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El caso de un jugador de fútbol sancionado por usar una expresión interpretada como racista por la English Football Association enciende las alarmas no sólo del mundo del deporte, sino del resto de la sociedad. Los expertos en comunicación tienen algo que decir sobre los riesgos de convertir la corrección política en un dogma.
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Edinson Cavani. Así se llama el delantero de 33 años del que todo uruguayo con algo de fútbol en las venas se enorgullece sin peros ni matices. Héroe de la celeste, megaestrella del Manchester United, máximo goleador de la historia del Paris Saint-Germain y prócer del Napoli: artista de la pelota, de una efectividad exasperante. Para colmo, con fama indiscutida de buena gente entre los charrúas, lo cual es casi una redundancia. Un crack.
Pero humano al fin, Cavani le contestó “gracias negrito” a un amigo que lo felicitaba por Instagram con una frase no menos peligrosa: “Así te quiero Matadorrr!!!!!”. Atenta a cualquier indicio de xenofobia, la English Football Association (EFA) castigó al delantero con 100.000 libras de multa y suspensión por tres fechas. Académicos de la lengua y dirigentes de fútbol deploraron la ignorancia de la EFA e incluso un grupo autoconvocado de futbolistas dobló la apuesta: acusa a sus lores de racistas por ver el mundo exclusivamente desde su propio canuto. Cosas veredes, Sancho.
El tema caldea las redes y los medios ingleses, pero hay aspectos que trascienden la anécdota:
- Desacople epistemológico. La filosofía y la psicología han demostrado acabadamente el valor de la subjetividad, de la diversidad de perspectivas. Sin embargo, en el ámbito institucional todavía persisten enfoques objetivistas que excluyen cualquier interpretación alternativa: parece que “negrito” fuera siempre una expresión racista, sin importar lo que piensen otros. ¿Etnocentrismo?
- Democracia imperfecta. El sistema democrático no sólo es un método de elección de autoridades, sino sobre todo un modelo de convivencia en el que las minorías cuentan. Los Founding Fathers americanos lo entendían a la perfección. En democracia se puede pensar lo que se quiera y decir lo que se piensa. Paradoja: la corrección política al final resulta totalitaria.
- Espiral del silencio. Elisabeth Noelle-Neumann mostró hace años que muchas mayorías se forman a partir del temor que tienen ciertos miembros de la sociedad a opinar de manera distinta a lo que perciben como el punto de vista dominante. La lógica del rebaño amontonado en el corral de la corrección política. Mejor castigar a quien diga “negrito”, sin importar el contexto o la intención, que correr el riesgo de ser acusados de tolerantes con el racismo.
Un desafío para las organizaciones: evitar la lapidación de parte de los que definen la sensibilidad de la época, y a la vez evitar que ese modo de sentir se convierta en dictadura. La corrección política extrema evita conflictos del presente pero hipoteca la libertad del futuro. Y sin libertad, las organizaciones mueren. Por eso una buena táctica puede ser una mala estrategia.
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Tres preguntas a Carlos Fara. Con más de 30 años dedicados a la consultoría política, es experto en opinión pública, campañas electorales y comunicación de gobierno. Es presidente de Carlos Fara & Asociados desde 1991.
- ¿Cómo se mide la opinión pública?
Hay básicamente dos metodologías. La cuantitativa, que son las encuestas que se publican en los medios, en las que se miden opiniones sobre aprobación o desaprobación de una gestión, o sobre candidatos, y el resultado se expresa en porcentajes. Obviamente, esto tiene la limitación de que la gente responde sólo lo que uno le pregunta, sin que haya diálogo. En términos médicos, es como sacar una radiografía. Pero para profundizar a veces hace falta una tomografía computada, que son los grupos focales. Tienen no más de ocho personas y se reúnen durante dos horas, y un coordinador va haciendo preguntas sobre diversas cuestiones. El “apruebo” de la cuantitativa acá tiene matices: apruebo por tal razón, pero no me gusta tal otra cosa... Así se puede comprender mejor la solidez de los porcentajes de la cuantitativa.
- ¿Por qué a veces las encuestas no aciertan, no sólo en la Argentina sino en el mundo?
Lo primero que hay que comprender es que cambió el contexto social y cultural. Las encuestas fueron diseñadas hace como 90 años, en la década del 30, cuando todo era más estable: lo empresarial, lo cultural, lo político, lo social. El contexto se volvió más inestable, por los medios de comunicación y la velocidad de los cambios. La TV, internet y las redes sociales nos fueron volviendo más complejos y difíciles de predecir como ciudadanos. Además, las encuestas domiciliarias se dejaron de usar porque son caras, y las telefónicas tienen el problema de que hay menos teléfonos físicos en las casas. También menos gente contesta las encuestas por desinterés en la política y por descrédito de las mismas encuestas. Hoy se buscan maneras para compensar eso, pero todavía no hay metodologías consolidadas.
- ¿Qué piensa la sociedad argentina ahora? ¿Cómo compara con otros momentos?
El estado de ánimo es negativo. Es en términos de incertidumbre y miedo más que de enojo, porque el problema que tenemos es global, aunque agravado por una situación local. La sociedad está pesimista sobre el futuro, angustiada. Busca alguna luz de esperanza ante la pandemia y sus efectos sociales económicos. Tampoco ayuda la conflictividad política dentro del oficialismo –la tensión entre el presidente y la vicepresidenta–, que baja las perspectivas. El deterioro del salario en 2020 fue mayor al de 2001-2002, pero hay mucha menos conflictividad social. Eso tiene que ver con que hay un contexto mundial y con que estamos ante una sociedad con muy poca energía para reaccionar ante situaciones negativas.
Para acceder a la entrevista completa a Carlos Fara, hacé click acá.
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Ley del aborto en la Argentina. Aunque el aborto marca una grieta transversal a los partidos políticos, el Frente de Todos votó mayoritariamente a favor de la legalización y Juntos por el Cambio en contra con una proporción 70-30: para sorpresa de muchos, la coalición del PRO, la UCR y la Coalición Cívica esta vez fueron más conservadores que el peronismo.
Este gráfico de Statista muestra el status en el mundo de la legislación en relación al aborto. En la Argentina, el debate sigue abierto. Con la ley recién aprobada, se espera ahora la judicialización de algunos artículos, sobre todo los relacionados con la objeción de conciencia personal e institucional.
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Academia. Jaime Nubiola plantea en este artículo el poder y los límites de la palabra. Hacemos cosas con palabras, como decía Austin: generamos o rompemos vínculos, inspiramos o dañamos la confianza, prometemos, negamos, acordamos. Todo eso tiene implicancias personales, institucionales, sociales y políticas, y por eso es clave cuidar lo que decimos.
En el otro extremo, una especie de culto a la corrección política lleva a creer que cambiando las palabras cambiamos la realidad. Los eufemismos no atenúan la gravedad de los crímenes, ni medir cada palabra que decimos nos hace buenos: la realidad no es el relato.
Hasta acá llegamos esta semana y este año. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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