Hablemos sin frenos: una iniciativa para mejorar el vínculo entre mujeres y autos

De qué se trata “Hablemos sin freno”, una iniciativa para derribar prejuicios y  mejorar el vínculo entre las mujeres y los autos

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Un informe del Observatorio Vial Nacional mostró que en Argentina solo dos de cada diez personas que conducen son mujeres. Este dato fue el punto de partida de un proyecto que busca brindar herramientas para generar un cambio cultural y comenzar a modificar esta situación.

De qué se trata “Hablemos sin freno”, una iniciativa para derribar prejuicios y  mejorar el vínculo entre las mujeres y los autos

Imagen: Victoria Guyot

Que en el mundo vinculado a los autos y a la industria automotriz hay un sesgo de género no es novedad. Pese a todos los avances y conquistas, a las discusiones y derechos ganados en el camino hacia la igualdad, conducir vehículos y todo lo que rodea a esta acción sigue siendo un territorio pantanoso para muchas mujeres. Ejemplos sobran: van desde los insultos que siguen considerando a la mujer como mala conductora o marcan que estar al volante es un lugar que no le corresponde hasta la construcción que, históricamente, hace la publicidad sobre la mujer poniéndola como acompañante del conductor varón o como un objeto que se conquista gracias al auto. 

Luego de años y años de esto no es extraño que las mujeres tengan miedos de diversos tipos a la hora de conducir: miedo a la violencia a la que se pueden enfrentar en la calle, a ir al mecánico y que no las tomen en serio, a ser víctimas de burlas e insultos al intentar hacer suyo un terreno que durante tanto tiempo la sociedad se encargó de decirles que no les correspondía. Tampoco es extraño, entonces, que sean menos las conductoras mujeres que los conductores varones. Pero que en Argentina sean solo dos de cada diez es un dato que impactó a la compañía General Motors. Por eso decidió encargar un estudio para comprender qué había detrás de esta estadística y en base a esa información desarrollar "Hablemos sin freno", una iniciativa que busca impulsar un cambio.

Maria Celeste Visca, gerenta de Marketing de contenidos de General Motors, dice que el proyecto comenzó a gestarse el año pasado a partir de campañas y exploraciones que hicieron en la región persiguiendo el objetivo ambicioso que tienen a nivel global: convertirse en una de las compañías más inclusivas del mundo. Con esta premisa, teniendo en cuenta los debates que se dan en Argentina alrededor del género y el dato contundente del Observatorio Vial Nacional, solicitaron una investigación para conocer más en profundidad la situación de las mujeres y el volante y “acompañar de manera seria las conversaciones que se estaban dando”, dice. 

En el estudio que titularon Exploratorio conductoras, inclusión y género —llevado a cabo por la consultora Quiddity con el apoyo y acompañamiento de Panóptico de Género, una consultora que trabaja con la gestión de cambios culturales en multinacionales— se realizaron más de 800 encuestas a personas vinculadas de diferentes maneras con el tema como conductoras de remís, de Uber, profesoras de escuelas de manejo, empleados de talleres mecánicos y de concesionarias Chevrolet en diferentes puntos del país. El objetivo era conocer los temores, las percepciones y obstáculos que enfrentan las mujeres al momento de manejar un auto. Entender qué mandatos, tanto para varones como para mujeres, existen y cómo se construyeron. Comprender “qué cuestiones de género atraviesan al mundo del automóvil”, sintetiza Visca, para luego pasar a la acción.

Qué muestra la investigación

El estudio arroja luz sobre diversas cuestiones vinculadas a la relación entre las mujeres y el mundo automotriz. Entre sus principales hallazgos se encontró que las diferencias frente a la acción de manejar comienzan desde el momento del aprendizaje. Las mujeres aprenden a manejar, en promedio, a los 22 años, mientras que los varones lo hacen alrededor de los 19, es decir que ellas suelen aprender tres años más tarde. Las personas de las que aprenden también varían aunque el padre es una figura en común entre ambos géneros. Pero también aparecen en el estudio testimonios que indican que muchas veces  el padre enseñaba a manejar solo a los hijos varones y las mujeres debían aprender de la mano de una pareja o un amigo. Otro dato interesante que muestra es que a las mujeres cuyas madres manejaban o que crecieron viendo a una mujer manejar en su entorno familiar les resultó mucho más fácil asumirse conductoras que en los casos en los que solo manejaba el padre y era el responsable de enseñarles.

Entre los miedos que tienen las mujeres uno de los que más aparece es el de llevar el auto a una gomería, a hacer la verificación técnica vehicular (VTV) o al mecánico. “Son cuestiones que para las masculinidades suelen estar más naturalizadas pero las mujeres encuentran distintas formas de discriminación y violencia encubierta que hace que no se sientan cómodas en esos ámbitos”, señala Agustina Kupsch, antropóloga social y consultora en gestión del cambio cultural con perspectiva de género y diversidad en Panóptico de Género. Según el estudio solo 4 de cada 10 mujeres lleva el auto al mecánico, frente a 8 de cada 10 varones. Cuando lo hacen suelen ir acompañadas de un varón, “salvo que el mecánico sea de confianza porque es el mecánico de la familia o de toda la vida y hay un vínculo donde no aparece el miedo que surge de las entrevistas respecto a que les van a vender otra cosa o a cobrar demás por ser mujeres”, agrega. 

Otra cosa que muestra el estudio es cómo influyen las diferencias generacionales: las conductoras más jóvenes tienen mucho más naturalizada la conducción. “Para ellas es una herramienta más de empoderamiento”, dice Kupsch. En cambio en las más grandes es más frecuente el miedo a romper el auto, a chocar, a generar un problema económico o lastimar a otras personas. 

También son diferentes las palabras con las que se identifican mujeres y varones: los varones se consideran más atrevidos para manejar y las mujeres más prudentes. 

“Para el hombre manejar siempre fue un mandato —agrega Visca— entonces ves que 8 de cada 10 saben hacerlo frente a 2 de cada 10 mujeres y parecería que la mujer está pidiendo permiso o que es casi un reto meterse en un universo que parecería destinado solo a los hombres. Pero el auto nos da la posibilidad de igualarnos a todos porque no necesitás tener ninguna habilidad especial para subir y manejarlo más que las ganas y aprender a hacerlo. No es que hombres y mujeres tiene aptitudes distintas a la hora de manejar, nos pone a todos en un mismo lugar y eso queremos comunicar: que aquel que tenga ganas de hacerlo, de aprender, que crea que manejar puede ser un recurso importante para su vida, sienta que puede hacerlo”.

Iniciativas para generar un cambio cultural

A partir de la información relevada, Chevrolet Argentina presentó el proyecto "Hablemos sin freno”, que busca desarrollar una serie de herramientas para poner en diálogo las diferentes situaciones que viven las mujeres cuando desean subirse a un auto y, de este modo, impulsar un cambio cultural.  

En primer lugar, el estudio invita a conversar: mostrar qué es lo que sucede para tomar acciones que modifiquen estas situaciones, rompan preconceptos y estereotipos. Las próximas etapas incluyen diversos recursos y espacios, como un grupo de Telegram para debatir sobre estas cuestiones y generar una comunidad que a la vez sea sostén y apoyo para quienes desean manejar pero necesitan superar sus miedos. Ese espacio, donde se van a presentar diferentes moderadores, se va a alimentar también de contenidos que preparan para otras plataformas, como videos que empezaron a desarrollar con Luly Dietrich y el equipo de Mujeres al Volante —una comunidad que motiva, contiene y da consejos para que las mujeres se animen a manejar— sobre cómo aprender a cambiar un neumático, cómo prepararse para sacar el registro, cómo estacionar. También brindarán información para identificar cosas que pueden suceder en el auto y permiten ganar confianza. 

Próximamente presentarán un podcast sobre distintas temáticas vinculadas a la conducción y los roles que ocupan las mujeres, los miedos y cómo enfrentarlos. Sumado a eso, están brindando capacitaciones al interior de la compañía y trabajando con una ong que realiza contenidos para niños y niñas en las escuelas para “dar a conocer, desde edades tempranas, que el manejo está abierto para todos, que es una elección personal y no está sesgada por ser de un género u otro”, explica Visca. 

“Esto es una invitación para repensar las formas de vincularnos con el manejo pero no solo de cara a las feminidades si no que también queremos involucrar las masculinidades porque creemos que esto es una conversación que tenemos que tener todes. También hay un mandato claro hacia las masculinidades con respecto al manejo y es importante hablar sobre qué es lo que pasa con los que no sienten ese deseo de aprender a manejar. Ampliar la mirada y construir, a través de distintas herramientas, nuevas formas de vincularnos con el manejo y su cultura”, sintetiza Kupsch.

Otra estadística crucial que arrojó el estudio e interpela a toda la industria automotriz muestra que 8 de cada 10 personas, sin distinción de género, dijeron que no se sentían identificadas con las publicidades de autos. Un claro llamado a reflexionar, como apunta la antropóloga, “qué está pasando con la forma de comunicar que las personas no se sienten identificadas, qué imaginarios asociados a estos mandatos vinculados a la conducción se vienen construyendo desde la publicidad a nivel industria, qué historias estamos contando relacionadas al manejo y su cultura”. 

Como integrante de esa industria, Visca recoge el dato y acepta que las campañas suelen mostrar personas adecuadas a un tipo de vida hegemónico. Pero asegura que a partir de esa información comenzaron a trabajar para romper también con eso y “ser mucho más diversos y más conscientes” respecto a lo que están mostrando. Ese es el comienzo para todo lo que planean; y, dicen, ya está causando efectos porque recibieron mensajes de muchas personas que al sentirse identificadas a partir de las conversaciones que surgieron en redes sociales y otros canales ya se animaron a enfrentar algunos miedos y manejar. Se trata de entender, como dice Kupsch, que “lo personal es político y que lo que nos pasa responde a cuestiones sistémicas. Eso también es algo que nos viene dejando, desde que empezamos, Hablemos sin freno”.