Cultura Mainstream
Frédéric Martel
Taurus
Uno (mi comentario)
Geopolítica de las industrias creativas: qué tienen en común Disney y un multimedio musulmán
Fusiones de empresas de provisión de conectividad con empresas de contenidos, auge del streaming para ver películas desde casa, multiplicación de las películas de superhéroes, crecimiento exponencial de editoriales independientes, ocaso de los sellos discográficos. ¿Cómo entender todos estos movimientos, muchas veces contradictorios, para pensar el estado actual de la producción y circulación de productos y contenidos culturales? Cultura Mainstream es una investigación faraónica donde a través de más de mil entrevistas en los cinco continentes se busca trazar un mapa de la geopolítica de la producción y circulación de entretenimiento en un mundo cada vez más complejo. Un libro que funciona un poco como una enciclopedia y como un relato de viajes, que se puede leer de a poco, para ir masticando sus hipótesis y empezar a mirar de otra manera a series como Narcos, a canales de televisión como Al Yazira o a plataformas como Hulu.
Frédéric Martel es un sociólogo y periodista francés que, a contrapelo de su tradición nacional, entiende que los Estados Unidos expresan menos un ataque mercantilista hacia lo culto y lo refinado que la encarnación de una racionalidad económica y sentimental que, en el plano de la producción de lo cultural, dio lugar a un super género llamado entertainment. Así, para la cultura mainstream lo importante de leer un libro, mirar una película o escuchar a un artista es la forma en que su obra nos conecta a la cultura mundial, por un lado, y por otro las huellas que deja en nuestra experiencia y en nuestras formas de sentir. El entertainment sería más el fruto de una arqueología de la recepción que de una búsqueda de innovación formal.
Partiendo de esta hipótesis, que desarrolla en la primera parte del libro, y donde afirma que la “americanización” (por USA) de la cultura es un fenómeno más complejo y multilateral que la bajada de valores desde un imperio económico y militar, en la segunda parte se examinan diferentes formas de producir cultura en el planeta. Así, y tomando sólo algunos ejemplos que pueden leerse en los párrafos que elegí, Martel explica los motivos por los que Bollywood (en la India) recauda mucho menos y es incapaz de exportar sus películas pese a vender más entradas y estar cada más influido por Hollywood, por qué los antiguos estudios de cine son cada vez menos, más grandes y funcionan como Bancos y con una lógica puramente financiera, qué lugar tiene Miami como capital cultural de América Latina, los motivos por los cuales Europa y su lugar en el concierto mundial de la cultura están condenados a disminuir, el problema de China con las patentes y la cada vez más feroz guerra comercial que sostiene con los Estados Unidos, y las diferencias dentro de un mundo árabe que está fragmentado y cuyas zonas más pujantes se parecen más en términos de valores a Disney que a Al Qaeda.
En suma: pese a que en estas cuestiones las tecnologías avanzan rápido y las reflexiones suelen quedar obsoletas bastante pronto, Cultura Mainstream tiene la virtud de enfrentar a la complejidad de un modo simple pero no reduccionista, de hacer un paneo por zonas de las cuales se sabe poco en la Argentina (desde el mundo árabe al k-pop) y de formular preguntas inteligentes sobre los vínculos entre el “poder blando” de los productos culturales y el rumbo de la hoy cuestionada globalización.
Dos (la selección)
Si el suburb fue lo típico de la década de 1950, con la multiplicación de los drive in en la periferia próxima, el exurb es lo típico del Estados Unidos contemporáneo, con sus multicines en una periferia más alejada. Con el suburb, todavía estábamos en la primera corona alrededor de las ciudades: generalmente la gente seguía trabajando en el centro, iba al restaurante y al cine y volvía a casa por la noche. El elemento nuevo, y que en cierto modo define al exurb, es el desplazamiento del mercado de trabajo: el exurb es fundamentalmente diferente del suburb porque los estadounidenses viven y trabajan allí. Y naturalmente también practican el ocio. A medida que los exurbs se desarrollan, los cines se van instalando.
Tres
He encontrado más diversidad de la que cabía esperar, menos conformismo, mediocridad cultural y homogeneidad de lo que dicen los intelectuales neoyorquinos que, desde la década de 1950, atribuyen al suburb, y hoy al exurb, todos los males. Hoy día, las ciudades que tienen más pantallas por número de habitantes no son ni Nueva York ni Boston, sino Grand Forks (Dakota del Norte), Killeen-Temple (Texas) y Des Moines (Iowa). Exurbs.
Cuatro
El propio Murdoch, en una conferencia, se muestra perplejo en cuanto a su balance en China: “No hemos tenido mucho éxito en China. Debemos ser muy humildes. Todo lo que puedo decir es que nadie —insisto, nadie—, ninguno de los grupos mediáticos estadounidenses o ingleses ha tenido hasta ahora el menor impacto en China. Es un mercado muy grande, pero es un mercado delicado, muy delicado. Es un mercado dificilísimo para los outsiders”.
Cinco
“Al poner en competencia a varios productores, los estudios pueden captar mejor las tendencias de la época y diversificar sus proyectos. Tienen más donde elegir y ahorran dinero. Los estudios ya no saben hacer ese trabajo internamente (Inhouse). Ya no tienen el personal necesario”, me explica Nicholas Weinstock. Entonces, ¿para qué sirven? “Para lo esencial: a grandes rasgos, los estudios son un banco de negocios, un banco de derechos, un bufete de abogados mercantilistas y una agencia de distribución mundial”.
Seis
Sin garantía de éxito, pues por ahora Bollywood, que mira de reojo hacia Hollywood, unas veces con amargura y otras con envidia, no ha sabido lanzar un solo blockbuster mundial ni un global hit, como dicen los estadounidenses.
Siete
Este potencial no se le escapa a nadie. Y la competencia no se limita a esos dos protagonistas, en guerra abierta desde hace diez años. En competencia con estas cadenas estadounidenses, también la brasileña TV Globo consigue vender sus formatos en estados Unidos, igual que la argentina Telefe. E incluso las majors Disney, CBS y Time Warner han empezado hace poco a producir sus telenovelas en Miami para el público latinoamericano. “A grandes rasgos, podemos decir que el mercado de la televisión en América Latina son audiencias mexicanas y brasileñas, formatos imaginados en Río y Buenos Aires, dinero mexicano, directivos en Miami y un mercado jugoso en Estados Unidos”, resume Mariano Kon, director general de la productora argentina Cuatro Cabezas.
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