Argentina es conocida en el mundo por varias cosas: Messi, el Papa, la carne. Pero dentro de sus grandes reconocimientos también figura el buen vino, generalmente fruto de la provincia de Mendoza (aunque hoy su producción se ha extendido a lo largo y ancho de todo el país).
De hecho, el vino argentino fue distinguido internacionalmente en muchas ocasiones. Este año, por ejemplo, la bodega Catena Zapata fue elegida como la mejor del mundo por los premios World 's Best Vineyards, que evalúan tanto la calidad de los vinos que se producen como la experiencia que brindan a los visitantes.
Sin embargo, conocer sobre el vino es todo un arte: cuáles son sus diferencias, cómo se producen, cuáles son sus variaciones, qué propiedades tiene cada uno, por qué varían en su sabor, en qué momento del año se toma cada uno, cómo maridarlos con las comidas, entre otras cuestiones.
Roberto de la Mota, enólogo que se formó en Argentina y en Francia, creó en 2002 Mendel Wines. La bodega, ubicada en Luján de Cuyo, es la materialización de un sueño que tenía su papá fallecido, también experto en vinos. Para esta nota, nos explica los tecnicismos y las características de las cuatro variedades más conocidas: tinto, blanco, rosado y naranjo.
Vino Tinto
Según De la Mota, los vinos tintos que se consumen normalmente están elaborados con uvas moradas que tienen el jugo incoloro y su color está en la piel. Para hacerlo, además de la fermentación (cuando se transforman los azúcares en alcohol), hay que llevar a cabo otro proceso que se llama la maceración. Este consiste en sumergir las pieles en el jugo para que salgan todos los componentes: los antocianos, que le dan color al vino; los taninos, que son muy beneficiosos por su característica antioxidante.
Además, por sus características de concentración y volumen se consumen en periodos de más frío con comidas más sustanciosas, más estructuradas. Es considerado el vino con más elaboración dentro de todas la variaciones y su reputación se debe a ello, explica el enólogo.
Vino Blanco
De acuerdo con De la Mota, en el caso de los vinos blancos se extrae el jugo del grano de las uvas blancas, que se puede hacer de diferentes maneras, como por prensado directo, y ese jugo se fermenta separado de las pieles. Aquí reside la gran diferencia entre la producción del tinto y del blanco.
En relación a sus componentes, los blancos suelen tener algunos fenólicos. Es decir, moléculas que provienen de diferentes partes del racimo de la uva y que son extraídas durante la vinificación y que incluyen los taninos o los anticipos. Sin embargo, en menor cantidad en comparación con el tinto.
“Por las fechas de cosecha tienen mayor acidez, mayor frescura, menos estructura, menos concentración”, profundiza el enólogo. “Por eso, se suelen consumir más fríos para apreciarlos mejor y son los vinos que uno consume generalmente en épocas de verano. Son más livianos”, continúa.
Vino Rosado
En cuanto a los rosados, se elaboran en su mayoría a partir de uvas tintas. Es decir, se prensa la uva, si es posible los racimos enteros, y el jugo queda con muy poco color, ya que no se ha macerado con las pieles. "Tienen propiedades muy semejantes a los vinos blancos”, manifiesta De la Mota.
Según confirma el experto, los vinos rosados se consumían preferentemente en verano, pero como están de moda se prefieren casi todo el año.
Vino Naranjo
En tanto a los naranjos, según De la Mota, lo que se hace es elaborar un vino blanco como si fuera un tinto. Es decir, se hace una maceración de las pieles de estas uvas blancas durante la fermentación para lograr cierta extracción de las pieles.
“Quedaría un vino blanco que tiene un poco más de cuerpo, un poco más de estructura, un poco más de polifenoles. Tiene más agente oxidante que un vino blanco común porque también tienen contacto con las semillas y demás”, profundiza el enólogo.
Sin embargo, los describe como vinos mucho menos elegantes que un vino blanco elaborado en forma tradicional. Como es un intermedio, lo recomienda consumir en épocas de verano.