Daniel Tricarico es director ejecutivo de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA) desde 2017. Es licenciado en Administración de Empresas con posgrado en Marketing y Comunicación y se especializa en el desarrollo de ecosistemas emprendedores y hubs de innovación. En esta breve entrevista habla sobre el impacto del COVID- 19 en los emprendimientos argentinos.
—¿Cuál considerás que es el mayor impacto del COVID-19 en los emprendedores de la región?
—Las consecuencias de la pandemia son tantas que todavía cuesta dimensionar el alcance real. Las cuestiones económicas saltan a la vista: baja en las ventas, deudas, pérdida de clientes, un camino cuesta arriba para pagar los sueldos y los impuestos. Pero creo que el mayor impacto se da en la necesidad de reconfigurar la propuesta de valor. Se está produciendo un cambio en los patrones de consumo. Todo emprendedor necesita preguntarse: ¿Hoy estoy creando valor real para mi comunidad? Y si no es así, ¿cómo puedo adecuar mi oferta para que vuelva a centrarse en las personas?
—Hace más de un mes pronosticaron que el 35% de los emprendimientos argentinos podría dejar de funcionar. ¿Cómo ves el panorama ahora?
—Dos de las preocupaciones en este sentido son la falta de dinero en caja y a un flujo de fondos deteriorado. Para los argentinos, además, está presente la cuestión tributaria: somos uno de los países con mayor carga impositiva. Durante el último mes se reactivaron actividades y algunos emprendedores pudieron abrir sus locales, pero fueron pocos rubros y las ventas no recobran los niveles previos. Frente a esta situación, es fundamental escuchar qué necesitan los emprendedores y acercarles soluciones. El Prodem y el BID, por ejemplo, realizaron un informe y destacaron la importancia de ofrecer recursos financieros, cofinanciamiento de salarios y reducción de tarifas de servicios.
—¿Qué proyectos de ley habría que priorizar tras la pandemia?
—Necesitamos alcanzar una visión integral del emprendedurismo y pensar en medidas sistémicas. No podemos seguir permitiéndonos fricciones: lo que pasó con la Ley de Economía del Conocimiento y lo que está pasando con la Ley de Emprendedores, una ley que impulsó la creación de más de 30.000 empresas y 47.000 puestos de trabajo en los últimos dos años, es perjudicial. Suspender las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), como pretende el proyecto que obtuvo media sanción en el Senado hace unas semanas, es un retroceso. Sobre todo en un contexto donde necesitamos dotar a los emprendedores del mejor vehículo para subsistir. Es imprescindible que el emprendedurismo se convierta en una política de Estado a largo plazo.
Este contenido fue publicado originalmente en Otra Economía, la newsletter sobre economía circular, inclusiva y de triple impacto que edita Florencia Tuchin. Podés suscribirte en este link.