Hace más de una década, dos marcas se unieron para demostrar que su producción arrocera podía ser sostenible. Puerto Las Palmas (PLP) y Patagonia trabajaron junto a Néstor Gromenida, un acuicultor de Formosa, para crear un círculo virtuoso donde la cosecha de arroz alimente positivamente al ecosistema en el que vive el pacú y viceversa.
Gromenida les dijo: “No hay organismo más sensible que un pez. Si el ambiente está contaminado, no van a poder crecer y vivir. Pero si se desarrollan, es una prueba contundente de que el ambiente está sano”. Así surgió la idea de adaptar las parcelas donde cultivaban arroz para también criar pacú.
“El resultado no pudo ser mejor. Los peces se desarrollaron de manera espectacular y además descubrieron que el rastrojo del arroz era un buen alimento natural y que, como omnívoros, también se comían los caracoles y otros organismos que representan una amenaza para el cultivo de arroz. Se generó todo un círculo virtuoso basado en la naturaleza. Terminado el ciclo de pacú, la parcela quedó en condiciones ideales para volver a cultivar arroz”, informaron las empresas en un comunicado.
Por su parte, Patagonia Inc, conocida por su ropa para el aire libre, se interesó en la producción de alimentos a través de su unidad Provisions, que promueve la agricultura orgánica regenerativa. Yvon Chouinard, fundador de la marca, cree que la comida es fundamental para salvar el planeta. En su búsqueda de alternativas a la agricultura industrial, encontraron a PLP y comenzaron a apoyar su modelo regenerativo. Según Agustín Fox, manager de Patagonia en Argentina, la empresa dona el 1 % de sus ventas para causas ambientales.
De momento, la iniciativa de pacú arrocero abarca casi 1.000 hectáreas con potencial para crecer a más de 100.000. Y ya se exportaron siete toneladas de este pez nativo de Argentina, Brasil y Paraguay.
El envío a Estados Unidos incluye filetes y cortes especializados de pacú. En Argentina también se venden hamburguesas, medallones y nuggets, todos libres de conservantes.
La exportación fue fiscalizada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), garantizando que el producto cumple con los requisitos de inocuidad del país de destino.