“París 2.0”. Ésta es la definición que muchos le han atribuido a la 24° edición de la Conferencia de las Partes (COP24), el evento anual en negociaciones climáticas que inició en Katowice, Polonia, el domingo pasado. Este año es tan -o casi más- importante que el 2015, cuando se consensuó el Acuerdo de París en la capital francesa (de allí su nombre). ¿Por qué esta relevancia? Durante estas dos semanas, los distintos gobiernos deberán avanzar en la definición del llamado “rulebook”, es decir, el conjunto de reglas y procesos necesarios para implementar el Acuerdo de París. En criollo: cómo se van a poner en práctica todas esas bellas palabras del documento para que el aumento de la temperatura del planeta no supere los 2°C a fin de este siglo.
“Pido a todos los líderes que vengan a la cumbre preparados para abordar no sólo su progreso hacia el logro de sus objetivos en virtud del Acuerdo de París, sino también para delinear sus planes y su progreso hacia el aumento de su ambición”, expresó en la ciudad polaca António Guterres, secretario general de Naciones Unidas. En su paso previo por Buenos Aires, conversé con él para RED/ACCIÓN sobre la importancia de políticas más urgentes y ambiciosas en acción climática. Pueden leer la nota aquí.
América Latina será una de las regiones más observadas este año en la Conferencia. Por un lado, en el plenario de apertura, se realizó un pedido para que se reconozca la vulnerabilidad que está atravesando la región a los efectos del cambio climático. Por otro lado, la siguiente COP25 debería celebrarse en la región en 2019 y el único candidato hasta hace unos días era Brasil que, bajo el electo gobierno de Bolsonaro, crítico del Acuerdo, ya dio marcha atrás con la propuesta. Al momento, Chile, Costa Rica y Guatemala se perfilan como candidatos; pero el financiamiento de un evento de tal tamaño se plantea como el principal desafío para los países latinos.