Entre las muchas desigualdades que quedaron en carne viva al desatarse la pandemia del coronavirus, la brecha de género respecto al trabajo no remunerado en los hogares y las tareas de cuidado es de las más evidentes. El hecho de que estas labores recaigan con mayor peso en mujeres que en hombres no solo impacta en una sobrecarga para quienes deben dividir y exprimir su tiempo entre hijos e hijas, limpieza, compras y trabajo remunerado, sino también en aquellas mujeres que, además de eso, son líderes de sus propios negocios.
Muchas de ellas, aparte de tener que restarle tiempo a sus empresas para hacerse cargo de más tareas domésticas, debieron reinventarse y reestructurarse para que sus emprendimientos —muchos en los rubros más golpeados por las medidas de aislamiento y cuarentena— salieran a flote. Todo en un contexto de caos, crisis y poca ayuda. La clave para lograrlo fue tejer redes: espacios que ayudaron a las empresarias a motivarse y a compartir ideas.
“El aislamiento comenzó en marzo, un mes maravilloso para el género: teníamos el mes de la mujer, un montón de eventos, y abruptamente todo cambió. La mujer tuvo que quedarse en su casa. Y hay muchas mujeres que están en el rubro de eventos, en turismo, que al principio quedaron en shock y después tuvieron que empezar a reinventarse porque si no facturan no comen”, dice Elisabet Piacentini. Ella preside la Secretaría de Mujeres Empresarias de la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (FECOBA).
Lo que rápidamente identificaron desde FECOBA es que salían del estancamiento más fácilmente las mujeres que formaban parte de grupos que las sostenían. No solo porque al intercambiar y compartir experiencias se motivaban y enriquecían unas a otras, si no también porque en estas redes se organizaron rápidamente capacitaciones para brindarles herramientas, dice Piacentini. Y destaca que para las empresarias, atravesar esta crisis implica "mucho sacrificio, porque las mujeres estamos un escalón abajo con respecto al ingreso y un escalón arriba con las cosas de la casa”, señala.
Unidas, más fuertes
A fines de mayo, la Secretaría de Mujeres Empresarias de FECOBA junto al área de Mujeres Empresarias de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (MECAME) realizaron un relevamiento entre directoras de pymes de todo el país dedicadas al comercio, el servicio y la industria. El objetivo era indagar en el impacto que el aislamiento social y la cuarentena habían generado en la rutina profesional y las tareas asumidas por las mujeres.
Los resultados del estudio fueron contundentes:
✔El 81% de las mujeres vio afectada su rutina por el cuidado de la casa y de los niños.
✔El 70% de las empresarias le restó horas a sus negocios por las tareas domésticas.
✔El 54% dijo sentirse sobrecargada y preocupada, aunque emocionalmente fuerte, estable y productiva.
✔El 38% aseguró haber incorporado nuevas tecnologías a sus negocios.
✔El 29% cambió sus horarios de atención al público.
✔El 4% de las empresarias cambió de rubro.
✔Solo el 1% contestó sentirse deprimida.
Ejemplos que llenan de sentido esta última cifra y muestran la capacidad de resiliencia de muchas mujeres son María Giannone, de Ruma zapatos; Ana Serantes, de la agencia de turismo Serantours; Patricia Ostapchuk, de Perfumes ZAZIL; y Valeria Abel, de Melina Joyería. Ellas se unieron en un grupo de WhatsApp, invitadas por RED/ACCIÓN, para intercambiar experiencias acerca de cómo vivieron estos meses de pandemia, qué soluciones encontraron y qué cambios debieron implementar para sacar adelante sus negocios.
Lo que sucedió en este espacio virtual, creado inicialmente para esta nota, fue mucho más allá de su objetivo original: ellas se contuvieron, se aplaudieron y admiraron por las estrategias que cada una encontró para su empresa; se motivaron y comenzaron a pensar en cómo ayudarse unas a otras, sin conocerse. En este espacio se creó otra red.
Qué hacer para combatir las brechas de género del mercado laboral argentino
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María Giannone es dueña y creadora de Ruma zapatos. Se dedicaba exclusivamente a la fabricación de zapatos a medida, de alta costura, con atención personalizada para todo tipo de eventos y pasarelas. Sus productos eran lucidos por grandes marcas y vestían a estrellas de la pantalla chica.
—Las primeras dos semanas tuve que analizar qué hacer —cuenta—. La tercera, inicié la reestructuración: hice estudio de mercado, analicé qué producto estaba ofreciendo y cómo generar un impacto diferente. Contraté un programador con el que realizamos un refresh a la página, sumamos un carro de venta. Y a través de redes, magazine online y la web, salí al ruedo. También generé grupos de motivación: invité a las clientas a ir al teatro los sábados, a vestirnos para salir, y así lucir los diseños adquiridos. Armé un grupo de WhatsApp donde les mandaba la hora y la obra, les comentaba qué me iba a poner y con qué lo usaría y ellas tenían que hacer lo mismo. Cada una desde su casa.
María tiene un local en Pacheco que estuvo cerrado todos estos meses. Dice que no es fácil la venta digital de zapatos, que debió ponerse al hombro las capacitaciones y la contención del grupo y pasó varios días sin dormir pensando qué hacer y cómo. Finalmente, además de todos los cambios para impulsar su negocio de manera virtual, decidió agregar otro producto que las clientas usarían más en este tiempo en casa: pantuflas.
—Empecé a reutilizar los recortes y elaborar productos de bajos costos. Y ahora estoy lanzando unos diseños para verano, manteniendo la ideología de la marca pero sumando unidades más descontracturadas para adaptarnos a esta nueva temporada y cómo será nuestro descanso. Más relajado, de puertas adentro, de recibir algunos familiares y amigos. No puedo dejar de agradecer por todo lo aprendido y lo que estoy aprendiendo.
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Ana Serantes es dueña de la empresa de turismo Serantours, uno de los rubros más golpeados (sino el más) por la pandemia. Así se presentó en el grupo de WhatsApp:
Tres preguntas a Georgina Sticco, una especialista en temas de género y trabajo
Para subsistir estos meses, Ana se volcó a otro emprendimiento, que tiene con su hermano, de venta de productos de campo y congelados: Rancho Market.
—Estar seis meses sin ganar, sin vender y además devolver plata es imposible para cualquiera. Yo no tengo gente a cargo, ni grandes ni chicos, pero en lo anímico fue insoportable.
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Patricia Ostapchuk es bioquímica y es la creadora de perfumes ZAZIL. Son perfumes de autor, o sea que es ella quien está detrás de la elaboración de cada una de las fragancias que lanza al mercado.
—Nosotros lanzamos el producto a fines de 2018 así que esto nos agarra en plena necesidad de expansión. El perfume necesita ser olido, sí o sí. Sobre todo si no es una marca masiva de la cual se conoce el aroma. Entonces fue impactante el primer mes de cuarentena porque fue un silencio total: sin mails de proveedores, de las tiendas, nada de nada. Me lo tomé con onda y dije: “Bueno, en dos años y medio estas son las primeras vacaciones que me da ZAZIL”, y me dediqué a poner en orden el colegio de mi hijo. Había mucho por aprender en esta nueva virtualidad.
Patricia cuenta que está separada y tiene un hijo de 15 años, por lo que debió absorber todo el trabajo doméstico. Dice que al principio estuvo “como pulpo, atajando todo de todos lados”, pero que luego su hijo se vio impulsado a ser más autosuficiente e incluso incorporó a su rutina algunas labores de la casa como colgar ropa y lavar platos. En cuanto a su marca, al margen de lo que lograba vender mediante revendedoras, contactó a una persona especializada para que la ayudara a promover el producto en diferentes tiendas. Antes de la pandemia tenía su propio local en Palermo. Lo cerró con la cuarentena y ya no lo volverá a abrir. Ahora se enfoca en la venta desde su sitio web y además decidió dar otro giro, del cual nos contó en el grupo:
Patricia coincide en que fue muy importante estar en redes de mujeres: “Creo que es clave no quedarse encerrado. Y el estar en grupo e ir viendo lo que cada una hace también te impulsa, te da ideas para reconvertirte”.
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Valeria Abel es de Andalgalá, provincia de Catamarca, pero vive en Capital Federal desde hace una década. Tiene 46 años y una hija de 27, Melina. Su empresa familiar, cuenta, la inició su marido hace 15 años. Hacen joyas con rodocrosita, una piedra nacional, y también trabajan otras piedras naturales.
—Hicimos crecer la empresa con el trabajo de los tres. Empezamos desde muy abajo, aprendiendo joyería, yendo a ferias en diferentes lugares del país, superartesanos, hasta que hace siete años puse mi pequeño local en Galería del Caminante. Fue un sueño. El 21 de octubre de 2019 abrí otro en Galerías Pacífico. Pusimos ahí todo lo que teníamos y lo que no también. Pero en menos de cincos meses llegó la pandemia y pasamos a ser tres personas sin trabajo. ¡No vendí ni una sola piedra por más de cuatro meses! Ya me río. Pero confieso que la pasé horrible. Hoy estoy cerrando el local de Galería del Caminante y estoy muy triste pero convencida de que hay que soltar con mucha luz porque pronto algo mejor va a pasar.
Valeria y su familia no pudieron sostener dos negocios. Debieron despedir empleadas y atraviesan todo tipo de situaciones como consecuencia de la crisis en su sector. Aun así, asegura, sigue fuerte. “La tristeza siempre me duró poco porque pronto me sobrepongo con más energía”. Y ese fue el impulso que la llevó, como a sus compañeras, a renovar sus espacios digitales y a crear, con sus piedras, otro proyecto.
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“En la encuesta que hicimos a fines de mayo, de la que participaron más de 2.400 mujeres, queríamos ver cómo estaban anímicamente y nos llamó la atención que, aunque estaban preocupadas y sobrecargadas, estaban proactivas, porque en ningún momento bajaron los brazos sino al contrario”, dice Beatriz Tourn, presidenta de MECAME.
CAME fue otra de las organizaciones esenciales para que las pymes pudieran salir adelante. Desde el inicio de la cuarentena, mediante su plataforma educativa, dictaron capacitaciones sobre redes sociales, plataformas online, billeteras virtuales, comercio electrónico. “Todo ese gran grupo de herramientas que se tenían como una alternativa y se volvieron indispensables para poder seguir estando presentes en el mercado”, apunta Tourn.
Elisabet Piacentini, de FECOBA, también señala que les sorprendió, en el informe, que solo el 1% de las mujeres dijera sentirse agobiada o deprimida ante las circunstancias: “Lo que notamos es que la mujer es piloto de tormenta, está deprimida diez minutos pero se pone las cosas al hombro y sale adelante: sube las cosas en Internet, se anota en el zoom, se contacta con las amigas para mandarles el catálogo para vender. La mujer tiene una capacidad de resiliencia muy importante”.
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