¿Qué pasará si no hacemos nada para gestionar el futuro crecimiento demográfico y el uso de los recursos que implica? Estas preguntas, complejas y urgentes, están relacionadas con la ecología, la política y la ética.
Los seres humanos somos los mamíferos más numerosos del Planeta. El número de seres humanos es ahora mismo entre 7.500 y 7.600 millones de individuos.
¿Puede soportarlo la Tierra de forma indefinida? ¿Qué pasará si no hacemos nada para gestionar el futuro crecimiento demográfico y el uso de los recursos que implica? Estas preguntas, complejas y urgentes, están relacionadas con la ecología, la política y la ética. Con ayuda de las matemáticas veremos qué puede ocurrir y cuál será la huella ecológica de nuestra especie.
Las matemáticas del crecimiento demográfico
En un escenario de recursos naturales ilimitados, el volumen de la población crece de forma exponencial. Un dato relevante del crecimiento exponencial es el tiempo que tarda una población en duplicar su tamaño.
El crecimiento exponencial suele comenzar despacio, aumenta progresivamente hasta que, en un momento determinado, se dispara.
Por ejemplo, imagine que Jeff Bezos (el fundador de Amazon) decide darle un centavo de dólar – es la moneda que suele manejar– el 1 de enero de 2019, dos centavos el 1 de febrero, cuatro el 1 de marzo y así sucesivamente, duplicando la cantidad cada mes. ¿Cuánto tiempo puede sostener esta decisión con una fortuna de cien mil millones de dólares? Tómese su tiempo para reflexionar y hacer cálculos.
Un año, o doce pagos después, habrá recibido 40,95 dólares, lo que le costaría más o menos pasar una tarde de cine en familia. Dos años después, 167.772,15 dólares, una cantidad importante para cualquiera, pero insignificante para un multimillonario. Tres años después, habrá recibido 687.194.767,35 dólares o, más o menos, lo que ingresó Bezos cada semana de 2017.
El pago número 43, el correspondiente al 1 de julio de 2022, será de algo menos de 88.000 millones de dólares, igual a todos los pagos anteriores juntos (más un centavo), y hará saltar la banca.
El crecimiento demográfico real
En las poblaciones reales, el tiempo de duplicación no es constante. Los humanos llegamos a los mil millones alrededor de 1800, con un tiempo de duplicación de unos 300 años; fuimos dos mil millones en 1927, con un tiempo de duplicación de 127 años; y llegamos a los cuatro mil millones en 1974, con un tiempo de duplicación de 47 años.
Mirando al futuro, se prevé que en 2023 la población mundial alcance los ocho mil millones, con lo que el tiempo de duplicación será de 49 años, y salvo imprevistos, se espera que en 2100 la población del planeta se estabilice entre los diez y doce mil millones de habitantes.
Esta estabilización sería el síntoma de una dura realidad biológica: la capacidad de carga de la Tierra está restringiendo la población humana: la población que muere de forma prematura, por inanición y por enfermedades, compensa la tasa de natalidad.
Consecuencias ecológicas
Los seres humanos consumimos y contaminamos recursos (los acuíferos, los casquetes polares, los suelos fértiles, los bosques, la pesca y los océanos) acumulados a lo largo del tiempo geológico durante decenas de miles de años.
Los países ricos consumen de forma desproporcionada con respecto a su población. A modo de analogía fiscal, vivimos como si nuestra cuenta de ahorros tuviese ingresos constantes.
Según el centro de estudios ambientales Worldwatch Institute, la Tierra tiene 1,9 hectáreas de terreno por persona para cultivar alimentos, para fabricar tejidos para ropa, para suministrar madera y para absorber residuos. Un estadounidense utiliza de media alrededor de 9,7 hectáreas.
Estos datos, por sí solos, sugieren que, con un nivel de vida estadounidense, la Tierra solo podría soportar una quinta parte de la población actual, unos 1.500 millones de personas.
El agua es vital. Biológicamente, un ser humano adulto necesita menos de cuatro litros de agua al día. En 2010, EE. UU. utilizó casi un billón trescientos cuarenta y cuatro mil millones de litros (335.000 millones de galones) de agua al día, más de 4.000 litros diarios por persona. La mitad se utilizó para generar electricidad, un tercio para el riego, y aproximadamente una décima parte para uso doméstico: inodoros, lavar la ropa y los platos, y regar el césped.
Si los 7.500 millones de habitantes del planeta consumieran agua como los estadounidenses, el uso mundial superaría los 10.000 kilómetros cúbicos al año. El suministro mundial total (lagos de agua dulce y ríos) es de unos 91.000 kilómetros cúbicos.
Las cifras de la Organización Mundial de la Salud dicen que 2.100 millones de personas carecen de acceso directo al agua potable y 4.500 millones no disponen de saneamiento seguro. Incluso en países industrializados, las fuentes de agua pueden estar contaminadas con agentes patógenos, restos de fertilizantes e insecticidas, metales pesados y residuos de hidrofracturación.
Libertad de elección
Aunque es imposible predecir el futuro de la especie humana, los hechos son incuestionables. El agua y la comida son necesidades básicas. Duplicar la producción de comida aplazaría los problemas de natalidad actuales durante unas décadas. La Tierra soporta el nivel de vida actual porque estamos utilizando la «cuenta de ahorros» de los recursos no renovables, que incluyen las capas fértiles de la tierra, el agua potable, la pesca y el petróleo.
La reproducción es una de las principales aspiraciones de las parejas y de las sociedades. ¿Cómo transformaremos ese preciado mantra («creced y multiplicaos») en una generación? ¿Qué pasará si se mantienen las tasas de natalidad actuales?
La población se mantiene constante si cada mujer tiene dos hijos y estos llegan a la edad de reproducción. En la actualidad, en los países en vías de desarrollo las parejas tienen entre tres a seis hijos.
No podemos crear los recursos naturales. Sin embargo, sí podemos decidir cuántos hijos tener. Mejorar los derechos, la educación y el empoderamiento de las mujeres, por lo general, lleva a unas tasas de natalidad más bajas.
Como matemático, creo que reducir las tasas de natalidad de forma considerable mejorará el nivel de vida de todos. Como ciudadano, considero que mejorar nuestra relación con el entorno y promover familias más pequeñas es la única esperanza de la humanidad.
Andrew D. Hwang es Profesor Asociado de Matemáticas, College of the Holy Cross.