Las tecnologías digitales llegaron para facilitarnos muchas tareas indispensables como “ir” al supermercado, “asistir” a una reunión laboral, “visitar” al médico o hacer trámites. Sin embargo, este nuevo mundo virtual que hemos construido no se ha erigido sin efectos adversos: la soledad y el aislamiento están extendiéndose al ritmo de un brote epidémico y hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que atenderlo debe ser prioridad.
Por ejemplo, informamos que pasar ocho horas de soledad pueden agotar la energía y aumentar la fatiga tanto como pasar ocho horas sin comer, según investigadores de la Universidad de Viena, Austria, y la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Así como los humanos necesitamos ingerir alimentos, necesitamos a otros para sobrevivir, según explicaron en el estudio. “La evidencia muestra que la falta de contacto social induce una respuesta de deseo en nuestros cerebros comparable al hambre, lo que nos motiva a reconectarnos”, explican acerca del paper publicado en Psychological Science.
Otro estudio, llevado a cabo durante seis años en Alemania, halló que el aislamiento social contribuye a la atrofia cerebral, es decir, la pérdida progresiva de tejido del centro que coordina el sistema nervioso, así como al deterioro cognitivo. Quienes tienden a estar más aislados, también tienden a tener volúmenes más pequeños en el hipocampo, un espesor cortical reducido y un funcionamiento cognitivo más deficiente, informaron los investigadores en el paper publicado en eLife.
En efecto, el riesgo de demencia podría reducirse promoviendo una mejor conexión social, particularmente entre los adultos mayores. Según los autores: “En conjunto, la evidencia actual sugiere que el aislamiento social tiene un efecto adverso en la salud del cerebro”.
Por eso, te enumero cuatro acciones contra la soledad sobre las que te contamos este año:
- Ayudar a otros. “¿Cuántas veces realizaste hoy un acto prosocial, es decir ayudar o hacer algo bueno por otra persona?”. Esta fue la pregunta que realizó un equipo de investigadores de la Universidad de Innsbruck, Austria, a 363 participantes para un experimento. Los resultados fueron esclarecedores: quienes ayudaban a otros con frecuencia reportaron mayores niveles de felicidad, siempre y cuando lo hacían en libertad, cuando la persona a la que ayudaban no era responsable de su problema y, a su vez, mostraba gratitud. Los resultados fueron publicados en el Journal of Applied Social Psychology.
- Menos distracciones. Minimizar las distracciones durante las conversaciones para aumentar la calidad del tiempo con los demás. Por ejemplo, no mirar el teléfono durante las comidas con amigos o las conversaciones en familia. Es la contracara de invertir tiempo en cultivar relaciones mediante el compromiso constante, frecuente y de alta calidad con los demás.
- Practicar la gratitud. Como contamos hace pocas semanas, estar expuestos a quejas hace que liberemos hormonas del estrés, causa algunos deterioros en nuestras funciones cognitivas y altera nuestro cerebro para que seamos cada vez más propensos a encontrar cosas negativas. Al respecto, varios estudios demostraron la eficacia de la gratitud: las personas que se toman el tiempo de reconocer aquello por lo que están agradecidas son menos propensas a experimentar emociones negativas e informan de un mayor bienestar general, además de mejoras en sus relaciones personales. Si querés conocer técnicas para aplicarla, te recomiendo esta nota.
- Involucrarte. Participar en grupos sociales y comunitarios, como organizaciones deportivas, religiosas, de aficiones, profesionales o de servicio a la comunidad para lograr pertenencia, significado y propósito. También dedicar tiempo al compromiso cívico. Por ejemplo, participar de forma positiva y constructiva en reuniones políticas, reuniones de escolares, de consorcio, etcétera.
