuando el camión donde viajaba con su papá y otros cortadores de yerba mate se quedó sin frenos y chocó en un paraje rural en Misiones. Murieron siete personas, entre ellas tres niños: Fernando, Lucas y Édgar.
“Esos chicos no tendrían que haber estado en un camión, tendrían que haber estado en la escuela o jugando”, dice Patricia Ocampo, quien a partir del accidente creó la campaña 'Me gusta el mate sin trabajo infantil' y lidera la organización social Un Sueño Para Misiones.
Aunque el trabajo infantil pueda sonar como una problemática del pasado, continúa existiendo hasta el día de hoy. Según la Organización Internacional de Trabajo, actualmente 760,000 niños y niñas continúan trabajando en el país, la mayoría en el sector agropecuario.
El problema persiste a pesar de que la Ley 26.390, sancionada en 2008, prohíbe el trabajo de personas menores de 16 años y establece penas de 4 años de cárcel y multas de hasta $250.000 para las personas que se encuentren empleando a menores de edad.
“Erradicar el trabajo infantil requiere un proceso de articulación entre la Nación, las provincias y los municipios, y a su vez entre distintos actores. Y por lo tanto parte de los desafíos tiene que ver con esa articulación”, explica Gustavo Ponce, especialista de la OIT en Argentina.
Con el objetivo de erradicar de una vez por todas el trabajo infantil, en 2017 el Gobierno nacional creó el Plan para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil 2018-2022. Para complementar esta iniciativa, la OIT lanzó en marzo de este año el Proyecto Offside, una cooperación entre el Gobierno, ONGs y distintas agencias.
En paralelo, a principios de este año también se lanzó un proyecto liderado por Desarrollo y Autogestión (DYA), una ONG latinoamericana que trabaja en la erradicación del trabajo infantil hace más de 30 años y la misma que implementó el proyecto contra trabajo infantil en los campos de café en Perú.
Yerba mate libre de trabajo infantil
El mismo año en que fallecieron Fernando, Lucas y Édgar, el mate fue declarado por ley "infusión nacional". Según el Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM), los argentinos compran 250 millones de kilos por año. Sin embargo, según Un Sueño Para Misiones, el 90% de la yerba que se consume en el país se cultiva en Misiones con trabajo infantil.
“Hay chicos en yerbales, pasa todo el tiempo. Hay una falta de oportunidades tremenda. Muchos trabajadores tienen que llevar a sus hijos a trabajar, porque sino no tienen con quién dejarlos”, dice Ocampo.
De la mano de DYA, el INYM, Un Sueño Para Misiones y varias instituciones tanto gubernamentales como no gubernamentales, incluyendo el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, buscarán erradicar el trabajo infantil en los campos de yerba mate en Misiones en los próximos tres años. El proyecto piloto también busca erradicar este tipo de trabajo en el sector de los arándanos, en Tucumán.
El eje principal de la iniciativa es el proyecto P.A.R. (Producción Agrícola Responsable), un modelo de buenas prácticas agrícolas que identifica a lo largo del sistema productivo las instancias en que podrían filtrarse casos de trabajo infantil.
“El sistema se trata de una herramienta hecha a medida con la cual los productores podrán identificar la presencia de trabajo infantil y ofrecer, mediante la ayuda del Estado y de la sociedad civil, servicios como guarderías, actividades de doble jornada escolar o de capacitación técnica en las escuelas locales, para mejorar la productividad mientras los niños están cuidados y realizando actividades propias de su edad”, explica Maró Guerrero, directora de DYA Argentina.
Según el análisis de DYA, la mayor cantidad del trabajo infantil rural es trabajo familiar no remunerado al que no llegan las inspecciones ni ningún sistema de control. Es decir, no hay un empleador ni tampoco se puede penalizar a las familias y aplicar la ley.
La lógica detrás del Proyecto P.A.R., por ende, es que el problema de trabajo infantil no se va a resolver con más inspecciones, sino que es un asunto de falta de acceso a derechos: ¿Cómo están los servicios de protección?¿Llegan los servicios educativos, de salud, guarderías, extensión extracurricular a zonas rurales?
La experiencia exitosa del café en Perú
Desde 2012, DYA trabaja en Perú con productores de café como Riviera para erradicar el trabajo infantil en actividades agrícolas familiares. El Proyecto Semilla, similar en su diseño e implementación al Proyecto P.A.R. en Argentina, realizó acciones con diversos sectores del gobierno nacional y local. El enfoque multidimensional contó con cuatro áreas en particular: educación, protección de trabajo adolescente, cadena agrícola libre de trabajo infantil, y sensibilización social de trabajo infantil.
La importancia de la educación. Sobre el eje de educación, se creó un programa de secundarias tutoriales, a través del cual se establecieron escuelas “núcleo” a menos de una hora de las comunidades de origen, con 4 profesores y donde se dictaban 4 materias principales. El formato semipresencial de las escuelas permitió a los adolescentes aprender de manera autónoma a través de currículas modulares y adaptadas.
En 2018, las cuatro regiones donde se instalaron las escuelas vieron un aumento del 5% en la matriculación escolar y una reducción de la cantidad de horas semanales de trabajo infantil de 42 a 24.
Monitoreo de cadenas agrícolas. Paralelamente, para que las empresas o cooperativas garantizaran procesos productivos libres de trabajo infantil, se desarrolló un sistema de monitoreo interno que luego fue reconocido por el Ministerio de Trabajo y convertido en una certificación oficial.
Según los propios productores, este monitoreo y la certificación del producto libre de trabajo infantil, no solo tuvo un importante impacto social en las comunidades, sino que también incentivó las ventas de café en ferias y mercados.
“En las ferias hay gente que elige nuestro producto, porque saben que no fue cultivado con trabajo infantil. Hay mucho interés en la gente de saber”, dice Riviera. “Vemos que este sistema puede ayudar a los productores a mejorar su sistema económico, social, y tener un impacto positivo general en la comunidad”.
Una ley argentina para certificar productos libres de trabajo infantil
A pesar de que el Proyecto P.A.R. está en sus etapas iniciales en la Argentina, desde 2013 Un Sueño Para Misiones cuenta con una iniciativa para incentivar la erradicación del trabajo infantil en el cultivo de la yerba desde el lado del consumo. Se trata de un proyecto de ley que busca que se certifique la yerba que se hace sin trabajo infantil
“Como consumidores, elegimos lo que consumimos, y podemos ir a una góndola y elegir el producto certificado contra el trabajo infantil. Con esa acción, le damos un mensaje a las empresas de que no vamos a aceptar más productos que explotan niños”, dice Ocampo.
En 2016, el proyecto de ley fue presentado en el Congreso Nacional y fue declarado de “Interés Nacional, Legislativo y Humano” en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, el proyecto nunca fue tratado en comisión y perdió estado parlamentario. Este año, Ocampo planea presentar el proyecto nuevamente en la legislatura. Mientras tanto, una petición de Change.org para apoyar la iniciativa ya lleva recaudadas más de 117.000 firmas.
Según Ocampo, la certificación de la yerba mate libre de trabajo infantil no es una solución absoluta al problema y se necesita una política de Estado para velar por los distintos derechos vulnerados de estas familias y niños, pero es un comienzo.
“Cuando un niño trabaja, su vida ya se ve inmediatamente limitada, limitada para desarrollar su pensamiento, limitada en su salud. En vez de estar en los campos, estos niños tendrían que estar en las aulas. La educación te da la opción de elegir, y poder elegir es la libertad”.