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¡Buenos días! Este 30 de mayo es el Día Nacional de la Donación de Órganos. Un acto altruista que nos emociona y que celebramos. Y que debe llevarnos a reflexionar sobre la importancia de que expresemos nuestra voluntad de donar.
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La donación de órganos siempre nos regala historias tan tremendas como fantásticas. Relatos de entrega, de amor. Este martes es el Día Nacional de la Donación de Órganos y queremos recordar algunas de ellas, que nos oxigenan.
Hay dos historias que suelen contarse en relación al origen de esta fecha, que busca generar conciencia sobre la importancia de donar órganos, una práctica altruista que permite salvar hasta siete u ocho vidas. La historia más contada es la de María Obaya, una mujer trasplantada del hígado, de un donante cadavérico. Se trata de la primera mujer trasplantada de un hígado en un hospital público que luego se convirtió en madre. “Es la prueba de que donar órganos no solo salva vidas, sino que permite generar otras nuevas”, dicen muchos al recordar la historia de María, quien falleció en el 2021.
Hay otra historia menos popular, con detalles imprecisos, pero que ocurrió décadas atrás, cuando los trasplantes aún eran novedosos. Una chiquita en una gran ciudad como Buenos Aires empezó a tener problemas de salud. Le diagnostican una falla hepática y la necesidad de un hígado nuevo, de un trasplante.
Empiezan a correr los días y no aparecía el órgano. Los trasplantes de hígado eran aún muy recientes y los únicos donantes en vida que podían ofrecer parte de este órgano eran los padres biológicos. Ella era hija adoptiva, y se presumía que sus padres adoptivos no serían compatibles. Pero ocurrió una curiosidad científica: resultó que sí era posible, biológicamente, hacer el trasplante de hígado de uno de sus tutores hacia la niña. Faltaba, claro, el aval legal: la ley no autorizaba donar en casos como estos, donde no había un lazo genético. Un juez dio lugar y el trasplante se hizo.
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Pero más allá de estas dos historias de hace mucho tiempo, queremos detenernos en otras dos, más recientes. De dos personas donaron sus órganos a quienes no eran sus parientes. Al menos no sus parientes directos o de sangre. Algo que siempre nos impresiona.
Una es la de una mujer que se puso en parejacon la madre de una niña. Una niña que luego, por un problema renal, requirió un riñón. Y aunque no era su hija sanguínea ni adoptiva, las unía el afecto: la madrastra decidió donar el riñón.
Por otra parte, hace poco una persona nos contó sobre otro trasplante de riñón. El hermano de su mujer, su cuñado, decidió donarle el riñón. Por supuesto hay una relación de afecto, pero no son parientes de sangre, sino que es una relación más distante.
Lo primero que nos surge son aplausos. Hay un mérito en entregar una parte de uno a otro. Y quizás uno piense que es más lógico si se trata de un hijo o hija o un padre o madre. Pero igual hay que entregar. Sin embargo, en estas dos últimas historias son relaciones no de sangre ni de familia directa, sino afectivas. Y esto merece destacarse. Hay que ir a entregar el cuerpo, en un quirófano y dar parte de sí a otro para darle una vida como la nuestra, sana. Es maravilloso.
Un mensaje de
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Tras estas historias, es importante que pensemos en las 7.000 personas que esperan un trasplante en la Argentina. De ellas, al menos 170 son menores de edad. En América Latina es posible que haya 60.000 personas esperando un trasplante. Así como aplaudimos a alguien que donó un riñón o un hígado o cualquier órgano a otra persona, tenemos la esperanza de que eso no haga falta. Tendríamos que mejorar la capacidad y voluntad de donar, aumentar la cultura de la donación para que tantas personas que cada día fallecen sean donantes. Porque vale recordar que, de cada 1.000 personas fallecidas, solo pueden usarse los órganos de tres o cuatro de ellas.
Queremos destacar esta paradoja: un aplauso tremendo para quienes donaron parte de sí mismas en vida, que es maravilloso. Pero soñamos con un mundo en donde no haga falta este sacrificio. Si aumentara la cantidad de donantes entre las personas que fallecen no harían falta estos ejemplos tan conmovedores.
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En Argentina, este año, ya se realizaron más de 1.500 trasplantes de órganos, según datos del INCUCAI. Y aunque la tendencia de los últimos años es a que aumente el número de donantes y trasplantes, hay que hacer mucho foco en la donación voluntaria.
"La Ley Justina dice que todos somos donantes a menos de que digamos lo contrario. Pero no todos los saben. Y si uno no lo expresa y algún día tiene un accidente, la familia no lo va a poder escuchar la propia boca. Elegir qué quiero hacer con mis órganos no solo beneficia a un tercero, sino a mi propia familia para transitar el duelo en paz, sabiendo que hizo lo que se le había pedido", nos explicaba en una edición anterior de OXÍGENO Silvia, la madre de María Antonella Trivisonno, una niña de seis años que falleció en Rosario y cuya familia decidió donar sus órganos.
En esta publicación te contamos distintas maneras en las cuales podés expresar tu voluntad de ser donante. Es un trámite simple, gratuito y personal que puede realizarse de forma online o presencial. Si querés iniciarlo ahora mismo, podés hacerlo desde acá.
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David
