El “escuadrón” de científicos argentinos que trabaja para combatir el coronavirus- RED/ACCIÓN

El “escuadrón” de científicos argentinos que trabaja para combatir el coronavirus

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Lo creó el Gobierno y lo integran más de 200 biólogos, bioquímicos y hasta matemáticos. En esta entrevista, el inmunólogo Jorge Geffner, uno de los dos coordinadores de la unidad, detalla las investigaciones que ya están en curso. ¿Cómo pueden ayudarnos con sus descubrimientos?

El “escuadrón” de científicos argentinos que trabaja para combatir el coronavirus

Imagen: gentileza MINCyT | Intervención: Pablo Domrose

Para intentar frenar el avance del coronavirus desde todos los frentes posibles, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT) creó, poco después de anunciada la cuarentena obligatoria, la "Unidad Coronavirus Covid-19", un equipo de trabajo conformado por científicos e investigadores de CONICET, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Productivo y la Innovación (Agencia I+D+i) y el propio Ministerio. 

La tarea de esta suerte de escuadrón nacional de la ciencia, que involucra el trabajo coordinado de institutos, centros de investigación, universidades, laboratorios y empresas de base tecnológica, está focalizado en tres objetivos: 

  1. Desarrollar nuevos tests y kits de diagnóstico rápido que se sumarían a los ya existentes y así atacar el virus ampliando la disponibilidad y velocidad de detección.
  2. Poner al servicio del Ministerio de Salud las capacidades de por lo menos 12 centros de investigación de todo el país (incluyendo al CONICET, Universidades y organismos descentralizados) respecto a equipamiento, recursos humanos e insumos disponibles, para implementar el diagnóstico y que se realice cada vez de forma más veloz en una mayor cantidad de lugares.
  3. Estimular líneas de investigación en diferentes disciplinas que aporten conocimiento para describir potenciales escenarios epidemiológicos y, a partir de ellos, el Ministerio de Salud pueda tomar medidas acertadas.

"Tenemos un par de empresas de base tecnológica, algunas incubadas en el campus de la UNSAM, como la que llevó adelante el kit para diagnóstico rápido de dengue, que se proponen tener un test rápido en dos meses”, dijo el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza, al anunciar la creación de la Unidad. Y agregó: "Estamos identificando, junto a investigadoras e investigadores expertos en virología, diagnóstico molecular e informática, un conjunto de proyectos y desarrollos tecnológicos que podrían contribuir a fortalecer las capacidades del país frente a esta situación".

La Unidad Coronavirus Covid-19 está coordinada por la viróloga Andrea Gamarnik, de la Fundación Instituto Leloir, y el doctor en bioquímica, especialista en inmunología, Jorge Geffner, que se desempeña en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS). En diálogo con RED/ACCIÓN, Geffner explicó, de modo detallado, cómo se organiza y de qué manera trabaja el nuevo equipo.

—¿Cómo se hace para organizar y poner toda o buena parte de la ciencia al servicio de las urgencias de una pandemia? 
—La unidad COVID-CONICET está funcionando en varias áreas disciplinares. Por una parte, armamos una red de Institutos del CONICET en todo el país —tenemos un primer listado de 12 , de norte a sur, con una capacidad operativa potencialmente muy grande— para dar soporte al diagnóstico. Es decir: hay una primera instancia en el diagnóstico que está centralizada en el Ministerio de Salud de la Nación, a través del Instituto Malbrán y ahora con una red de veintipico de nodos regionales. Una segunda red estaría constituida por esta serie de institutos de CONICET (yo te estoy hablando desde uno de ellos que es el INBIRS, en la Facultad de Medicina de la UBA) que tienen las capacidades para implementar en forma inmediata el diagnóstico. Entonces esa es una primera política: se pararon otras cosas y habilitamos un conjunto de laboratorios que están al pie del cañón. Ahora estamos al servicio de las prioridades del Ministerio de Salud.

—¿Las personas podrán dirigirse directamente a estos institutos para hacerse los test o ellos realizarán el diagnóstico para diferentes centros de salud? 
—El Ministerio de Salud va a hacer redes entre los hospitales y estos centros. Va a haber más centros de consultas, así como está el 107 van a habilitar otros números telefónicos y en esa consulta los derivarán a la institución correspondiente. La idea es esa: hacer un testeo y un seguimiento clínico en forma ordenada. Esto significa que, salvo que te sientas muy mal y estés en un estado de salud muy comprometido, que son los únicos casos donde se indica la concurrencia a un hospital, te dirigís a uno de los teléfonos y ahí te orientan. Desde las diferentes líneas indicarán si conviene el aislamiento en la casa o dirigirse a determinado centro de salud. La idea es hacer una orientación centralizada, porque si no va a ser un desorden total y absoluto. Pero es esencial hacer un número de testeos cada vez mayor. 

El Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS) es uno de los 12 que comenzarán a hacer test de diagnóstico.  Foto: INBIRS.

—Eso en primer lugar.
Eso en primer lugar. En segundo lugar, se están impulsando un conjunto de proyectos de investigación. Por ejemplo, la doctora, Andrea Gamarnik, en el Instituto Leloir, está junto con un grupo de trabajo desarrollando un test serológico que detecte anticuerpos en la sangre. Después hay tres grupos o “grupos consorcio”, que involucran entidades empresariales y gente del CONICET, en la Universidad de Quilmes, de La Plata y de San Martín, que están buscando desarrollar chips de diagnóstico rápido. También hay otro grupo de trabajo que tiene todo puesto a punto para poder hacer la secuencia completa genómica de los aislamientos locales, esto sirve para caracterizar qué mutaciones tienen los virus y si son relevantes o no. Y está el grupo dirigido por Gabriel Rabinovich (bioquímico, doctor en Ciencias Químicas e investigador de CONICET) en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME). Ellos están con un proyecto recontra interesante que tiene que ver con la búsqueda de inhibidores que puedan frenar el proceso de infectividad viral. Ese equipo tiene una experiencia tremenda y es realmente líder a nivel internacional. Además hay un grupo muy fuerte de matemáticos y estadistas trabajando en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales lo que tiene que ver con modelos epidemiológicos. Entonces: por un lado, desarrollo de proyectos de investigación y por otro lado asistencia al diagnóstico. Esas son las dos grandes ramas que tenemos.

—¿Cuántas personas, más o menos, conforman la unidad?
La unidad la estamos coordinando dos personas que somos la doctora Andrea Gamarnik y yo. Ahora, hay dos aspectos: primero, es emocionante realmente la respuesta del sector científico, porque sacamos una convocatoria y cerca de 800 becarios e investigadores dieron un paso al frente y preguntaron en qué podían colaborar. Estamos intentando articular esto. Yo te diría que en estos proyectos que te mencioné podemos hablar de unas 200 personas o un poquito más. No sé con exactitud, tendría que ver la composición de los diferentes grupos de investigación. Y se está sumando cada vez más gente.

El MINCyT financiará el desarrollo de los proyectos con una inversión estimada, para esta primera etapa, en 25 millones de pesos.  Foto: anuncio de la conformación de la Unidad Coronavirus - COVID 19. Gentileza del MINCyT.

—Para la ciencia, imagino, mirándolo desde un lado luminoso, si es que cabe esta expresión en medio de esta pandemia, todo este trabajo implicará avances, porque indefectiblemente cada descubrimiento para combatir el virus va a ser un logro.
Hay dos cuestiones en relación a esto: primero, se está avanzando a un ritmo frenético. Incluso ya hay dos grandes proyectos de vacunas, en el exterior del país, que han empezado la fase 1, que es donde se examina la toxicidad. Porque la solución de fondo de todo esto es el desarrollo de una vacuna. Y la vacuna es factible, se está trabajando y se está avanzando a un ritmo mucho más acelerado que en pandemias anteriores, porque ahora tenemos un desarrollo tecnológico y científico mucho más importante. Segundo, todo esto es una enseñanza porque el alerta acerca del surgimiento de este tipo de pandemias virales lo viene formulando toda la ciencia a nivel mundial hace rato. Algo parecido a lo que pasa con el calentamiento global es, en el terreno, la aparición de virus emergentes. Esto estaba pronunciado. En su momento fue el SARS, también dentro de la familia de coronavirus, y en otro momento fue el MERS. Y este es uno nuevo. Cada tantos años puede surgir una variable de este tipo. Y hace rato que la comunidad científica internacional lo está advirtiendo. Entonces, si uno hace un balance: los países tendrían que haber hecho más para enfrentar este desafío porque sabían que era posible y probable.

—La incógnita es que, si bien estos virus aparecen de tanto en tanto, nunca se sabe cómo van a ser, qué potencia van a tener y cómo van a afectar a la población.
No. No vas a saber con qué frecuencia genómica va a aparecer el próximo virus pero sí podés desarrollar plataformas muy fuertes a nivel internacional que te permitan estar preparado. Con las nuevas tecnologías podés generar una plataforma, por ejemplo, para producir ciertos anticuerpos porque sabés, más o menos, dónde mapea esta familia de virus. Se podría desarrollar grandes prototipos y estar preparados para cuando haya un virus emergente hacer los ajustes necesarios y poder actuar rápido. Se podría haber hecho mucho, mucho más, pero las grandes potencias parece que están más preocupadas por equiparse a nivel de armamentos que por protegernos. Entonces habría que decirles que les tiren bombas a los virus a ver qué pasa. En lo local, yo creo que las medidas que se están administrando son las correctas. 

Según explicó la científica japonesa y profesora de la Universidad de Yale, Akiko Iwasaki, en su cuenta de Twitter, la tasa de mortalidad de una gripe es de entre 0,05 y 0,1%, mientras que la del COVID -19 es, hasta el momento, de 3,4%. Si bien los índices de mortalidad de las pandemias anteriores comos SARS y MERS fueron del 11% y del 34,4%, respectivamente, los casos de infecciones de ambos resultaron muy inferiores en comparación con el COVID-19. Foto: gentileza del MINCyT.

—En una nota anterior un infectólogo explicaba que lo que pasa con este virus es que, como es nuevo y nadie hasta ahora estuvo expuesto, nadie había generado anticuerpos. Por lo tanto todos somos susceptibles de contagiarnos. Si una parte de la población se enfermó y se curó, ¿significa que vamos siendo menos susceptibles?
Empezás a generar una inmunidad en la población porque el 95% de los casos no son graves. Ahora, tomar eso como estrategia de salud pública, no. En Gran Bretaña optaron por una acción de este tipo y tuvieron que dar marcha atrás. Esto es así: si vos te infectás generás anticuerpos, si no te infectás, no generás anticuerpos salvo que te inmunices. El paciente que se infecta y se cura desarrolla una respuesta inmune, antiviral, y creo que rara vez se volverá a infectar por lo menos en un período largo de tiempo. Pero la estrategia de que todo el mundo se infecte significaría un nivel de mortalidad inmensa. Es verdad que como nosotros no teníamos la adquisición de una inmunidad colectiva somos más susceptibles. Por eso el distanciamiento social es críticamente importante. Porque entonces, aún cuando haya una curva de crecimiento en el número de infectados, va a ser mucho más chata y no vas a saturar los sistemas de salud. Si comparás porcentajes de mortalidad en Israel y Alemania con lo que pasó en Madrid y en el norte de Italia, las cifras son absolutamente distintas. Parece que son distintos bichos, y es el mismo. Entonces: hacer un testeo mucho más masivo te permite identificar focos calientes y aislarlos. Lo ideal sería aplanar la curva y ganar tiempo porque hay un horizonte de vacuna. No está claro cuándo va a estar, pero entre 6 y 12 meses uno esperaría porque ya hay dos grandes empresas haciendo ensayos.   

—¿Cuáles son tus pronósticos personales, no solo respecto a la vacuna si no también en cuanto a los avances que puedan hacer ustedes desde acá, desde esta nueva unidad que formaron?
Si nosotros podemos, en poquito tiempo, desarrollar tests rápidos, sería monumentalmente importante. Porque eso te permitiría hacer testeos masivos y aislar. Y después hay grupos que tienen una tremenda competencia internacional, están entre los más importantes, como el de Rabinovich, que es líder en el terreno de la glicoinmunología. Yo creo que están al mismo nivel que otros en el exterior en cuanto a desarrollar drogas sintéticas que sean capaces de frenar la infección. Toda apuesta científica, en ese sentido, es una apuesta de riesgo. Pero lo que está haciendo Gamarnik, el test serológicos que detecta anticuerpos para ver cómo va avanzando esta inmunidad colectiva de la que hablábamos creo que ya es un aporte. El hecho de agarrar y decir: “Tenemos una capacidad de 2000 muestras por día o 5000 muestras por día, para hacer desde el sector de ciencia y técnica” ya es una colaboración importante. 

Foto: gentileza del MINCyT.

—¿Creés que, a partir de esta nueva pandemia, a nivel mundial va a haber una mejor preparación si —ojalá no suceda— eventualmente tiene lugar una próxima?
Yo esperaría y creería que a nivel internacional sí, pero la verdad es que no sé hasta qué punto es una expresión de deseo. Porque respecto al calentamiento global, que también es tremendamente crítico, hay medidas que tendrían que estar tomándose y no se están tomando. Y la evidencia científica no deja de advertir sobre esto. Yo creo que la ciencia, colectivamente, es la que estudia esto en forma rigurosa, y hay que darle bola. Después hay que compatibilizarlo. Una cosa es la cuarentena, que sabemos que tiene que tener un punto final porque si no el país tiene problemas económicos y sociales. Pero en cuanto a las alertas, en el terreno de la salud pública, la comunidad médica y la comunidad científica tienen la palabra y hay que escucharla.   


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