Consultando el diccionario de la Real Academia Española (RAE), he encontrado las siguientes definiciones para los tres términos del título:
- Creador: “Que crea, establece o funda algo”.
- Líder: “Persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad”. Y también, “persona o entidad que va a la cabeza entre los de su clase, especialmente en una competición deportiva”.
- Gestor: “Persona de una empresa que participa en la administración de esta”.
Posiblemente estas definiciones se queden cortas o sean insuficientes para el entorno empresarial y de gestión. En este artículo analizo algunas ideas sobre liderazgo y gestión, que no necesariamente suscribo, de filósofos y especialistas.
Es fundamental, en todo caso, entender que todos los modelos y teorías de gestión se pueden relacionar con una escuela de pensamiento o una corriente filosófica.
Más allá del bien y el mal
Las teorías de liderazgo que describo como posmodernas en mi libro The Learning Curve tienen una deuda con Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán del siglo XIX que identificó dos tipos de moralidad: la moral de los señores y la moral de los siervos.
La primera, según el pensador alemán, se aplica a las personas que lideran la sociedad, aquellos que crean sus propios sistemas de valores. La moral de los siervos rige para el resto de los mortales, que contemplan el comportamiento de los amos. Para Nietzsche, los amos –que están “más allá del bien y del mal”– sólo atienden a sus propias reglas, que son diferentes de las que debe seguir el rebaño.
“Una sola cosa es necesaria. Dar estilo a nuestro carácter constituye un arte grande y raro. Lo ejerce quien comprende toda la fuerza y la debilidad que ofrece su naturaleza, y sabe luego integrarla tan bien a un plan artístico, que cada elemento aparece como un fragmento de arte y de razón hasta el punto de que aun la debilidad tiene la virtud de fascinar a la mirada (…) Serán las naturalezas fuertes, ávidas de dominar, quienes saborearán su goce más sutil con esta sujeción, subordinación y perfeccionamiento bajo su propia ley (…)”.
Las ideas de Nietzsche ocupan un lugar preponderante en la obra de Ayn Rand, una escritora influyente entre los libertarios, autora de El manantial y de La rebelión de Atlas. Rand argumentaba que hay dos tipos principales de personas: creadores y parásitos. Los creadores son pensadores independientes que crean valor material para la sociedad. Los parásitos son, esencialmente, personas de segunda mano, que no crean ningún valor porque simplemente son arrastradas por la sociedad.
El arquetipo de creador para Rand está personificado en el héroe de El Manantial, Howard Roark, de profesión arquitecto, a quien describió como:
“El alma noble por excelencia. El hombre como debe ser el hombre. El autosuficiente, el seguro de sí mismo, el fin de los fines, la razón en sí mismo, la alegría de vivir personificada. Sobre todo, debe entenderse al hombre que vive para sí mismo, como si viviera para sí mismo. Y que triunfa completamente (…) Una mente rápida, aguda, valiente y que no teme ser lastimada (…) No sufre, porque no cree en el sufrimiento. La derrota o la desilusión son sólo una parte de la batalla (…) Será él mismo a cualquier precio, es lo único que realmente quiere de la vida. Está en conflicto con el mundo de todas las formas posibles y en completa paz consigo mismo. Y su principal diferencia con el resto del mundo es que nació sin la capacidad de considerar a los demás”.
Combinar cualidades
En un sentido análogo, la gestión empresarial ha distinguido tradicionalmente entre creadores y gestores. “Lo que realmente hacen los líderes”, un conocido artículo del profesor de estrategia empresarial John P. Kotter, esboza dos perfiles alternativos que se dan en la mayoría de las empresas: por un lado los directivos o gestores, y por el otro los líderes o creadores.
Los gestores son responsables de cuestiones básicas para el funcionamiento diario de una organización, por ejemplo la planificación y elaboración de presupuestos, el establecimiento de tareas y la asignación de recursos.
Los líderes, mientras, utilizan su visión para crear estrategias y dirigir el cambio y la transformación de las empresas, motivando y guiando a todos hacia una única misión.
Como ocurre con los creadores y los parásitos de Rand, la realidad del mundo empresarial es más compleja, y el propio Kotter acepta que se requiere una combinación de ambas cualidades para liderar con éxito una organización. Lo ideal es que las personas en puestos de responsabilidad encuentren un equilibrio dinámico que refleje las necesidades del momento.
Algunos ejemplos
En tiempos de crecimiento, la visión y el liderazgo estratégico son esenciales; en otras ocasiones, se necesita control y planificación. De hecho, no hay una definición única de lo que caracteriza a un buen gerente o líder.
Kotter explica que aunque la gestión parece una ocupación más racional que el liderazgo, una especie de ingeniería organizacional, el liderazgo no debe verse de ninguna manera como un misterio y no tiene nada que ver con el carisma u otros rasgos exóticos de la personalidad. No es un atributo de unos pocos elegidos sino una capacidad que se desarrolla con el tiempo, aprendiendo de la experiencia.
El liderazgo surge fundamentalmente del aprovechamiento de las oportunidades y reúne un compendio de características, incluida la capacidad de comunicarse de manera efectiva con las partes interesadas. Sin duda consiste en mucho más que simplemente gestionar una serie de procesos.
Filósofos y teóricos del liderazgo
La idea de Nietzsche del superhombre ejerció una poderosa influencia en el pensamiento estadounidense de la segunda mitad del siglo XIX, personificada por hombres como J. P. Morgan, Andrew Carnegie y John D. Rockefeller.
De manera similar, las ideas de Rand fueron fundamentales casi un siglo después para la creación de las modernas teorías de liderazgo, que alcanzaron su cénit en la década de 1980 –durante los años de Reagan y Thatcher– y se expresaron de manera memorable en la frase del personaje de Gordon Gekko en la película Wall Street:
“La codicia es buena”.
En realidad, el espíritu de Ayn Rand sigue vivo en la actual ola de emprendedores, que impulsan la disrupción tecnológica del nuevo milenio. Uno no puede evitar comparar a Mark Zuckerberg o Elon Musk con los personajes de La rebelión de Atlas.
Evolucionar y comprometerse
El liderazgo actual debe evolucionar desde las ideas posmodernas inspiradas por pensadores como Nietzsche o Rand, cuyos líderes eran carismáticos y estaban más allá del bien o del mal, hacia modelos más multifacéticos y realistas. En el capitalismo actual, más comprometido, los líderes deben responder cada vez más a una variedad de partes interesadas. De ahí que los directores deban equilibrar sus habilidades como gerentes y líderes.
¿Se siente usted identificado con los estilos de liderazgo propuestos por Ayn Rand o Nietzsche? Yo me inclino por una propuesta más balanceada, que combine ambas facetas, todas ellas necesarias en la dirección de empresas.
Santiago Iñiguez de Onzoño, Presidente IE University, IE University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.