Todos los terapeutas licenciados reciben una amplia formación para convertirse en los profesionales de la salud mental que son hoy, pero eso no significa que no puedan equivocarse. Para empezar, son seres humanos falibles como vos y como yo, y, además, el hecho de que alguien tenga las credenciales adecuadas o una formación académica impresionante no indica necesariamente que sea la persona adecuada para vos.
Lauren Cook, doctora en psicología clínica, lo explica: "Tiene que haber un sentimiento de confianza y apertura, y la relación entre un terapeuta y su cliente es en realidad uno de los aspectos más importantes de un tratamiento eficaz". Por supuesto, la relación ideal varía de persona a persona y dependiendo de sus objetivos en la terapia —como te contamos en esta nota, algunos necesitamos el espacio para pensar, otros para dejar de pensar, otros para descargarse, además de otros más específicos como procesar el trauma—.
Sin embargo, tal como Cook explica a la revista Self, hay algunas señales y advertencias que no tenemos que pasar por alto, independientemente de nuestros objetivos y preferencias personales. Para el ojo inexperto no siempre es fácil determinar cuándo un experto con un título está cruzando algún límite, por ello es útil saber qué comentan distintos profesionales sobre las "red flags" (expresión en inglés para indicar un problema potencial) del consultorio.
Si nunca te piden tu opinión
Tal vez te estés preguntando: ¿por qué iba a querer un experto en salud mental que yo le de mis devoluciones? ¿No soy yo el que necesita su opinión? Por supuesto, quien está en frente en el consultorio no te va a pedir tu opinión sobre las mejores maneras de tratar la ansiedad, pero sí es una buena señal que comprueben los resultados de su práctica con tus comentarios. La psicóloga clínica Adia Gooden explica que esto sirve tanto para reforzar su relación (que es, al fin y al cabo, bidireccional) y también a estar atentos a tus necesidades cambiantes.
Esta búsqueda de feedback puede ir desde consultar cómo te fue con ejercicios y sugerencias para poner en práctica o balances al final de la sesión. "En general, es importante notar que sienten curiosidad por tu experiencia y que están dispuestos a adaptar su enfoque para ayudarte a alcanzar tus objetivos, en vez de insistir obstinadamente en que su método es el único o que sus técnicas son soluciones infalibles", dice la Dra. Gooden.
Cuando parecen juzgar tu identidad o problemas
Aunque parezca una obviedad, los signos de comportamiento despectivo y discriminatorio no siempre son evidentes. Difícilmente pasaría desapercibido si tu terapeuta usara lenguaje peyorativo para hablar de tu orientación sexual, pero hay otros comportamientos más sutiles que podrían perjudicar el trabajo terapéutico: algunas microagresiones como reducir tus experiencias con el racismo o la xenofobia con un "no es para tanto", o insinuaciones sobre la higiene cuando estamos tan desmotivados que nos cuesta salir de la cama, por ejemplo.
Gooden explica: "Deberías sentirte como si estuvieras siendo escuchado y aceptado por tu identidad, tus antecedentes, tus dificultades, sean cuales sean. Si en las sesiones dudás sobre ser tu auténtico yo, creés que tenés que actuar o restarle importancia a lo que estás enfrentando, eso puede indicar que te sentís juzgado, o como si alguien estuviera tratando de cambiarte en lugar de ayudarte. Si ese es el caso, es mejor que tu salud mental esté en manos de otro terapeuta".
Si te siguen en redes sociales
Aunque pueda parecer algo inocente, tanto Cook como Gooden están de acuerdo con que este es un límite que no se debe cruzar. Tiene que quedar claro que se trata de una relación profesional, no de una amistad. "Incluso en el caso de que no te moleste, se trata de una falta a la ética profesional", aclara Cook. "Están viendo detalles sobre la vida del paciente que no se compartieron durante la sesión". Gooden agrega que "mantener las interacciones de forma profesional y limitadas a la salud mental es esencial para que la dinámica terapeuta-paciente sea productiva y adecuada".
Si no te desafían o impulsan a crecer
Aunque escuchar con compasión es una parte importante del trabajo, ayudarte a evolucionar también lo es. En definitiva, nadie empieza un tratamiento para que todo se mantenga igual. Por eso es bueno tenerlo presente y no ponernos demasiado cómodos con un terapeuta que se limita a asentir con la cabeza y confirmarte constantemente, como advierten Gooden y Cook.
Un buen profesional probablemente te responsabilice cuando le hagas daño a alguien (en vez de fingir que sos perfecto e intachable), o te haga pensar de dónde viene tu autocrítica y cómo resolverla en vez de desestimarla. "Trabajar los sentimientos difíciles y aprender a abordar tus luchas desde una perspectiva diferente no es un trabajo fácil. Sin embargo, un buen terapeuta utilizará sus habilidades para guiarte a través del proceso y sus dificultades, aunque no siempre sea algo que quieras oír", dice Cook.