Cada día, a partir de las 8, alrededor de 25 socios llegan a la cooperativa Creando Conciencia, en Benavidez, para poner en marcha todos los engranajes de la planta y así reciclar un promedio de ocho toneladas de basura. Se suele recuperar el 80% del total. De esta forma, se ayuda a minimizar la disposición final de residuos en el CEAMSE y a reinsertar los materiales en la industria.
Creando Conciencia nació en 2005 a partir de la preocupación de un grupo de seis vecinos por la disposición final de los residuos sólidos urbanos y por la precariedad del trabajo de los recuperadores urbanos. Estas personas, mejor conocidas como cartoneros, trabajan a la intemperie, en la calle o en basurales, de día o de noche; no tienen condiciones mínimas de seguridad e higiene; cargan y manipulan mucho peso en jornadas extenuantes; y no tienen garantizados derechos básicos (salario mínimo, asignaciones familiares, jornada de ocho horas, vacaciones pagas, descanso dominical, obra social, entre otros). En Argentina, hay 200.000 cartoneros y cartoneras, que pese a las condiciones, recuperan diariamente unas 10.000 toneladas de residuos, según estimaciones de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y recicladores (FACCYR).
“En esta cooperativa trabajan personas con diversas problemáticas sociales. Gran parte de los socios viven en asentamientos. Además, vemos muchos casos de violencia de género y de consumo de sustancias. Estamos detrás de cada socio para guiarlos y ayudarlos a salir de cada situación en particular. En relación a la vivienda, damos préstamos solidarios. También, compramos mercadería a bajo costo y damos al menos una bolsa con alimentos a los socios todos los meses. Para ingresar a la cooperativa, las personas tienen que ser monotributistas. Trabajamos para la reinserción social de ex recuperadores urbanos”, explica Noelia Segovia, presidente y socia fundadora de la cooperativa Creando Conciencia.
Mario tiene 42 años y ningún estudio. Hace un mes y medio limpia y ordena en la cooperativa. Actualmente, se encuentra en la transición entre dejar la calle y quedarse con un trabajo formal. Durante muchos años fue recolector urbano y aún sale algunas noches con su carro a buscar cartón. “Acá le ofrecemos algo diferente, de a poco va dejando el cartoneo. Hoy sabe que a fin de mes cuenta con su plata”, señala Segovia.
Ahora, en la cooperativa son 49 socios. 25 personas trabajan en la planta, separando el material, unas 15 recolectan por los barrios los residuos preclasificados y el resto trabaja en la administración y en un proyecto de armado de mobiliario urbano, a partir de materiales reciclados. “Nuestro principal objetivo es ir mejorando las condiciones de trabajo de los asociados. Cuando creamos el proyecto de muebles, hace dos años, pudimos incorporar cinco socios más”, comenta Segovia.
Vanesa Flores estuvo tres años sin trabajo hasta que empezó a trabajar en la cooperativa. “Cuando entré no sabía nada. En un año y medio aprendí mucho. Empecé en la cinta clasificadora y pasé por distintos roles. Ahora, soy una de las encargadas. En este tiempo fui creciendo económicamente y ya no tengo que estar preocupada porque a mis hijos les falte algo”, cuenta.
Acuerdos para reciclar
Luego de varias campañas de concientización en los barrios privados y colegios de la localidad de Tigre, en 2006, Creando Conciencia formalizó su primera propuesta de recolección de residuos en el Barrio Santa María de Tigre. Luego, se sumaron al proyecto el Complejo Nordelta y otros grandes barrios cerrados de la zona de Benavidez. “Al principio, no pedíamos nada a cambio. Solo ir, entrar y retirar el material. Fue un trabajo muy duro porque nadie tenía experiencia en esto. Aprendimos haciendo. El primer desafío fue informar a los vecinos como necesitábamos que separen el material. No podíamos recibir cualquier cosa. Golpeamos puerta por puerta para explicarles”, relata Segovia.
Al principio, los fundadores creían que podían subsistir solamente de la venta del material, sin embargo, se dieron cuenta que con eso no llegaban ni a cubrir el 10% de los gastos que tenían. “Ahí asumimos que había que cobrar por el servicio a los barrios y a las empresas. Fue todo a pulmón”, recuerda Segovia.
En relación a las capacitaciones a los vecinos, Segovia dice: “les hacemos entender que el trabajo es manual. A nadie le gustaría abrir las bolsas y ver pañales, papel higiénico, jeringas o toallitas femeninas. Todo lo que está manchado con comida no puede llegar a la planta porque contamina la bolsa que contiene el reciclado. Tampoco podemos recibir madera, escombros o restos de obra. Cuando identificamos de qué barrio llegan este tipo de residuos enviamos un mensaje para que el vecino tome conciencia. Si el material es reciclable, está limpio y seco se puede poner en la bolsa para que lo retiremos. Hoy, está creciendo la cultura de reciclaje. Cuando empezamos con este proyecto, no existía esta tendencia”.
Otro punto que siempre piden a los vecinos es que si van a tirar un vidrio, les avisen o lo envuelvan en papel diario y lo pongan en una bolsa que diga “cuidado”. “Nos pasó que los chicos levantaron las bolsas, el vidrio salió y los cortó”, señala Segovia.
La cooperativa cuenta con tres camiones, que son similares a los de mudanza. Tienen una caja seca. “Si los materiales son para reciclar no los podemos poner en una compactadora”, aclara la presidenta de Creando Conciencia.
Tanto la planta como los camiones se encuentran habilitados como destino sustentable por el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS). “Nosotros podemos garantizar la trazabilidad de los materiales que nos llegan, por eso muchas empresas se nos acercaron para poder certificar que sus residuos fueron reciclados”, comenta Segovia. La cooperativa cuenta con una cartera de clientes importantes: el Centro Industrial de Garín, Arsat, SKF, Tetra Pak, Natura, entre otros.
La jornada en la cooperativa
Los recolectores recorren a diario los barrios, donde la cooperativa presta servicios y se llevan los residuos preclasificados. Comienzan el circuito a las 6. Luego, los materiales son ingresados a la planta de procesamiento, para su separación y clasificación.
Los camiones dejan el material en un espacio de la planta, que los socios de la cooperativa llaman la montaña. De allí, Vanesa Flores toma las bolsas, las abre y coloca los residuos a lo largo de la cinta transportadora para que sus compañeros puedan clasificar los materiales. Se va separando por material: papel de diario, revistas, plásticos de todo tipo, envases de gaseosas, artículos de limpieza, entre otros.
La planta cuenta con una máquina demoledora de vidrio, que hicieron unos diseñadores industriales. De esta forma, se optimiza la carga de este material. El reciclado del vidrio es muy importante porque se puede reutilizar en un 100%. “Además, la cooperativa es una de las pocas de la Provincia de Buenos Aires que tiene una descontaminadora, donde se pueden pinchar los aerosoles, considerados residuos peligrosos, para que caiga el líquido que contienen y pueda reciclarse como hojalata”, cuenta Segovia.
Los materiales como el cartón, el PET, el polietileno y el tetra brik son enfardados para su posterior acopio. Creando Conciencia cuenta con tres prensas hidráulicas para esta tarea, posibilitando de esta manera una mejor organización y mayor optimización del espacio dentro de la planta. De este modo, se deja listo el material para que la empresa lo retire y lo reinserte en la industria.
El último proyecto desarrollado por la cooperativa se llama Creando Equipamiento Urbano. Esta iniciativa es una línea de bancos y mesas destinada a espacios de uso común realizados en madera plástica, un material producido 100% con desechos postconsumo y que posee una extraordinaria resistencia a la intemperie sin necesidad de tratamientos. La producción de los muebles está a cargo de la propia cooperativa, completando con esto la cadena de valor, ya que es la misma organización quien lleva a cabo todo el proceso: empezando por la recolección de residuos, el separado, más tarde el enfardado, la adquisición de la madera plástica y finalmente el diseño, la fabricación y la venta. Recientemente, la cooperativa creó una línea de huertas, producidas también con madera plástica reciclada, que ya se encuentran en algunas delegaciones municipales y polideportivos.
Qué nos dice la basura
“A través de la basura percibimos que bajó mucho el consumo. Bajaron los kilos que ingresan a la planta. En general, los camiones necesitan hacer dos viajes para completar el circuito porque tienen que vaciar la caja en la planta y volver por más residuos. Este año, varias veces nos pasó que en un solo viaje podía hacer toda la recolección. También, vemos más cantidad de productos de segundas marcas, que antes”, cuenta Segovia.
Otro problema que observa la presidenta de Creando Conciencia es que cerraron muchas industrias o están más complicadas. Aclara:“Hay material que ya no podemos reinsertar en las fábricas porque ponen condiciones más difíciles para recibirlo”.
El material que más logran juntar es el PET. Lo siguen, el cartón y el diario. "A la cooperativa, llegan muchos diarios con la gomita puesta como los tiró el diariero. Muchos ni los abren. Vienen directo para acá”, confiesa Segovia.
En relación al sector, Segovia reflexiona: “Veo que crece más el trabajo informal que las cooperativas. Vemos chicos que antes iban al colegio y que ahora volvieron a juntar reciclables con su padre porque es la forma que tienen para poder hacer unos pesos en el día”.
En este sentido, Alejandro Valiente, integrante del equipo técnico de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) coincide con la mirada de Segovia. Destaca: “cada vez, se acerca más gente que quiere incorporarse a las cooperativas, pero estas organizaciones no dan abasto. Hay más personas que salen a buscar recursos para subsistir en la basura porque perdieron una changuita o un trabajo, que lo ayudaba. Hoy el reciclado es un refugio para miles de personas”.