El 17 de mayo es el Día Internacional contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género. La fecha fue elegida en virtud del 17 de mayo de 1990, cuando la Asamblea General de la Organización Mundial de Salud (OMS) reconoció que las orientaciones sexuales diversas no eran una enfermedad mental. Se celebra desde el 2004 con el fin de visibilizar y concientizar sobre las situaciones de violencia que atraviesan las personas del colectivo LGBTIQ+.
Más allá de la fecha a nivel internacional, algunos hechos recientes vividos en la Argentina recuerdan la relevancia de seguir concientizando sobre este tipo de discriminación. El atentado del 5 de mayo de Justo Fernando Barrientes hacia cuatro mujeres (Pamela Cobbas, Roxana Figueroa, Andrea Amarante y Sofía Castro Riglos) es un claro ejemplo. Las primeras tres de ellas están muertas, mientras que Castro Riglos continúa internada. Testimonios de vecinos afirmaron que, antes de arrojarles un explosivo, el homicida se refería a ellas con términos como "engendro", "tortas" y "gorda sucia".
Cuando se preguntó al Gobierno cuáles serían las medidas para abordar este tipo de episodios, Manuel Adorni, vocero de la Presidencia de la Nación Argentina, respondió: "Me parece muy injusto hablar solo de este episodio cuando la violencia es algo mucho más abarcativo que una cuestión contra un determinado colectivo y hay mucha gente que lo sufre, mujeres y hombres."
💬 Adorni respondió una pregunta sobre el ataque a 4 lesbianas en Barracas y sostuvo "no me gusta definirlo como un atentado a determinado colectivo".
— Feminacida (@Feminacida) May 13, 2024
Le decimos: se trató de un crimen de odio por la identidad de género y orientación sexual de las víctimas. No da lo mismo. pic.twitter.com/bIBTuVOckp
Para profundizar sobre la definición y relevancia de un tipo específico de violencia como es la violencia de género, consultamos a Ximena Federman, licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, quien trabaja sobre temas de discriminación en medios de comunicación y redes sociales.
—¿Cómo se diferencia la violencia en términos generales y la violencia de género, y qué es lo que constituye a un homicidio en un crimen de odio?
—Los femicidios y los crímenes de odio tienen una especificidad particular: se asesina a las personas por su identidad no normativa, pertenecen a sectores desvalorizados por la sociedad. En el caso de Barracas, se trata de mujeres y lesbianas. Los varones hetero-cís, por otro lado, no son asesinados por su pertenencia identitaria. Por esa razón no podemos hablar de "masculinicidio" como pretenden los sectores hegemónicos, ni tampoco podemos igualar todos los asesinatos.
—¿Por qué es importante esta distinción y cuáles son sus consecuencias concretas?
—Estos asesinatos se "construyen" sobre el histórico rechazo y desprecio de nuestra sociedad hacia estos colectivos. Esto habilita el espectro de violencia que pueden sufrir a lo largo de su vida. Este espectro de violencia es amplísimo y puede ir desde burlas, insultos, negación de derechos y terminar, como ocurrió en este caso, en asesinato. Los femicidios de las tres mujeres (hay una cuarta victima aún internada) en Barracas no ocurren de manera aislada, no se trata de "un loquito suelto". Hay un contexto social y político cada vez más cruel que habilita estos hechos. Los discursos discriminatorios y de odio de los sectores del poder habilitan a los violentos a actuar, posiblemente de manera cada vez más cruel y menos encubierta.
— ¿Cómo evoluciona el rol del Estado en este contexto?
—Es importante tener en cuenta que actualmente hay un retiro del Estado y cada vez menos políticas públicas destinadas a grupos vulnerabilizados. Los organismos de derechos humanos están paralizados o en proceso de vaciamiento y se está despidiendo a personas que atienden la problemática de la violencia y la discriminación. Todas estas acciones van en detrimento de los colectivos discriminados.